Nunca hubo en la historia un mejor momento que éste para impulsar 
 el desarme nuclear. El deseo de librar al planeta de las 23.300 ojivas actualmente 
 acopiadas en los arsenales atómicos ha sido manifiestado en oportunidades recientes tanto 
 por líderes mundiales como por agrupaciones de la sociedad civil.
En abril pasado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declaró en un discurso en 
 Praga su intención de buscar la paz y la seguridad de un mundo sin armas nucleares. En 
 abril próximo Washington y Moscú firmarán un nuevo acuerdo bilateral en reemplazo del 
 Tratado de Reducción de Armas Estratégicas
 de 1991, que reducirá sus arsenales nucleares en 25%. Puesto Estados Unidos y Rusia 
 poseen el 96% de los arsenales nucleares, este acuerdo, aunque llega con largo atraso, es 
 muy bienvenido.
Para una creciente corriente de opinión el completo desarme nuclear no puede ser 
 alcanzado sólo con algunas iniciativas en tal sentido sino fundamentalmente a través de 
 un marco amplio y abarcador. Para ello, las organizaciones de la sociedad civil y un 
 número cada vez mayor de gobiernos están uniéndose a un llamamiento a favor de un 
 Convenio sobre Armas Nucleares (NWC).
En 1997, expertos no gubernamentales tomaron la osada iniciativa de proponer un modelo de 
 NWC. Un convenio de este tipo ha estado en discusión durante muchos años en foros 
 multilaterales. La discusión ha crecido en ímpetu en tiempos recientes tras el 
 relanzamiento de ese modelo de NWC en 2007. Se trata de un documento que ha sido aceptado 
 dos veces por las Naciones Unidas, en 1997 y 2007.
Mientras los gobiernos hablan, la sociedad civil propone nuevamente soluciones positivas 
 y pone en marcha las acciones para seguir la trayectoria lógica de una agenda realizable 
 para comenzar a trabajar en un NWC verificable y abarcador.
No se trata de un nuevo concepto, sino de una idea para la que ha llegado su hora.
Un NWC fortalecería el puñado de negociaciones sobre desarme ya en curso al prohibir la 
 producción de material fisionable y el desarrollo, las pruebas, el almacenaje, la 
 transferencia, el empleo y la amenaza de empleo de armas nucleares. A las partes se les 
 requeriría declarar todas las armas nucleares, materiales, instalaciones y vehículos de 
 traslado en su poder. Sucesivamente, se les exigiría abolir sus arsenales atómicos de 
 acuerdo con una serie de fases.
Cada año, alrededor de dos tercios de las naciones vota en la Asamblea General de la ONU 
 a favor de una resolución en la que se demanda un pronto inicio de negociaciones sobre un 
 NWC. Esta votación es un reflejo de las encuestas encargadas por Global Zero en 2008 en 
 21 países según las cuales un 76% de las personas consultadas quería un acuerdo global 
 vinculante para abolir las armas nucleares dentro de un lapso especificado. El 
 Secretario General de la ONU ha propuesto un convenio en su plan de cinco puntos para un 
 mundo libre de armas nucleares. Las organizaciones de la sociedad civil y un número cada 
 vez mayor de gobiernos consideran de sentido común el alcance de un convenio o tratado en 
 tal sentido.
De modo que las barreras para una exitosa negociación de un NWC son políticas, no 
 técnicas. Es necesario que las declaraciones de intención de todos los gobiernos sean 
 seguidas por acciones. Integrantes de la sociedad civil global tales como la Campaña 
 Internacional para Abolir las Armas Nucleares, la asociación de Físicos Internacionales 
 por la Prevención de la Guerra Nuclear, Abolición 2000, Sokka Gakkai Internacional y la 
 Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad están trabajando conjuntamente en 
 esta agenda. Estos grupos, que representan a profesionales, gobiernos locales, mujeres 
 pacifistas, gente de fe o de visión se reúnen regularmente con gobiernos y diplomáticos a 
 fin de propulsar la agenda para un NWC.
El 5 de junio de este año, organizaciones de todo el mundo emprenderán acciones conjuntas 
 bajo el lema NWC ¡ahora podemos! para exigir a los gobiernos de todo el mundo que 
 movilicen la agenda por cero armas nucleares, impulsados por la preocupación de que 
 podrían no conseguirse progresos sustanciales en la conferencia de revisión del Tratado 
 de No Proliferación Nuclear (TNPN) de la ONU de mayo próximo.
Está creciendo la impaciencia con el viejo TNPN de hace 40 años dado que las amenazas de 
 proliferación continúan y que es insuficiente el progreso alcanzado en este período en 
 materia de desarme nuclear. Un NWC realzaría los compromisos existentes sobre desarme 
 contenidos en el Artículo VI del TNPN al proporcionar un mapa de ruta para la eliminación.
Precisamente ahora hay por lo menos 23.300 razones para perseguir la aprobación de un NWC 
 en el mundo. Y cada una de esas razones lleva consigo un imperativo para la acción. La 
 sociedad civil lo sabe. Éste es el momento para que los gobiernos satisfagan las 
 expectativas de la mayoría de los pueblos del mundo y preparen un NWC para abolir para 
 siempre todas las armas nucleares. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Dimity Hawkins dirige la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) 
 (http://icanw.org/).



 
								


