La capa de hielo que almacena miles de millones de toneladas de metano bajo las frías aguas del mar Ártico está dejando escapar ese gas de efecto invernadero a la atmósfera, según una investigación publicada este viernes en la revista especializada estadounidense Science.
No se sabe si esto puede ser uno de los primeros indicadores de un círculo vicioso que acelere el recalentamiento planetario.
Los investigadores estiman que anualmente se emiten ocho millones de toneladas de metano a la atmósfera desde la Plataforma Ártica de Siberia Oriental, lo que equivale a todo el metano liberado desde los océanos del mundo, que cubren 71 por ciento del planeta.
Los resultados de las mediciones realizadas ahora desde Siberia representan menos de dos por ciento de las emisiones mundiales de metano derivadas de fuentes con base en la tierra, como animales, arrozales o vegetación en proceso de putrefacción.
"Eso es muy significativo. Antes se presumía que esta región tenía cero emisiones", dijo a IPS Natalia Shakhova, investigadora de la Universidad de Alaska en Fairbanks.
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Las concentraciones de metano medidas sobre los océanos suelen ser de entre 0,6 y 0,7 partes por millón (ppm), pero ahora registran 1,85 por ciento en el mar Ártico en general, y entre 2,6 y 8,2 ppm en la Plataforma Ártica de Siberia Oriental, un área de aproximadamente dos millones de kilómetros cuadrados, dijo Shakhova.
Ella y su colega Igor Semiletov lideraron ocho expediciones internacionales a esa región, una de las regiones más remotas y desoladas del mundo. Sus resultados son los que publica la última edición de Science.
Los niveles globales de metano aumentan cada año desde 2007, tras haberse mantenido estables durante una década, informó Ed Dlugokencky, del Laboratorio de Investigaciones del Sistema Terrestre en Boulder —en el central estado de Colorado—, que funciona en la órbita de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
Los científicos comprobaron en 2007 un aumento del metano en el Ártico, pero esto no volvió a ocurrir en 2008, dijo a IPS por correo electrónico Dlugokencky, experto en metano atmosférico.
Él sospecha que las emisiones submarinas de Siberia no son nuevas, sino que han ocurrido durante algún tiempo.
Es necesario verificar por otros medios las estimaciones de Shakhova que hablan de ocho millones de toneladas, dijo. Sin embargo, reconoció que este estudio representa la primera medición directa jamás realizada en la región, y que enfatiza la urgencia de investigar más.
En los últimos años, los investigadores han experimentado conmoción al ver algunas zonas del mar Ártico "en ebullición", cuando los gases de las profundidades salen, burbujeantes, a la superficie.
Grandes sectores del suelo oceánico que se extienden a lo largo de áreas costeras fueron en realidad "permafrost", hielo permanente, que pasó a estado líquido hace miles de años, luego del gran derretimiento de la última era del hielo.
El permafrost es suelo congelado y contiene grandes concentraciones de carbono y metano. Las aguas extremadamente frías del Ártico y su cubierta helada mantenían el permafrost submarino a temperaturas suficientemente bajas como para que el derretimiento fuera muy lento. Hasta ahora.
En los últimos años, las temperaturas de la superficie de buena parte del paisaje ártico y siberiano, particularmente en el verano boreal, han subido entre seis y 10 grados en relación a los registros normales. Esto llevó a un enorme aumento en el caudal de muchos ríos que desembocan en el mar Ártico.
Shakhova y sus colegas creen que este incremento sustancial de aguas más cálidas en la poco profunda Plataforma de Siberia Oriental ha acelerado el derretimiento del permafrost submarino, fracturando la cobertura helada y permitiendo que el metano se filtre a la atmósfera.
"Lo que nos preocupa es que el permafrost submarino ya muestre señales de desestabilización", señaló la científica en un comunicado.
"Si se desestabiliza más, las emisiones de metano pueden no ser de teragramos; serán significativamente mayores", agregó. Un teragramo es un billón de gramos, o un millón de toneladas.
El metano es un gas invernadero unas 25 veces más potente que el dióxido de carbono. Es común llamarlo hidrato de metano cuando está congelado en el permafrost o bajo el mar. Se ignora su volumen total.
"La liberación a la atmósfera de apenas uno por ciento del metano que se presumía almacenado en depósitos de hidrato poco profundos puede alterar hasta tres o cuatro veces la actual carga atmosférica de metano", dijo Shakhova en un comunicado.
"Las consecuencias climáticas de esto son difíciles de predecir", añadió.
El estudio de Shakhova es apenas uno de por lo menos una decena que muestran claramente que la región del Ártico no sólo se está derritiendo, sino también emitiendo más carbono y metano.
El permafrost ocupa 13 millones de kilómetros cuadrados de la tierra en Alaska, Canadá, Siberia y partes de Europa. Un nuevo estudio canadiense documentó que el límite más sureño del permafrost se replegó 130 kilómetros en los últimos 50 años, en la región de James Bay, en Québec.
Según otro estudio, de la Universidad de Florida, esto podría causar emisiones de 1.000 millones de toneladas de carbono por año para mediados de siglo. Las emisiones generadas por los seres humanos son de entre 7.000 y 8.000 millones de toneladas.
Otra investigación canadiense difundida el año pasado mostró que la región se está volviendo más oscura y absorbiendo más calor en el verano, a causa de un cambio significativo en el crecimiento de pastos y líquenes. En los últimos 30 años estos se convirtieron en arbustos más grandes debido a las temperaturas más altas.
Sin reducciones importantes en las emisiones contaminantes causadas por los seres humanos, principalmente mediante la quema de combustibles fósiles y la deforestación, los dos a tres metros superiores del permafrost de toda la región ártica pueden descongelarse para fines de este siglo, advirtió el informe "Arctic Climate Feedbacks: Global Implications" ("Reacciones del clima ártico: Implicaciones globales"), presentado en septiembre por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Si eso ocurre, los volúmenes de carbono y metano liberados pueden ser muchas veces más altos que los actualmente contenidos en la atmósfera, lo que hará aumentar seis, ocho o incluso 10 grados las temperaturas mundiales promedio. Las consecuencias son inimaginables.
"Los cambios que estamos viendo no son totalmente inesperados; simplemente están ocurriendo mucho antes", dijo Mark Serreze, investigador del Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo en Colorado y coautor del informe de WWF.
Si los hidratos de metano o grandes áreas del permafrost comienzan a derretirse, "eso será una muy mala noticia para la humanidad", dijo Serreze a IPS en septiembre.