El cambio climático distorsionará la agricultura en el Medio Oeste de Estados Unidos. La mayor cantidad de dióxido de carbono favorecerá el crecimiento de los cultivos, pero las más fuertes tormentas, sequías e inundaciones harán perder cosechas.
En general, hay señales de que los cultivos serán afectados, y que malezas e insectos extenderán su ámbito de acción. El clima en los estados del llamado Medio Oeste (que abarca parte del centro y noreste del país) ya se ha vuelto más húmedo y cálido, dijo Gene Takle, científico atmosférico en la Universidad del Estado de Iowa.
Eso podría permitir una extensión de la temporada de cultivos y un ahorro en aire acondicionado para los productores, pero no necesariamente garantizará más cosechas.
El modelo de Takle predice que las precipitaciones en el Medio Oeste se incrementarán 21 por ciento para 2040, en tanto el caudal de los arroyos crecerá 50 por ciento.
Sus conclusiones son similares a las del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y del estadounidense Programa de Investigaciones sobre Cambio Global.
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«El cambio climático está ocurriendo a un ritmo mucho más acelerado de lo que jamás esperamos hace 30 años», dijo Richard Leopold, director del Departamento de Recursos Naturales del central estado de Iowa.
Las grandes inundaciones de 2008, que destruyeron gran parte de Cedar Rapids, la segunda mayor ciudad del estado, intensificaron el debate. Un panel estadual hizo una serie de recomendaciones a fines de ese año.
«Si decidimos como estado reducir significativamente las emisiones de gases invernadero apresuradamente, de hecho podemos hacerlo», sostuvo el senador Rob Hogg, del gobernante Partido Demócrata y originario de Cedar Rapids. «Hay muchas cosas que podemos hacer sin costo, y otras que podemos hacer a un muy bajo costo».
Uno de los estudios de Takle utilizó la experiencia de Iowa para mostrar la presión que ya existe sobre los estados del Medio Oeste, principales exportadores de alimentos al exterior.
Por ejemplo, las precipitaciones crecieron gradualmente en Iowa durante el último siglo, pero pueden variar drásticamente de año en año. Las primaveras ahora son más húmedas, y los otoños más secos. Eso puede dificultar la plantación de maíz.
Los registros muestran un aumento de la humedad absoluta, lo que incrementa los riesgos de enfermedades y hongos dañinos en los cultivos.
Las tormentas veraniegas podrían volverse más intensas. El Medio Oeste de Estados Unidos ha luchado para evitar grandes inundaciones este año. Nuevos modelos pronostican lluvias más intensas y problemas asociados.
También, inviernos más cálidos podrían traer más probabilidades de lluvia que de nieve. Eso aumentaría aun más la humedad de la tierra.
Los registros analizados por Takle muestran que, en promedio, habrá cinco días más sin heladas al año en Iowa de lo que se constataba en 1950. Pero eso no significa que los productores tendrán más tiempo para cultivar, ya que también se registrarán cambios en los patrones de precipitaciones.
En general, Iowa tiene ahora inviernos menos severos, pero también pocos días de verano extremadamente calientes. Se espera que todo Medio Oeste se vuelva más caliente a mediados de este siglo, pero no tanto como otras partes del país.
El IPCC citó investigaciones sugiriendo que el aumento del dióxido de carbono (CO2) hará que los cultivos crezcan más rápido, pero añadió que al largo plazo estos dependerán de otros factores.
«Los resultados de un gran número de experimentos diseñados para examinar los efectos de las concentraciones elevadas de CO2 en los cultivos han generalmente confirmado la alta confianza en un efecto benéfico neto de fertilización, hasta cierto nivel», señaló el informe del panel.
El Programa de Investigaciones sobre Cambio Global hizo una predicción similar en un informe de septiembre pasado: «Muchos cultivos muestran respuestas positivas al dióxido de carbono elevado y con bajo recalentamiento, pero los niveles más altos de calentamiento afectan el crecimiento y los cultivos».
Esa organización también reportó otros problemas potenciales, como el trastorno de la ganadería. Un tema clave es la severidad de las lluvias esporádicas.
«Eventos extremos como fuertes chaparrones o sequías probablemente reducirán los cultivos debido a que los excesos y el déficit de agua tienen impactos negativos en las plantaciones», señaló.
Otra amenaza proviene de las plagas, tanto plantas como insectos, que se propagarán a áreas donde actualmente no se tratan los cultivos con pesticidas.
«Malezas, enfermedades e insectos se benefician del recalentamiento, y las malezas también se benefician de las mayores concentraciones de dióxido de carbono», indica el informe.
Ese fenómeno ya se constata en algunos campos. Los productores en zonas más calientes deben aplicar más pesticidas que sus pares del norte.
Por ejemplo, los cultivadores de maíz dulce en el sudoriental estado de Florida aplican pesticidas entre 15 y 32 veces al año, mientras que los del nororiental estado de Nueva York lo hacen cinco o menos veces.
Los científicos alertaron también que «el creciente calor, las enfermedades y los extremos climáticos probablemente reducirán la productividad ganadera».
«La calidad del forraje en las pasturas generalmente decae cuando crecen las concentraciones de dióxido de carbono», explicaron.
* Este artículo es parte de una serie de reportajes sobre biodiversidad producida por IPS, CGIAR/Bioversity International, IFEJ y PNUMA/CDB, miembros de la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org)