Estados Unidos invierte más que cualquier otro país en prevenir la mortalidad materna, pero cada vez más mujeres pierden la vida. La morbilidad ya supera a la mayoría de los países industrializados.
El estudio de Amnistía Internacional que divulgó los datos coincide con otros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La investigación "Maternidad: peligro de muerte" señala que la mortalidad durante el embarazo y el parto se duplicó en Estados Unidos en los últimos 20 años. De 6,6 cada 100.000 nacidos vivos, en 1987, pasó a 13,3 en 2006.
De las cuatro millones de mujeres que dan a luz cada año en Estados Unidos, mueren dos de cada tres al día por complicaciones vinculadas al embarazo.
Parte del aumento puede atribuirse a la mejor forma de llevar registros, pero el estudio sugiere que es más probable que, de hecho, las cifras subestimen el problema porque no existen requisitos federales para medir la mortalidad materna.
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Las estadounidenses tienen más riesgo de morir por causas vinculadas al embarazo que las mujeres de otros 40 países, cinco veces más que las griegas, por ejemplo, y cuatros veces más que las alemanas.
Además, otras 1,7 millones de mujeres, un tercio de todas las estadounidenses embarazadas, padecen algún tipo de complicación vinculada con la gestación que les deja secuelas.
Las complicaciones graves, aquellas en que la mujer corre riesgo de vida, aumentaron 25 por ciento desde 1998, según el estudio de Amnistía.
"Ninguna estadounidense debió morir en el parto en 2009, definitivamente podemos estar mucho mejor", señaló Michael Lu, profesor adjunto de obstetricia de la Universidad de California, de Los Ángeles.
Las razones por las cuales las estadounidenses tienen mayor probabilidad de morir en el parto que las mujeres de otras naciones industrializadas son complejas y obedecen a una variedad de factores.
Cuando quedan embarazadas, las estadounidenses tienen sobrepeso. Los últimos datos de mortalidad materna indican que una de cada cuatro, o una de cada cinco, mujeres mueren por enfermedades cardiacas o de los vasos sanguíneos, según un portavoz de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
También hay dificultades financieras y físicas para recibir atención médica, como la falta de profesionales en zonas rurales y el abuso de intervenciones riesgosas, como la inducción del parto y el alumbramiento mediante cesárea.
Cerca de la mitad de las muertes maternas de Estados Unidos pueden evitarse. Las embarazadas y las que acaban de parir pierden la vida por "fallas sistemáticas" del sistema de salud, según datos del CDC que figuran en el estudio de Amnistía.
Los indicadores sobre mortalidad materna de las afroestadounidenses son aún más impactantes. Tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades de morir durante el parto que sus compatriotas blancas. Incluso, las negras saludables mueren más que éstas últimas en buen estado de salud.
Una de las causas puede ser la presión alta. Las afroestadounidenses tienden a tener presión más alta que el resto de la población. Pero no hay que descartar otros factores como la pobreza y el racismo.
"Sabemos que el racismo y la pobreza generan mucho estrés", indicó JoAnne Fischer, directora ejecutiva de la Coalición de Atención Materna. "Sabemos que es una de las causa de la hipertensión y que ésta, la obesidad y la diabetes están vinculadas. Tenemos que asegurarnos de que las mujeres estén saludables al inicio del embarazo", añadió.
El aumento de la mortalidad materna llama la atención en comparación con la disminución continua registrada en el siglo XX.
La mortalidad era muy elevada en las maternidades del siglo XIX, llegando a veces a 40 por ciento de las parturientas. A principios del siglo XX, moría una mujer cada 100 nacidos vivos.
En 2005 murieron 11 mujeres cada 100.000 nacidos vivos. Pero la cifra comenzó a aumentar en los últimos años y casi se triplicó en la última década en California.
La disminución de la mortalidad materna obedeció a las mejoradas condiciones de asepsia, a las transfusiones de sangre y a una mejor atención prenatal.
Las recomendaciones para reducir la mortalidad materna incluyen el acceso a cuidados médicos, la existencia de emergencias obstétricas, la financiación y la atención intraparto. Además, el apoyo y la voluntad política desempeñan un papel importante. Sin ellos no se puede lograr avances en la materia.
El riesgo de morir durante el embarazo, el parto o el puerperio varía de forma significativa según la situación económica. Una de cada 26 mujeres pierde la vida en África, a diferencia de las naciones industrializadas, donde una de cada 7.300 pierde la vida.
Dentro de cada país, hay diferencias notorias en el acceso al personal médico capacitado, una intervención clave para mejorar la salud materna. Puede llegar a multiplicarse por seis la diferencia entre el quintil más pobre y el más rico.
La proporción de mujeres que realizan una planificación familiar está claramente vinculada a la riqueza, las más pobres quedan rezagadas respecto de las más ricas en todas las regiones.
Una mujer muere por minuto en el parto en el mundo, pese a que casi todas las causas pueden prevenirse. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se propuso en 2000 disminuir la mortalidad materna en 75 por ciento de 1990 a 2015, pero está muy lejos de alcanzar el objetivo.
En la Cumbre del Milenio, como se conoce a las instancias inaugurales de la Asamblea General de la ONU de ese año, 189 gobernantes acordaron ocho grandes objetivos de desarrollo, dentro de los que está la disminución de la mortalidad materna.
Las metas apuntan a reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil en dos tercios, entre 1990 y 2015.
También luchar contra la expansión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el paludismo y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.