Aunque tratado por mucho tiempo como un problema exclusivo de los países de altos ingresos, el cáncer es hoy una importante causa de muerte también en el Sur en desarrollo. Un grupo de expertos piden nuevas estrategias para afrontarlo en los países más pobres.
Un documento divulgado el domingo en la publicación médica The Lancet y redactado por Paul Farmer, Julio Frenk, Lawrence Shulman y Felicia Knaul, de la Iniciativa por Equidad Global de la Universidad de Harvard, busca llamar la atención sobre las desigualdades a nivel mundial en los estándares del tratamiento contra el cáncer.
"El cáncer en los países en desarrollo sigue siendo una imprevista y poco reconocida prioridad de salud", dijo Knaul a IPS, añadiendo que "todavía es considerada una enfermedad de los ricos y del mundo industrializado".
De las 7,6 millones de personas que mueren de cáncer cada año, dos tercios son de países en desarrollo.
En 1970, sólo 15 por ciento de los casos de cáncer reportados eran de países de ingresos bajos y medios. En 2008, la cifra creció a 56 por ciento, y se pronostica que alcanzará la marca de 70 por ciento en 2030.
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Esta creciente proporción es acompañada por una caída de la mortalidad de enfermedades infecciosas. Las tasas de supervivencia para determinados tipos de cáncer, como el cervical, el de mama y el testicular, están directamente relacionadas con los ingresos del país donde se detectan.
En naciones occidentales, como Estados Unidos, la incidencia y la mortalidad del cáncer disminuyeron desde los picos registrados en los años 90, gracias a la amplia disponibilidad de tratamientos efectivos a bajo costo, una mejor prevención y la mayor conciencia pública.
Sin embargo, el acceso al tratamiento en los países del Sur es más limitado. Por tanto, los autores del documento, coordinadores de la Fuerza de Tareas Mundial para un Acceso Expandido a la Atención y el Control del Cáncer en Países en Desarrollo (GTF.CCC), subrayaron la importancia de la prevención.
Más intensas campañas contra el tabaco y una amplia disponibilidad de vacunas contra el virus del papiloma humano y contra la Hepatits B disminuirían la incidencia del cáncer y reducirían los costos de los tratamientos a largo plazo.
"Muchos de los tratamientos para el cáncer no son tan caros, incluyendo los de mitigación y control del dolor", dijo Knaul.
En los últimos 10 años ha aumentado la asistencia financiera internacional para mejorar los recursos de salud en los países pobres, pero la atención se ha concentrado principalmente en enfermedades infecciosas como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y la tuberculosis.
Los programas para combatir esas enfermedades han logrado reducir el número de personas afectadas y ofrecido una atención más accesible.
Los desafíos que afrontaban en un principio esas iniciativas son similares a los que tienen hoy por delante los defensores de una mejor atención y prevención del cáncer.
Críticos señalan que los recursos para la salud mundial no deberían gastarse en vacunas caras y en atención al cáncer, y que esos complejos tratamientos no serían posibles en el débil marco de los sistemas sanitarios de los países en desarrollo.
Pero Knaul sostuvo que "el control y la atención del cáncer pueden ser ofrecidos en maneras que fortalezcan todo el sistema de salud, reforzando la capacidad de proveer atención también para otras enfermedades".
"Debemos eliminar el argumento de que sólo se puede atender una cosa y comenzar a incrementar la disponibilidad de recursos para fortalecer los sistemas de salud y atender las necesidades de los pacientes", afirmó.
Una de las mayores dificultades en los países de escasos recursos es la ausencia de especialistas y oncólogos. Sin embargo, las últimas experiencias en Malawi, Haití y Ruanda demuestran que aun ese obstáculo no es insalvable.
En colaboración con los respectivos ministerios nacionales, la organización Socios en la Salud ayuda a administrar clínicas en distritos rurales, y ante la falta de especialistas ha capacitado a médicos y enfermeras locales.
No obstante, "el alcance de esas experiencias piloto se ha visto empequeñecido por la expansión de la enfermedad", reconoce el documento.
Según los autores, es importante que el tratamiento contra el cáncer sea brindado en forma gratuita, aunque admiten que esto es difícil por la falta de fondos.
Un ejemplo positivo, señalaron, es la inclusión de los tratamientos oncológicos en los programas nacionales de seguro médico de México y Colombia.
Sin embargo, aunque exitosas, estas lecciones son difícilmente aplicables en otras naciones, ya que muchas carecen de seguros médicos nacionales y no ofrecen protección financiera en salud a los pobres.
Para los países con menos ingresos, "expandir el apoyo internacional será esencial", dijo Knaul a IPS.
"Se deben movilizar recursos mundiales, y éstos deben ser aplicados en formas que fortalezcan los sistemas de salud en su totalidad, ofreciendo protección financiera con especial atención a los segmentos más pobres", añadió.