Infancia africana requiere ayuda para cambiar su destino

Cuando agobian la sed, el hambre, el sol y la soledad, criar cabras es arduo. Y «puede durar por siempre», ya que la tarea se comienza «de niña, luego como esposa, embarazada, madre e incluso abuela», dice la keniata Rukia Ibrahim, a cuya hermana menor, de 13 años, casaron con un pastor.

Ibrahim procede de una familia nómade de la Provincia Nororiental de Kenia, donde escasean los profesionales calificados y donde, entre 1991 y 2005, apenas dos muchachas cursaron estudios de grado en universidades públicas.

En esa provincia los padres y las madres también exhiben una gran apatía hacia la educación femenina.

Pero Ibrahim no quiere pasar toda su vida criando cabras. Para que ella y otros niños y niñas del mundo tengan un futuro mejor, es necesario que los gobiernos y las agencias de asistencia inviertan primero en los niños más pobres y en sus comunidades.

Así lo señalan dos informes mundiales que el día 7 presentó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), indicando que así los países podrán cumplir más rápidamente los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio.
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Los dos estudios, titulados "Narrowing the Gaps to Meet the Goals" ("Reducir las diferencias para alcanzar los objetivos") y "Progress for Children: Achieving the MDGs with Equity" ("Progreso para la Infancia: Lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio con equidad"), revelaron flagrantes desigualdades entre los niños nacidos en familias pobres y los que proceden de familias más ricas de África subsahariana y Asia meridional.

Los informes establecen que estas desigualdades atentarán contra el logro de los Objetivos del Milenio, y los gobiernos necesitarán redefinir sus prioridades de inversión para centrarse en quienes más las necesitan, a fin de favorecer a los niños más pobres.

Ibrahim es una de quienes pueden beneficiarse de tales inversiones, que la sacarán del ciclo de la pobreza. Ella es beneficiaria de un programa de becas para niñas pobres con una alta capacidad intelectual.

El programa, que Unicef y el Ministerio de Educación iniciaron en 2006, aspira a abordar el bajo desempeño de las niñas en las escuelas de la Provincia Nororiental. Desde su creación ha admitido a 300 niñas, aumentando la cantidad de niñas que pasan de primaria a secundaria.

Mientras que entre 1991 y 2005 sólo dos niñas de la Provincia Nororiental se inscribieron en cursos regulares de grado en universidades del Estado, de las que se presentaron a los exámenes del último año escolar en 2009 apenas 59 por ciento alcanzaron la nota C+ y superior, que es la que se requiere para ir a la universidad.

Para Ibrahim, la oportunidad de recibir educación ha marcado una enorme diferencia. Cuando vio que su hermana se casaba siendo tan joven tuvo claro el panorama de cómo sería su propio destino si no tuviera esa educación, dijo.

"La educación puede conducir a un mejor sustento… así que he decidido dedicar lo mejor de mí a los libros, para cambiar mi futuro", expresó esta alumna del décimo grado.

Pero se necesita un compromiso más fuerte de los gobiernos para concretar el cambio. Hellen Tombo, asesora panafricana de Plan International —una organización que trabaja por los niños en 48 países en desarrollo—, dijo que en África subsahariana la falta de voluntad política y la mala gobernanza conspiran contra el logro de los Objetivos del Milenio sobre la infancia.

Esos Objetivos, definidos en 2000 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza y hambre (en relación a 1990), garantizar la educación primaria universal, promover la igualdad de género y reducir la mortalidad infantil y la materna.

Y también combatir el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el paludismo y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo, todo esto con 2015 como fecha límite.

"Las actitudes tradicionales, fuertemente arraigadas y tendenciosas sobre la edad y el género, están retrasando la emancipación de niños, niñas y mujeres, y nuestros gobiernos no están respondiendo bien", dijo Tombo.

Edward Ouma, presidente de la no gubernamental Children’s Legal Action Network, coincidió. Los gobiernos de África subsahariana se han centrado en prioridades equivocadas, como un fuerte gasto en cuestiones militares, en detrimento de la salud, la educación e infraestructura como carreteras y hospitales, sostuvo.

"Los países de África subsahariana tienen que invertir fuertemente en el sector educativo, a fin de aumentar el acceso para tods los niños y niñas, especialmente los y las pobres. También es necesario que inviertan en la reducción de la pobreza y que presenten iniciativas como transferencias directas de efectivo a familias vulnerables", dijo Ouma.

Tombo dijo que los presupuestos, planes y políticas nacionales tienen que estar en función de los Objetivos del Milenio cuyo cumplimiento está rezagado, como el de la salud materna.

"Necesitamos escuelas amigables con las niñas, con entornos de aprendizaje seguro y programas sensibles al género. Países como Ruanda y Ghana han sido muy estratégicos y han priorizado el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género… Han ilegalizado los matrimonios infantiles e implementado la obligatoriedad de asistir a la escuela", destacó.

Por ejemplo, en escuelas de esos dos países se brindan comidas adicionales, señaló Tombo. También se han eliminado los costos de los uniformes y las matrículas de exámenes. Se han creado centros educativos especiales para niños y niñas de comunidades marginadas, como las escuelas móviles para comunidades de pastores del norte de Kenia y Uganda.

Etiopía también se ha centrado en su sector de la salud, aumentando la cantidad de trabajadores comunitarios a 30.000, dijo Michael Klaus, jefe regional de comunicaciones de Unicef Kenia.

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