Daniel Ngetich y Patrick Kipngetich están recluidos en una prisión de Kenia. A menos que un tribunal ordene lo contrario, seguirán allí durante ocho meses hasta que completen su tratamiento contra la tuberculosis.
Henry Ngetich, quien también fue arrestado por no someterse al tratamiento, terminó en un hospital porque está en una situación crítica.
Cuando un médico en Kenia le dice a su paciente que tome una píldora tres veces al día, a menudo no tiene cómo asegurarse de que sus instrucciones se cumplirán. Y cuando la medicina en cuestión es para una enfermedad tan contagiosa como la tuberculosis, abandonar el tratamiento puede ser nefasto.
Muchos dejan de tomar su medicación apenas sienten que han recuperado fuerzas, especialmente cuando la terapia dura meses.
La decisión del gobierno keniata de arrestar y encarcelar a pacientes con tuberculosis fue condenada por organizaciones que consideran que se trata de una violación a los derechos humanos.
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"Todos tienen derecho a una atención médica de calidad, y ésta debe brindarse con dignidad y respeto", dijo Pascaline Kangethe, del capítulo keniata de ActionAid International.
"Éste es un caso de discriminación, y es probable que la medida haga que otros que necesitan tratamiento no lo busquen por temor a ser arrestados", agregó.
Nelson Otwoma, presidente de la Red de Personas que Viven con VIH/Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), dijo que los dos hombres están presos en condiciones deplorables y no tienen acceso a una adecuada alimentación, fundamental para el tratamiento contra la tuberculosis.
"Cuando los visitamos vimos que estaban recluidos en la misma celda que otros prisioneros. No estaban aislados. Para empeorar las cosas, los trataban como delincuentes comunes, esposados y vigilados por guardias armados", relató Otwoma.
En declaraciones a IPS, el director del Programa Nacional de Control de la Lepra y la Tuberculosis, Joseph Sitienei, defendió la acción del gobierno, diciendo que éste había actuado para salvaguardar el interés de los demás, tras recibir quejas de familiares.
"El funcionario de salud pública en esa región actuó dentro de la ley y bajo la sección 27 de la Ley de Salud Pública, que lo autoriza a tomar las medidas necesarias, entre ellas detener a pacientes infectados para impedir la propagación de una enfermedad", dijo.
Según estimaciones de 2008 de la Organización Mundial de la Salud, cada día mueren 5.000 personas de tuberculosis en el mundo.
Además de Kenia, otros varios países han considerado encarcelar a los pacientes para controlar el avance de la tuberculosis.
En 1994, las autoridades sanitarias israelíes iniciaron procedimientos legales para aislar obligatoriamente a una persona sin hogar que padecía tuberculosis resistente a múltiples medicamentos y que no estaba cumpliendo con el tratamiento.
En 2007, el descubrimiento en Sudáfrica de casos de tuberculosis extremadamente drogorresistente y muy resistente a los fármacos alentó un debate sobre el aislamiento obligatorio. Entonces se decidió mantener en cuarentena a esos pacientes en centros como el Brooklyn Chest Hospital de Ciudad del Cabo.
"Hay desafíos que no tienen respuesta", dijo a la South African Press Agency el superintendente médico de ese hospital, Simon Moeti.
"Hay personas que se niegan a recibir tratamiento, personas que quieren huír", señaló.
Otwoma dijo que la encarcelación de los dos hombres en el keniata valle de Rift transmitió el mensaje equivocado, causando pánico entre otros pacientes con tuberculosis que dejaron de tomar sus medicinas.
"Visitamos la casa de Daniel. Su esposa señaló que su bebé más pequeño estaba tosiendo, pero ella temía realizarle análisis por temor a que la encarcelaran junto con su hijo para facilitar el tratamiento", relató.
Bajo la Ley de Salud Pública, garantizar la seguridad de los otros está por encima del derecho de un individuo a su propia comodidad. Cuando a un paciente se le diagnostica una enfermedad infecciosa, es pasible de ser aislado para impedir la propagación del mal, en general en salas especiales de hospitales públicos.
Pero Allan Ragi, director ejecutivo del Kenya AIDS NGOs Consortium (consorcio de organizaciones no gubernamentales sobre el sida en Kenia), dijo que los hospitales estatales no cuentan con tales instalaciones.
El Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria concedió a Kenia "19 millones de dólares para construir una sala de aislamiento en el Hospital Nacional Kenyatta. Cinco años después, ésta todavía no se ha terminado", dijo Ragi.
"Este país está en riesgo de padecer una epidemia de tuberculosis resistente a múltiples fármacos, porque no tenemos la capacidad de analizar a todos y de controlar que realicen el tratamiento", señaló.
En vez de concentrarse en arrestar a quienes no se someten a las terapias, el gobierno debería invertir en crear conciencia sobre la enfermedad, capacitando a voluntarios "que trabajen en la comunidad para enseñarles a otros que la tuberculosis es curable pero que es necesario realizar el tratamiento", agregó.
Según el gobierno, las dos personas que fueron encarceladas habían contraído la tuberculosis resistente a los medicamentos, pero activistas por los derechos humanos niegan esto, diciendo que no se realizaron análisis para confirmarlo.
A fines de 2009, Kenia tenía 110.065 casos de tuberculosis. La proporción de personas que no se someten al tratamiento es de cinco por ciento, y el gobierno está abocado a reducirla a tres por ciento.
También para 2009, Kenia tenía 500 casos de tuberculosis resistente a múltiples medicamentos. Sólo 117 están en tratamiento. Esa cepa es resistente a dos de los fármacos más poderosos de primera línea contra la enfermedad. Sin embargo, puede curarse con prolongadas terapias con costosos medicamentos de segunda línea, que tienen más efectos adversos.
Tratar un solo caso requiere más de 16.250 dólares en medicinas. Kenia se ubica en el 13 puesto de la lista de países más afectados por la tuberculosis que elabora la Organización Mundial de la Salud.