La oleada de revelaciones distribuidas por WikiLeaks son una acusación no sólo contra la diplomacia de Estados Unidos sino también contra la diplomacia actual en general. ¿Qué clase de lenguaje ridículo es éste, tan centrado en los actores individuales, usualmente personas de la elite en países de elite? No es otra cosa que chismería inmadura, del tipo de los análisis de poder típicos de adolescentes. ¿Dónde está el análisis de la cultura y de la estructura, mucho más importante que los actores que van y vienen? En ninguna parte. Estos diplomáticos son incompetentes. ¿Dónde están las ideas positivas? ¿Dónde están, por ejemplo, las ideas sobre como hacer que los desafíos del cambio climático se conviertan en cooperación para beneficio mutuo. o los proyectos de destilación de agua mediante el uso de la energía solar en las fronteras de Israel con el Líbano y Palestina, o para una cooperación constructiva entre Estados Unidos e Irán en materia de energías alternativas?
El sistema de Estados, que fue establecido para equilibrar los intereses de las naciones en un mundo anárquico, ha fracasado, como lo demuestran las numerosas guerras que ha generado. Ese sistema está debilitándose a ojos vista, como antes se debilitó y decayó el colonialismo, que sobrevive solamente en el imperio estadounidense, que también está debilitándose, como acaba de ponerlo en evidencia WikiLeaks.
En cambio los nacionalismos están en aumento. Una nación es un grupo de personas con un idioma y una cultura comunes (incluyendo la religión), una historia y una visión del futuro comunes y un apego a su tierra natal. Hay en el mundo alrededor de 2.000 naciones y sólo 200 Estados, lo que significa que la mayor parte de los Estados incluye muchas naciones, usualmente con una nación dominante. Pero el creciente nacionalismo tampoco ofrece buenas soluciones para los problemas mundiales.
Necesitamos y merecemos algo mejor. No podemos construir la globalización con las actuales irracionalidades. Y sin embargo algún tipo de globalización es inevitable como consecuencia de los nuevos modos de de transporte y comunicación.
El fallecido físico y filósofo Carl Friedrich von Weizsacker defendió el concepto de Weltinnenpolitik (política doméstica global), una visión de una cultura global y de un Estado mundial. Para que ese sistema sea sustentable necesitaría proteger un ambiente natural habitable y satisfacer las cuatro necesidades humanas básicas: supervivencia, bienestar, identidad y libertad.
Desde que la violencia es la consecuencia de conflictos irresueltos, la clave para la supervivencia es la solución de los conflictos.
Para garantizar el bienestar de la gente, se deben satisfacer las necesidades materiales esenciales de comida, vivienda, cuidado de la salud y educación, así como que todos tengan medios de vida e ingresos adecuados. Esos recursos existen, pero su distribución es extremadamente desigual.
Una identidad global requeriría unidad en la diversidad, dar la bienvenida a la rica variedad de expresiones culturales y al mismo tiempo reconocer que su meta común es la felicidad humana. Requeriría además respetar todos los puntos de vista que respeten a los de los demás. Sería equivocado -e insostenible- tratar de imponer la cultura de una única nación a todas las otras.
El Artículo 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos garantiza el derecho a vivir en estructuras domésticas y mundiales que hagan posible la realización de los derechos humanos. Esto implica que la solución de conflictos se convierte en un derecho humano y en un deber. Lo mismo ocurre con una economía en la cual están garantizadas las necesidades físicas básicas. Actualmente, el salvamento de los bancos quebrados absorbe cerca del 90% de los fondos, provenientes del aporte de los contribuyentes, puestos a disposición por los gobiernos, mientras que sólo un 10% se dedica a estimular la economía orientada a satisfacer las necesidades básicas de la población. Esta proporción debería ser revertida.
Otra consecuencia del Artículo 28 es la necesidad de respeto mutuo, curiosidad y aprendizaje a través de diálogos entre civilizaciones. Esto también implica la necesidad de la creación de una federación mundial. Un Estado mundial unitario impondría la unidad de una civilización sobre el resto, lo que es inaceptable. Una disminuida confederación mundial también tendría poca unidad. La mejor solución es la de una federación mundial.
¿Quiénes son las personas que serían capaces de hacer realidad una cultura basada en las necesidades humanas básicas dentro de una federación mundial? Gracias a WikiLeaks está todo claro: no son precisamente aquellos que integran la actual clase de diplomáticos. La diplomacia de Washington quedó al descubierto, aunque la mayor parte de sus orientaciones eran conocidas y previsibles, como parte de las políticas imperiales de este país llevadas a cabo incluso en Estados aliados o amistosos- que se ve a sí mismo como una nación indispensable. También quedó en evidencia su paranoia de sospechar la existencia de revueltas y de falta de servilismo hacia su política de promover sus propios intereses nacionales a expensas de cualquier otro país y, por supuesto, de una verdadera política doméstica con sentido global.
Esos diplomáticos pertenecen a una era de sistema de Estados que debemos dejar atrás. Debemos reciclarlos o retirarlos y formar a miles de funcionarios capaces de servir a una política doméstica global y abandonar la ridiculez del secreto y la confidencialidad con que juegan con nosotros, los seres humanos y la naturaleza. Los diplomáticos no tienen derecho a esconder su incompetencia detrás de los velos del secreto. La democracia significa transparencia, no juegos feudales.
¡Gracias WikiLeaks! Ojalá que siga con sus revelaciones. Las necesitamos. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Johan Galtung, profesor de estudios sobre la paz y autor de «A Theory of Conflict» ( www.transcend.org/tup).