Seis barcos pesqueros yemeníes capturados el mes pasado en aguas territoriales de Egipto causaron preocupación por su carga inusual: varios kilómetros de sedal y más de 20 toneladas de carne de tiburón.
"La captura de esos barcos proveyó más evidencia de que se lleva a cabo una pesca comercial de tiburones en el mar Rojo", dijo Amr Ali, director ejecutivo de la Asociación de Conservación y Protección Ambiental de Hurghada (HEPCA), una organización no gubernamental egipcia.
"Lo alarmante es ver barcos llegando desde Yemen a pescar en nuestras aguas. Estos navíos no tienen aparejos normales para atrapar peces. Simplemente van detrás de los tiburones", señaló.
La pesca de escualos es un gran negocio. Más de 73 millones son capturados cada año para alimentar un mercado que los pone en riesgo de extinción.
Los pescadores le dan poco valor en la carne del tiburón, ya que tiene gran cantidad de ácido úrico y casi no se vende en el mercado. Pero las aletas, cocinadas en sopas, constituyen un manjar en Asia que se vende, por ejemplo, a más de 100 dólares el tazón en Hong Kong.
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Aunque el plato se ha consumido durante siglos, el éxito económico de Asia oriental en las últimas décadas permitió un incremento de la demanda. El número de consumidores creció de pocos millones en los años 80 a más de 300 millones hoy.
"Durante los últimos 25 y 30 años, en los que ha aumentado la riqueza de China, la demanda de sopa de aleta se incrementó y, ya que no hay límites al número de escualos que pueden ser capturados, se generó una dinámica en la que 30 por ciento de las especies de tiburones del mundo están amenazadas", dijo Matt Rand, director de la campaña Conservación Mundial del Tiburón del Grupo Ambiental Pew.
Según Rand, los tiburones son depredadores que desempeñan un importante papel en la regulación de las poblaciones marinas. Estudios han demostrado, por ejemplo, una correlación entre la disminución del número de tiburones y la creciente frecuencia de los enjambres de medusas.
Muchos pescadores comerciales atrapan tiburones accidentalmente cuando intentan capturar otras especies, pero otros deliberadamente usan varios kilómetros de sedal con miles de anzuelos con cebo para cazarlos.
Para ahorrar espacio en sus embarcaciones, les cortan las aletas y los lanzan vivos de nuevo al mar para que mueran allí. Las extremidades son luego secadas o congeladas y enviadas a los mercados de Asia oriental.
Grupos de conservación marina consideran que esta práctica, llamada "finning" (por "fin", aleta en inglés), es cruel y un despilfarro.
"Sin sus aletas, el tiburón se asfixia (deben nadar para poder respirar a través de sus ranuras bronquiales) o se desangra hasta morir", explicó Elizabeth Wilson, científica marina y encargada de una campaña sobre pesca de la organización Oceana, con sede en Washington.
"Es algo similar a lo que ocurre con el comercio de marfil, en el que los animales son cazados sólo por una parte de su cuerpo, que es vendido a muy alto precio en el mercado internacional, y así se diezma a las poblaciones salvajes", añadió.
El lento ciclo reproductivo de los escualos los hace especialmente vulnerables ante la pesca excesiva.
"Los tiburones no tienen potencial biológico para la extracción comercial", dijo Rand a IPS. "No son como otros peces que dejan miles de huevos y se reproducen muy rápidamente. Estos lo hacen de forma muy lenta y sólo tienen unas pocas crías".
La captura excesiva ha diezmado las poblaciones de tiburones en el mar Mediterráneo, donde las 47 especies conocidas están amenazadas.
Un estudio publicado en 2008 en el Journal of Conservation Biology indicó que la población de cinco grandes escualos en ese mar se desplomó más de 97 por ciento en los últimos dos siglos. Algunas especies, como los tiburones martillo, han sido prácticamente exterminados en la zona.
Cuando la cantidad de animales disminuye en un área marítima, los pescadores comerciales se dirigen a otras. En los últimos años, las operaciones de "finning" se han concentrado en el mar Rojo, hogar de unas de las últimas poblaciones saludables de tiburones del planeta.
"Nuestros pescadores locales nunca estuvieron interesados en los tiburones. A nadie le gusta la carne, porque es gruesa y se vende a muy bajo costo", explicó Ali, de HEPCA.
"Hace aproximadamente una década, comenzaron a venir muchos chinos. Les enseñaron a nuestros pescadores que podían obtener buen dinero vendiendo las aletas, y que no tenían por qué quedarse con todo el animal. Sólo debían cortar las aletas y lanzar el resto al agua", añadió.
Egipto prohibió en 2005 esta práctica y muchos la abandonaron. Sin embargo, en los últimos meses creció la presencia de pescadores furtivos en el mar Rojo.
"Nuestras leyes de protección de tiburones les han dado a estos animales la oportunidad de reproducirse en forma segura, pero también nos ha convertido en objetivo de cada pescador de tiburones en la región", indicó Ali.
Egipto prohíbe la pesca de escualos a menos de 20 kilómetros de su línea costera, pero no hay límites legales para la captura de esos animales en el resto del mar Rojo. Capitanes de navíos reportan que la práctica del "finning" está "fuera de control" en aguas de Sudán y de Eritrea.
La Comisión del Atún del Océano Índico, organización intergubernamental que administra el mar Rojo, estableció como norma que las aletas de tiburón no pueden constituir más de cinco por ciento del peso de carne de tiburón a bordo de un barco.
Esta medida, aunque difícil de implementar, procura frenar la despoblación de los escualos y poner fin a la práctica del "finning".
"Tener que mantener todo el cuerpo los desalienta en cierta medida a capturar tiburones", explicó Rand, aunque reconoció que esto no detendrá la pesca.
La única verdadera esperanza, según los conservacionistas, es reducir la demanda de sopa de aleta. Los abrigos de piel antes estaban de moda, pero ahora son vistos como una muestra vulgar y de mal gusto. Se podría fomentar un cambio similar en la opinión pública sobre la sopa de aleta de tiburón, aseguran.
"Estamos tratando de educar a los consumidores sobre el origen de la sopa de aleta e informar que las poblaciones de tiburones están en problemas", dijo Wilson.
"Los mensajes parecen estar llegando, especialmente entre las generaciones más jóvenes, pero definitivamente va a tomar mucho esfuerzo", añadió.