Como es habitual, niñas de la norteña región etíope de Tigray danzaron a mediados de este mes en la ceremonia de Ashenda, que celebra el fin de la temporada de lluvias. Pero esta vez hubo una razón adicional para festejar.
Mientras las niñas bailaban, aplaudiendo y tocando pequeños tambores, aparecieron dos burros que, ataviados con coloridas banderas nacionales y regionales, arrastraban una carreta amarilla.
Esto llamó de inmediato la atención de todos, especialmente de niños y niñas, cuya agitación creció cuando vieron que el vehículo estaba repleto de libros.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estima que apenas 45 por ciento de los niños y niñas de este país del Cuerno de África asisten a la escuela. Muchos padres no pueden pagar las cuotas escolares o comprar los útiles básicos para sus hijos.
Unicef informó que 62 por ciento de los hombres entre 15 y 24 años etíopes no saben leer ni escribir, mientras que la tasa de analfabetismo entre las mujeres es de 39 por ciento.
[related_articles]
En la Etiopía rural, la mayoría de los colegios tienen muy limitada infraestructura. Una biblioteca es un lujo.
El propio creador de la Fundación Etíope para la Educación y Libros para la Infancia, Yohannes Gebregiorgis, nació en la localidad rural de Negelle Boren en 1951, pero fue uno de los pocos que pudieron asistir a la escuela.
Emigró a Estados Unidos en 1982, donde se capacitó como bibliotecólogo y trabajó durante un tiempo en la Biblioteca Pública de la occidental ciudad de San Francisco.
"Pensaba con frecuencia en los niños y niñas de mi país", contó. "En el verano, cuando los niños estadounidenses hacían una larga lista de los libros que estaban leyendo, sabía que los etíopes estaban jugando con pelotas de trapo y latas".
Yohannes decidió crear la Fundación para llevar libros a los niños etíopes. Uno de sus proyectos es la Biblioteca Móvil en Burro. La primera fue creada en la central localidad de Awassa en 2005, donde provocó tanto entusiasmo como el que se vio este mes en Tigray.
Dentro de la carreta tirada por los burros hay 40 estantes. Allí hay libros nuevos y usados provistos por la Fundación, que los niños pueden pedir prestados para leer.
La biblioteca es administrada por dos personas. Uno de los asistentes a veces lee en voz alta para los niños, pero la mayoría de estos prefieren elegir un texto por sí mismos para ojearlo solos o con amigos. Incluso muy pequeños, menores de cinco años, buscan libros con ilustraciones.
Los niños "quedaron encantados con los burros, hermosamente decorados y tirando una carreta colorida llena de libros. Fue una nueva experiencia para todos los habitantes del pueblo y un día memorable para mí", contó Yohannes.
Este hombre ganó el Premio al Héroe entregado por la cadena estadounidense CNN en 2008 por sus esfuerzos para promover la lectura entre los niños.
La Fundación ha enviado decenas de miles de libros a Etiopía, algunos donados y otros comprados con las ganancias que Yohannes recibe por un texto infantil propio que publicó en 2002.
Otro libro de su autoría, titulado "A Tirhas le encanta Ashenda", fue distribuido gratuitamente en el día de la inauguración de la biblioteca móvil.
Este último libro está escrito en inglés y en la lengua autóctona tigrigna. La mayoría de los otros textos están en el idioma oficial de Etiopía, el amárico, o en inglés.
Janet Lee es una bibliotecaria profesional estadounidense que se ofreció como voluntaria para trabajar con Yohannes.
"Es importante que todos los niños tengan acceso a libros. Cada uno tiene diferentes intereses en cada etapa de su vida, y al leer y crecer en conocimiento tienen la oportunidad de explorar esos diversos intereses y desarrollarlos", sostuvo Lee.
"Generar un hábito de lectura ayuda a mejorar las capacidades. El niño debe alfabetizarse en su idioma materno y luego ganar conocimiento en otras lenguas usadas comúnmente. El multilingüismo es un beneficio para la realización en la vida y las aspiraciones de carrera", agregó.
Lee también trajo libros y computadoras donadas para una biblioteca juvenil más convencional en un edificio municipal de Mekelle, capital de la región de Tigray.
La Biblioteca Móvil en Burro sale todos los días, excepto los domingos, desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, y se dirige a un lugar de la aldea donde los niños pueden encontrarla fácilmente, a veces cerca de alguna escuela.
Algunas familias tienen tarjetas especiales que les permiten a los niños llevarse prestados los libros a su casa. En otros casos, los maestros se hacen responsables por el texto.
Regat, de 12 años, está en séptimo año. "Me gusta leer, y hay muchos libros hermosos. Mis favoritos están en amárico, pero me gusta leer también en inglés y en tigrigna", señaló.
La Fundación opera decenas de bibliotecas móviles en zonas rurales. También instaló 11 bibliotecas convencionales, la mayoría en escuelas.