Precious Nabwire casi muere al dar a luz a su cuarto hijo. Ginecólogos keniatas apuestan a un fármaco que controle las hemorragias post-parto y ofrezca una mayor protección a las mujeres que corren un peligro similar. Ya existe, se llama misoprostol y es común que se lo use con fines abortivos.
La hija de Nabwire, llamada Chausiku ("la de la noche", por haber llegado al mundo justo luego de medianoche) nació en su casa.
"Mi trabajo de parto comenzó de noche, y ni siquiera consideré llegar al hospital de Pumwani porque tendría que haber ido en taxi, lo que me habría costado 1.000 chelines keniatas (12,50 dólares)", relató Nabwire.
La mujer mandó a buscar a una partera tradicional que vivía cerca de su hogar, segura de que el parto sería tan fácil como los tres anteriores.
"Cuán equivocada estaba. Tal como preví, el trabajo de parto fue breve, pero luego la placenta no salía. Comencé a padecer severos dolores, pero la partera tradicional me aseguró que apenas saliera la placenta cederían", dijo Nabwire.
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Veinte minutos después se retorcía de dolor, que era peor que previo a dar a luz. Sangraba abundantemente y la expresión que vio en el rostro de las parteras no la tranquilizó.
"Afortunadamente, la placenta salió y el sangrado disminuyó. Pude esperar hasta la mañana para ir al hospital. Sin embargo, al día siguiente estaba muy débil y tuve que estar una semana internada", recordó.
Las hemorragias post-parto son una de las cinco causas principales de las muertes maternas en Kenia. En toda África son responsables de un tercio de esos fallecimientos, según estadísticas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
La Sociedad Obstétrica y Ginecológica de Kenia impulsa el registro del fármaco misoprostol, a menudo conocido por su marca comercial Cytotec, por sostener que puede ser muy efectivo para controlar los sangrados posteriores al alumbramiento, en particular en contextos carenciados.
Según el último estudio nacional de salud demográfica, difundido en 2009, 57 por ciento de las mujeres de Kenia dan a luz en sus hogares.
El obstetra y ginecólogo Omondi Ogutu dijo a IPS que si el misoprostol estuviera disponible en centros de salud comunitaria ayudaría a salvar las vidas de millones de mujeres, "que mueren por hemorragias post-parto o por abortos" realizados en malas condiciones.
"Actualmente, el misoprostol está registrado para el tratamiento de úlceras estomacales, pero nosotros queremos que se amplíe la política para su uso, a fin de permitir que se lo emplee con fines ginecológicos", señaló, agregando que se trata de un fármaco barato, que se consigue por apenas 240 chelines (unos tres dólares).
Joachim Osur, experto en salud reproductiva que trabaja para la organización no gubernamental Ipas, dijo que 20 por ciento de las muertes maternas en Kenia están directamente vinculadas al sangrado posterior al alumbramiento.
El no poder expulsar la placenta, como le ocurrió a Nabwire, suele ser fatal.
Investigaciones realizadas sobre la seguridad y al eficacia del misoprostol han mostrado que el medicamento interrumpe inmediatamente el sangrado, mientras que ayuda al útero a expeler la placenta.
"El misoprostol es un fármaco muy efectivo. Sin embargo, la controversia que rodea a su uso para procurar abortos ha ensombrecido sus méritos", dijo Osur.
"Quienes se centran en su uso como abortivo están equivocados, y en el proceso hacen que las mujeres de este país se pierdan sus muchos roles beneficiosos", agregó.
Los temores de quienes se resisten a que sea más fácil acceder al medicamento quedan ilustrados por la experiencia de Namibia, donde el misoprostol es ampliamente usado para inducir abortos.
Igual que en Kenia, en Namibia los abortos legales se restringen a los casos de violación, incesto o cuando corre peligro la vida de la mujer.
Osur advirtió que las restrictivas leyes sobre el aborto hacen poco por disuadir a las mujeres que quieren practicarse uno. Se estima que cada día mueren unas 800 mujeres por abortos mal hechos en Kenia. Muchas de ellas fallecen a raíz de hemorragias.
"No tenemos ninguna política sobre el uso del misoprostol porque los funcionarios del Ministerio de Salud que deberían formular esa política se ponen nerviosos en torno a la cuestión del aborto. El temor es que el misoprostol se use con fines de inducir abortos", explicó Osur.
El experto sostuvo que el Ministerio debería presentar pautas que amplíen el uso aprobado del fármaco, al tiempo de garantizar que sólo puede obtenerse en centros de salud, incluyendo las clínicas comunitarias, donde más se lo necesita.
"Con un uso controlado, este fármaco no necesariamente será mal empleado. La realidad es que si una mujer que ha dado a luz toma este medicamento no enfrentará ningún riesgo de morir desangrada. Esto será muy beneficioso para las mujeres de áreas remotas, que fallecen cuando son trasladadas de centros de salud pequeños a hospitales más grandes", dijo Osur.
En febrero, Nigeria se convirtió en el primer país africano en registrar el misoprostol con usos obstétricos. Sin embargo, el gobierno restringió su uso a los profesionales de la salud que trabajan en centros médicos, lo que resulta irónico en un contexto donde 75 por ciento de las mujeres dan a luz en sus hogares, con la ayuda de asistentes tradicionales de partos.