La agricultura itinerante puso en peligro a la selva del distrito de Karonga, en el norte de Malawi. El herborista Benjamín Kalowekamo lo sabe bien porque depende de las especies locales para preparar sus mejunjes curativos.
"Algunos tipos de árboles, bajo los cuales nuestros ancestros rogaban al cielo que les trajera agua, fueron derribados para cultivar y tener leña. La vida corre peligro si no se protege la naturaleza", señaló Kalowakamo, quien vive en la aldea de Mwalwanda, cerca de Karonga. "Cultura y ambiente son inseparables", apuntó.
Suele atribuirse a los herboristas culpa por la pérdida de flora autóctona, pero Kalowakamo decidió unirse al programa del Centro de Cultura y Museos de Karonga para luchar contra la deforestación. Su tarea es ayudar a enseñar a las comunidades locales la importancia de preservar las plantas indígenas.
LIMPIANDO EL TERRENO
En busca de terrenos fértiles, los pequeños agricultores de Malawi practican una agricultura itinerante, limpian nuevas parcelas de selva cada un par de años.
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Hace unos 30 años, Kalowekamo podía recoger los ingredientes necesarios para preparar sus medicinas naturales a pocos pasos de su casa. Tiene una gran cantidad de clientes porque en las zonas rurales de Malawi, la gente primero acude a los herboristas o médicos tradicionales antes de ir a una clínica o a un hospital.
"Pero eso es historia. Ahora tengo que caminar más de 20 kilómetros, lo que implica cerrar mi consultorio dos días o más. No es bueno para mi práctica", se lamentó.
El programa contra la deforestación apunta a cambiar la situación. El Centro se propone plantar árboles en los próximos cuatro años y etiquetar plantas en 27.000 hectáreas.
La iniciativa beneficiará de forma directa a 100.000 personas. En otras partes del distrito, 300.000 más verán los resultados de la reforestación y de la protección de la cuenca, señaló Archibald Mwakasungura, uno de los fundadores del museo y gerente del proyecto.
"El programa incluye etiquetar plantas y árboles para que la gente conozca su importancia y la necesidad de protegerlos. También tratamos de conservar la cuenca reforestando con especies indígenas y exóticas", explicó.
Para atender la necesidad de leña, el proyecto impulsa a la población a cultivar especies exóticas específicas que crecen rápido y que pueden cortarse sin dañar el ambiente.
También enseña a crear viveros, administrar un área boscosa, conservar recursos naturales, hacer mapas y gestionar la selva.
GENERANDO CONFIANZA
Para lograr la participación de la población, el Centro buscó la colaboración de Kalowekamo, quien, como herborista, es una figura influyente en la comunidad. Él convence a la gente de cambiar sus prácticas.
"Quiero conservar lo que heredé de mis ancestros para seguir ayudando a la comunidad", explicó Kalowekamo.
El jefe de la aldea de Mwalwanda, Joseph Mwalwanda, también reconoce el impacto negativo de la deforestación, que los expone a periodos de sequías e inundaciones.
Mwalwanda atribuye a los agricultores la degradación del suelo y la deforestación, pero también la falta de agua en ríos y arroyos. Con la pérdida de la cubierta vegetal, el suelo no absorbe el líquido, que se pierde.
Cambiar las prácticas agrícolas es un proceso lento. El proyecto, que comenzó hace cuatro años, todavía no da resultados.
"La gente espera que ríos y arroyos comiencen a fluir", señaló Jando Nkhwazi, director de la Fundación Rural para la Reforestación de Mzuzu, capital de la Región Norteña, que también participa en el proyecto.
Pero no habrá resultados tangibles hasta dentro de 10 años, el tiempo que demoran los árboles en tener un tamaño medio.