La producción de alimentos deberá incrementarse en 70 por ciento para satisfacer las necesidades de la población mundial cuando en 2050 llegue a las 9.000 millones de personas, advierte un informe difundido este lunes por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
La producción agrícola en los países en desarrollo debe duplicarse, apunta el estudio, aún cuando la pobreza rural sigue siendo generalizada en muchos de ellos.
En África subsahariana, donde viven cerca de un tercio de los indigentes del mundo, la cantidad de pobres rurales aumentó de 268 millones a 306 millones en la década que termina, 62 por ciento de los cuales subsisten en situación extrema, indica el Informe de Pobreza Rural 2011 del FIDA.
Los índices de pobreza rural disminuyeron ligeramente en la primera década del siglo XXI en el sur de Asia, hogar de la mayor cantidad de pobres rurales del mundo, cerca de 500 millones. La mayoría de ellos son considerados en situación de indigencia.
Sólo 11 millones de personas en América Latina y el Caribe son reportadas viviendo en la extrema pobreza, y seis millones en Medio Oriente y el norte de África.
Sin embargo, los mayores incrementos porcentuales de personas padeciendo hambre en 2009, en comparación a 2008, se dieron justamente en Medio Oriente y el norte de África, con 14 por ciento de su población en esa situación, y en América Latina y el Caribe, con 13 por ciento.
La volatilidad de los precios de los alimentos, los efectos del cambio climático y una serie de limitaciones de recursos naturales complicarán aún más la lucha contra la pobreza rural, según el informe.
La pobreza continúa siendo un fenómeno predominantemente rural, observó el FIDA, aunque en estos 10 últimos años 350 millones de personas que viven en el campo lograron escapar de ella. Igual, aún cerca de 70 por ciento de los 1.400 millones de personas en situación de indigencia en el mundo viven en áreas rurales.
La investigación indica que la indigencia en las zonas rurales de los países en desarrollo bajó de 48 a 34 por ciento en los 10 años. Los mayores logros se dieron en el este de Asia, particularmente en China.
La indigencia en esta región dejó cayó cerca de dos tercios durante ese periodo, pasó de afectar a 356 millones para 117 millones de personas, bajando la tasa de indigencia de 44 a 15 por ciento.
Según el informe, cambios en los mercados agrícolas están dando nuevas oportunidades a pequeños productores de incrementar su productividad.
"Los cambios en curso en los mercados agrícolas ofrecen nuevas esperanzas de que pueden realizarse mayores progresos en el combate de la pobreza rural", dijo a IPS Ed Heinemann, a cargo del equipo de investigadores del FIDA.
"El rápido crecimiento de los centros urbanos, particularmente en las capitales de los países, así como de los ingresos de las poblaciones urbanas significa una creciente demanda por productos de mayor valor y posibilidades para los pequeños productores de acceder a mercados más remunerativos", acotó.
"Para impulsar este positivo proceso, gobiernos, instituciones internacionales y donantes deberían invertir en las zonas rurales y ayudar a los productores a mejorar su infraestructura y gobernabilidad, y a reducir sus costos de transacción", sostuvo Heinemann.
"Pero estos actores también deben ayudar a la población rural pobre a evitar y gestionar los riesgos que ellos enfrentan, desde desastres naturales hasta inseguridad en el acceso a la tierra y gran volatilidad de los precios de los alimentos", acotó.
El estudio señala que la situación de las mujeres productoras, quienes son responsables de la mayoría de los alimentos consumidos en las zonas rurales, no ha cambiado mucho desde su reporte de 2001.
Las mujeres enfrentan falta de acceso a la tenencia de la tierra, al crédito y a los equipamientos, y las oportunidades de mercado continúan siendo limitadas para ellas.
En particular se hacen notar varios problemas.
Los hombres poseen en promedio tres veces más cantidad de tierras que las mujeres en todo el mundo, ellos utilizan fertilizantes con mayor intensidad y un análisis de planes de créditos en cinco países africanos reveló que las campesinas reciben menos de un décimo de los créditos que se les otorgan a los productores masculinos.
Los emprendimientos de las mujeres reciben muchos menos servicios y apoyos que los de los hombres.
En Uganda, las empresas de propiedad femenina afrontan más barreras para el desarrollo que las de hombres, pese a que las primeras son igual de productivas y eficientes en términos de valor añadido por trabajador.
En tanto en Guatemala, las mujeres ostentan sólo tres por ciento de los contratos de producción de arveja, pero contribuyen con más de un tercio del total de las tareas del campo y prácticamente todo el trabajo de procesamiento.
En la mayoría de los países en desarrollo, la triple responsabilidad de las mujeres rurales —labores agrícolas, tareas domésticas y necesidad de ganar dinero en efectivo— frecuentemente suman más de 16 horas de trabajo al día. Ellas siguen careciendo de acceso a importantes servicios de infraestructura y tecnología apropiada para aliviar sus cargas de trabajo.