La colaboración entre actores sociales con intereses en las llanuras anegadas del río Kafue, un bañado de gran diversidad biológica en el sur de Zambia, permitió crear una reserva y comenzar a revertir el daño causado por represas, cultivos de caña de azúcar y el rápido crecimiento poblacional en la zona.
El área abarca 6.500 kilómetros cuadrados e integra el sistema del río Kafue, que desemboca en el Zambeze.
El curso de agua cae sólo 13 metros en su recorrido de 250 kilómetros, de la represa de Itezhi-Tezhi a la garganta de Kafue, formándose un enorme humedal donde habitan antílopes, gacelas, búfalos, entre otras especies. Además, la zona está repleta de aves como la garceta de garganta roja y el grou carunculado, en peligro de extinción.
«Cuando éramos niños solíamos ver muchos animales salvajes pastando en las llanuras. Pero fueron desapareciendo a medida que llegaba gente. Ahora sólo hay ganado», señaló el jefe de la etnia tonga, Mwanachingwala.
Las llanuras estaban prácticamente deshabitadas, sólo habían miembros de la comunidad pastoril tonga que llevaban su ganado a pastar a la exuberante vegetación que quedaba después que se retiraba el agua en la estación seca.
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Pero el paisaje cambió con las plantaciones de caña de azúcar que se instalaron en 1968. Miles de personas se trasladaron allí en busca de trabajo y se asentaron cerca del pueblo de Mazabuka.
Llegaron muchas más personas para los puestos de trabajo disponibles. La compañía azucarera de Zambia empleó a 3.250 personas de forma permanente y a 8.000, zafral.
Unas 22.000 personas se asentaron en Nakambala, propiedad de la empresa y 10.000 más en zonas aledañas en viviendas precarias y hacinadas con techo de paja.
Hombres y mujeres de esos asentamientos vivieron como pudieron de trabajos zafrales en las haciendas, de la pesca o cometiendo pequeños delitos.
Disminuyó la pesca por dos motivos.
Las plantaciones de caña de azúcar extraían a diario una gran cantidad de agua para irrigar. El líquido volvía al río contaminado con fertilizantes químicos, creando las condiciones para el crecimiento de plantas como el jacinto de agua, que consumió el oxígeno del humedal y expulsó a los peces hacia zonas más propicias.
La construcción de la represa de Itezhi-Tezhi en los años 70, aguas arriba del bañado, también fue perjudicial. La obra debía almacenar agua en la estación de lluvias, dejarla correr en la época seca, de octubre a noviembre, y hacer funcionar las turbinas hidroeléctricas de la garganta de Kafue, 250 kilómetros después del humedal.
Los generadores de la garganta de Kafue, que producen un tercio de la electricidad que consume el país, alteraron gravemente las oscilaciones naturales del nivel del agua con consecuencias negativas para muchas especies, cuyos ciclos de vida estaban adaptados a las inundaciones y sequías anuales.
Numerosas intervenciones promovidas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y organizaciones locales comenzaron a restaurar el equilibrio del ecosistema.
Se implementaron nuevos protocolos operativos de las represas para imitar las subidas y bajadas estacionales del nivel de agua. Las plantaciones de caña de azúcar tomaron medidas para disminuir los residuos con nutrientes. La población local creó una zona de conservación de 50.000 hectáreas que les genera ingresos gracias al turismo.
«En la primera etapa se creó la Estrategia Integrada de Gestión de Recursos Hídricos» modelos informáticos para simular las variaciones del agua y estudiar sus consecuencias posibles», explicó Nalumino Nyambe, quien trabajó en WWF.
«La segunda etapa se concentró en la implementación del nuevo sistema en las llanuras de Kafue», apuntó.
La federación se esforzó por crear una asociación entre el gobierno, los propietarios de las plantaciones de caña de azúcar, la Corporación de Suministro Eléctrico de Zambia y la población local, señaló Dickson Mwape, del WWF en Lusaka.
Las plantaciones de caña de azúcar controlan la mayor cantidad de sus vertidos con soluciones biológicas. Plantaron juncos y papiros que ofician de «filtros patanosos» que frenan muchos elementos nocivos antes de que el agua retorne limpia al río Kafue.
«Las plantas que actúan como filtros biológicos también pueden servir para obtener modestos ingresos, por ejemplo haciendo canastas de juncos», indicó Nyambe.
La propuesta del jefe tonga de crear un área de conservación no fue bien recibida al principio por los pastores, quienes temieron perder el acceso a la valiosa vegetación de la que dependen en la estación seca.
Finalmente superó la resistencia y pudo crear el Área de Conservación de Mwanachingwala en tierras donadas por las mayores plantaciones de caña de azúcar de la zona y otras tierras comunales.
La reserva comenzó con 33 zebras y 130 impalas y ahora hay antílopes lechwe, poco comunes, y otra especie típica del ecosistema que se conoce como sitatunga.
La reserva cuenta con el apoyo de la Autoridad de Vida Silvestre de Zambia y recibió una licencia para operar en el entendimiento de que los ingresos por el turismo se utilizarán para proyectos comunitarios, como escuelas y clínicas, así como la entrega de pequeñas prestaciones a la población directamente afectada por la creación de la reserva.
La iniciativa para proteger las llanuras de Kafue resultó exitosa porque contó con la participación de los actores de larga data y con mayor presencia e intereses en la zona, indicó Nyambe.
Los conservacionistas consideran que los logros obtenidos en la reserva sirven de modelo para proteger otros humedales de Zambia, como las llanuras de Barotse y los pantanos de Busanga-Lukanga, aguas arriba de los bañados de Kafue.
* Este artículo es parte de una serie de reportajes sobre biodiversidad producida por IPS, CGIAR/Bioversity International, IFEJ y PNUMA/CDB, miembros de la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org).