La Comisión Ballenera Internacional considera que prohibir totalmente la caza de estos cetáceos no es la manera más efectiva de trabajar para su conservación.
"La realidad es que, (aunque) la moratoria mejoró (la situación) de muchas especies, la caza de ballenas no se detuvo", declaró el jueves a la prensa Mónica Medina, al frente de la delegación de Estados Unidos ante la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
Después de 24 años de moratoria contra la caza comercial de las ballenas, la mayoría de las poblaciones de estos mamíferos se ha recuperado, pero la captura no cesó del todo, debido a que un puñado de países aprovechan lagunas en el tratado para evadir el objetivo de conservación.
En reconocimiento de esa falla, la CBI propuso el 22 de abril que sea legal cazar una cantidad limitada de ballenas, con el fin de que esta actividad sea sostenible.
Pero quienes trabajaron arduamente para que se aprobara la prohibición de 1986 reaccionaron con estupor. En toda la costa oeste de Estados Unidos se realizaron protestas el miércoles en contra de la autorización de la caza limitada de ballenas.
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La organización ecologista Greenpeace propone que se eliminen las lagunas legales que permiten a países como Japón la caza de cientos de ballenas cada año, supuestamente en nombre de la investigación científica. Islandia y Noruega también desobedecieron la prohibición.
La CBI se reunirá en junio en la sudoccidental ciudad marroquí de Agadir para discutir las medidas de conservación que se tomarán en los próximos 10 años. Su presidente, Cristián Maquieira, hizo hincapié el jueves en que la caza limitada de ballenas es una propuesta, y no una decisión aprobada.
"Los números se tratarán en Agadir", dijo Maquieira. "Nada se acordará hasta que todo se acuerde".
Maquieira ha repetido el mismo mensaje este último mes: el sistema actual no protege a las ballenas y es importante llegar a un acuerdo que todos los integrantes de la CBI acepten.
La CBI es una organización voluntaria y sus miembros pueden no acatar sus disposiciones o retirarse por completo de la misma.
Noruega, por ejemplo, presentó una objeción a la moratoria de 1986. Islandia se retiró en 1992 para reincorporarse en 2002, pero se reservó el derecho a no aplicar la veda. Japón retiró su objeción inicial a la medida de conservación, pero sigue capturando ballenas con permisos de investigación.
La zafra pasada, Japón se impuso una cuota en la captura de 935 ballenas minke y 50 ballenas de aleta, en peligro de extinción. Pero no cumplió la meta debido a manifestantes que obstaculizaron la caza en alta mar. Uno de los activistas, el neocelandés Peter Bethune, se declaró culpable el jueves de cuatro de los cinco cargos en su contra ante un tribunal japonés.
La caza de ballenas por Japón es uno de los problemas que Maquieira ve en el sistema actual. Japón considera que su cuota es muy baja, mientras Estados Unidos cree que es excesiva, según el presidente de la CBI.
Maquieira cree que sólo prosperará un arreglo que contemple igual número de concesiones tanto para los países balleneros como para aquellos que pretendan una mayor conservación.
"La negociación será muy intensa, pero espero que haya un resultado positivo en Agadir", dijo.
Un problema que las organizaciones conservacionistas ven en la propuesta actual es que permitiría la caza de ballenas dentro del Santuario Oceánico del Sur, donde la captura comercial está prohibida desde 1994.
Pero Japón suele cazar en esas aguas, un ejemplo más que pone de manifiesto que la CBI perdió el control sobre las actividades de los países balleneros.
Medina señala otro caso. Cuando en marzo se supo que un restaurante californiano vendía carne de ballena, la CBI no supo determinar su origen. La funcionaria cree que la institución podría cumplir más cabalmente su objetivo conservacionista si fuera capaz de rastrear la carne hasta el país infractor.
"La idea es limitar la captura de ballenas y que la misma quede bajo el control de la CBI", agregó.
"La CBI no está funcionando como debería es una organización que perdió el control de toda práctica ballenera, a excepción de la autóctona", precisó Maquieira.
La CBI considera que su propuesta hará que en la próxima década se mate 3.200 ballenas menos, en comparación con lo que ocurriría si se mantuvieran los niveles de captura del periodo 2005-2009. También sostiene que morirán 14.000 menos que si los límites fijados unilateralmente por países balleneros en 2009 no se cumplieran a lo largo de esos 10 años.
La caza de subsistencia que llevan a cabo comunidades indígenas está permitida bajo la moratoria, y no está incluida en esos números.
Estas propuestas fueron el resultado de un proceso que comenzó cuando la CBI determinó que debería iniciarse gestiones para que las ballenas quedaran bajo su órbita, dijo Maquieira.
Inicialmente este proceso fue burocrático, "pero luego quedó claro que se necesitaría más", agregó.
Todavía no está claro si se llegará a un acuerdo en Agadir.
Además, "Estados Unidos continuará trabajando en las propuestas, pero no considera que estén en un punto en el que se pueda llegar a un acuerdo todavía", dijo Medina.
La representante estadounidense expuso los objetivos de su delegación: mejorar la conservación de las ballenas y abordar amenazas como el cambio climático.
Aunque optimista, Maquieira prevé que las negociaciones serán muchas y complicadas antes de que las partes alcancen un acuerdo viable.