Muchos países de África están expuestos a un nuevo incremento de precios de los alimentos, como ocurrió a inicios de la crisis de 2007-2008, lo que a su vez agravaría el problema del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
En noviembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación fue una de las muchas voces que alertaron sobre un posible nuevo repunte de los precios de los alimentos.
"Estamos en una situación en la que, en general, los precios de los alimentos han caído pero conforme se concreta la recuperación mundial, podríamos ver que aumenten de nuevo", dijo Scott Drimie, del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimenticias (IFPRI, por sus siglas en inglés).
Según el Programa Mundial de Alimentos, 22 de los 30 países en alto riesgo en África subsahariana necesitarán ayuda alimentaria externa, muchos de los cuales sufren una seria propagación del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida).
"Cuando los precios alejan los alimentos nutritivos de las personas con VIH y sida, se desata una crisis inmediata", añadió Drimie.
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La epidemia del sida afecta en África a individuos, hogares y comunidades con múltiples presiones sociales, económicas, ambientales y de salud.
Durante 10 años, la Red Regional de IFPRI sobre Sida, Sustento y Seguridad Alimentaria (Renewal, por su acrónimo en inglés) ha estudiado la vulnerabilidad de las personas con VIH/Sida en África oriental y austral.
El coordinador de Renewal en Malawi, Sam Bota, dijo que el primer impacto del sida es una directa pérdida de mano de obra. "Un censo nacional (en Malawi) claramente muestra que un alto porcentaje de agricultores dedican gran parte de su tiempo atendiendo a familiares enfermos", indicó.
"Y después de su muerte, pierden mucho tiempo en el funeral, a veces hasta 20 horas, todo lo cual es tiempo productivo", agregó.
Como si fuera poco, el cambio climático también presiona a hogares de todo el continente, creando incertidumbre sobre el tiempo y la frecuencia de las lluvias, a veces reduciendo los campos u obligando a los campesinos a optar por otro tipo de cultivos a los que no están acostumbrados.
El sida se cobra la vida de personas que podrían contribuir a facilitar estas transiciones y cubrir la escasez de mano de obra especializada.
Estudios en Malawi y en la vecina Zambia han mostrado cómo los servicios de extensión agrícola (destinados a promover la innovación tecnológica y brindar asesoramiento a los campesinos) se han visto impactados por el VIH, lo que podría contribuir en la inseguridad alimentaria.
En Malawi, hay una tasa de vacantes de 46 por ciento en los servicios de extensión agrícola debido a las muertes por sida. La pérdida de estas personas capacitadas tiene graves consecuencias en la productividad, señaló Bota.
Las familias amenazadas por la inseguridad alimentaria corren riesgo de entrar en un ciclo peligroso.
"El sorpresivo aumento de la inseguridad alimentaria puede desencadenar una angustiosa emigración, ya que las personas irán en busca de alimentos y trabajo", escribió el director de Renewal, Stuart Gillespie, durante la crisis de alimentos de 2008.
Y "la movilidad (de las personas) incrementa los riesgos de la exposición al VIH, tanto para los que se trasladan como para los adultos que permanecen en sus casas", añadió.
Es posible que niños y niñas abandonen las escuelas, quedando más expuestos al VIH en el mundo del trabajo y perdiendo educación que, a su vez, reduce las probabilidades de que contraigan sida. La inseguridad alimentaria está también vinculada a altos niveles de sexo por dinero sin protección entre las mujeres pobres.
Expertos recomiendan ir más allá de la ayuda alimentaria a corto plazo y trazar conexiones entre el sector agrícola y el de salud.
"Tenemos personas sin acceso a recursos para producir comida", dijo Robert Ochai, de la Organización de Apoyo contra el Sida de Uganda. "No se debería dejar que esas personas sufrieran. Tenemos que acceder a tierras y a créditos para cambiar sus vidas".