El crecimiento de la riqueza mundial no presagia nada bueno para la salud del planeta, señala el primer estudio exhaustivo sobre el consumo mundial, difundido esta semana.
Los mayores asesinos del planeta son el uso del combustible fósil y la agricultura, según "Impactos ambientales del consumo y de la producción: productos y materiales prioritarios", divulgado el miércoles por la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE), con sede en Bruselas.
El estudio, patrocinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se concentró en identificar los puntos conflictivos en términos de impacto ambiental para que políticos y gobernantes adecuen sus políticas de acuerdo con esa información.
Lo irónico es que son dos de los sectores más subsidiados, señaló Ernst von Weizsaecker, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega y uno de los presidentes del Grupo Internacional de Gestión Sustentable de Recursos.
Eso se suma a la enorme cantidad de pruebas sobre la necesidad de transformar de forma urgente el motor del crecimiento económico para que sea más verde y que el uso de los recursos sea más eficiente, concluyó el miércoles el Grupo Internacional.
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"La duplicación de la riqueza suele aumentar la presión sobre el ambiente entre 60 y 80 por ciento en lo que respecta al dióxido de carbono, y a veces más en las economías emergentes", señaló Von Weizsaecker.
La prosperidad creciente también cambió la dieta, ahora basada en un mayor consumo de carne y de productos lácteos. El ganado termina con la mayor parte de los cultivos del mundo y, de forma indirecta, con 70 por ciento del agua potable. Además es responsable de la mayor parte la contaminación por uso de fertilizantes, indicó el especialista desde Bruselas.
"Es claro que una dieta a base de carne requiere más tierra y fertilizantes y emite mucho más dióxido de carbono que una vegetariana", añadió Von Weizsaecker.
Países ricos como Estados Unidos, Japón y los de la UE "exportan" gran parte, o la mayoría, de los daños ambientales a las naciones en desarrollo al importar alimentos y otros productos, indica el estudio.
El aumento de emisiones de dióxido de carbono de China y la deforestación de Malasia es, en parte, una consecuencia directa de su mayor producción, consumida en América del Norte y Europa.
"El comercio internacional muestra claramente que los países ricos reubican su impacto" sobre la naturaleza, añadió Von Weizsaecker.
Ante tal escenario, "quizá, la actual forma de estructurar los acuerdos sobre la disminución de emisiones es obsoleta", señaló Ashok Khosla, presidente del Grupo Internacional y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
En el ámbito doméstico, los productos y servicios son los responsables del mayor impacto ambiental, no los automóviles, pese a la mayor eficiencia de los materiales y un mejor uso de la energía en las últimas décadas.
La eficiencia es mayor si se mide el gasto por dólar, pero la gente consume más, lo que impide toda mejoría, señaló Sangwon Suh, de la Universidad de California, también especialista del Grupo Internacional.
"Los políticos no pueden tomar en cuenta sólo las emisiones directas, deben estudiar el ciclo de vida total del consumo e incorporar su impacto en sus procesos de decisión", dijo Suh a IPS.
El Grupo Internacional sintetizó una biblioteca con los estudios más serios del mundo para suministrar análisis científicos de los productos, materiales, actividades económicas y estilos de vida que más daño causan al planeta.
"Es el primer análisis sobre qué actividades de consumo tienen mayor impacto" ambiental, remarcó Suh.
El uso de combustible fósil y la agricultura están entre las principales actividades más contaminantes, seguidas de la pesca industrial, también muy subsidiada, y la producción y el consumo metales y plásticos, entre otros, según el documento de 149 páginas.
Estas dos últimas actividades causan un gran daño a escala local, pero no tanto en comparación con las consecuencias de las dos primeras, añade.
"Fijar prioridades parece prudente para acelerar una economía verde que haga un uso más eficiente de los recursos y libere menos dióxido de carbón" a la atmósfera, señaló Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA.
"El mayor desacoplamiento a raíz de la degradación ambiental es el principal desafío para los gobernantes", reza una declaración de Steiner.
Pero no existe tal desacoplamiento, según el informe, ni ocurrirá en el futuro sin una fuerte intervención política, indicó, por su parte, Weizsaecker.
Gobernantes y economistas tendrán que abandonar su obsesión con el crecimiento económico como solución a todos los problemas, escribió el autor australiano Clive Hamilton en "Réquiem para las especies".
El crecimiento se volvió un poderoso símbolo de éxito y modernidad, pero no lo es, remarcó el investigador de la Universidad Nacional Australiana.
Se necesitará una enorme voluntad política para poner fin a la sociedad de consumo, en la que niños y niñas se ven bombardeados por avisos publicitarios que cuestan unos 17.000 millones de dólares al año sólo en Estados Unidos, indicó Hamilton.
Salir de compras ocupa gran parte del tiempo libre de las clases media y alta de China, que consumieron en 2005 más de 12 por ciento de los productos de lujo del mundo. Es el primer país detrás de Estados Unidos en la materia.