Al no llegarse a un tratado vinculante para la reducción de gases contaminantes en la cumbre de Copenhague, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) busca implementar un compromiso para ayudar a los países en desarrollo a afrontar los peores impactos del cambio climático.
El lanzamiento de un panel de alto nivel sobre finanzas para el cambio climático tiene lugar luego del Acuerdo de Copenhague, no obligatorio, alcanzado en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15), que se realizó del 7 al 18 de diciembre en la capital danesa.
El Acuerdo establece que se necesitarán 100.000 millones de dólares al año para ayudar a los países en desarrollo con los esfuerzos de adaptación y mitigación.
El primer ministro británico Gordon Brown y su par de Etiopía, Meles Zenawi, co-presiden el panel.
"Debemos poner en práctica ahora algunos de los elementos del Acuerdo", dijo Brown a los periodistas.
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El objetivo es lograr que fluyan 30.000 millones de dólares para iniciar rápidamente el financiamiento de los esfuerzos que tendrán lugar entre 2010 y 2012, dijo.
Se prevé que esa cifra luego aumente hasta llegar a 100.000 millones de dólares anuales para 2020.
En cumplimiento del plazo fijado para el 31 de enero en el Acuerdo de Copenhague, hasta ahora 62 países han presentado formalmente a la ONU sus objetivos nacionales para limitar sus gases de efecto invernadero para 2020. En conjunto, esas naciones representan más de 80 por ciento de las emisiones mundiales derivadas del uso de combustibles fósiles.
En base a esos objetivos ya presentados, puede verse que, "si se cumplen las promesas", el Acuerdo de Copenhague permitirá poner un tope a las emisiones globales para 2020 o antes, además de impedir que la temperatura del planeta supere los dos grados, concluyó Brown.
Una de las principales tareas del nuevo grupo de trabajo será asegurarse, precisamente, de que se cumplan estas promesas, y de que realmente fluya el dinero prometido por los gobiernos. Pero el mismo no debería proceder sólo de los impuestos, por lo que la entidad buscará "mecanismos de financiamiento innovadores", dijo.
Dos de los muchos posibles mecanismos a investigar han "flotado" durante mucho tiempo en círculos políticos. Uno es un impuesto a las transacciones financieras, del cual Brown es promotor.
De aprobarse, el propuesto tributo se usará para varias iniciativas destinadas al desarrollo. "Pero en realidad también recauda recursos para muchos objetivos mundiales, como hacer frente al cambio climático", dijo Keya Chatterjee, directora del Programa de Cambio Climático en el capítulo estadounidense del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Otra idea es usar el dinero que ahora se gasta en subsidios a la industria de los combustibles fósiles, señaló Chatterjee.
El Grupo de los 20 (G-20) países industrializados acordó en septiembre del año pasado eliminar paulatinamente esos subsidios, pero no dio un calendario específico.
Chatterjee dio la bienvenida al lanzamiento del nuevo grupo de alto nivel.
"Definitivamente es un paso adelante", dijo a IPS.
"Aquí no hay muchas opciones. Es simplemente una cuestión de: ¿vamos a invertir ahora, con sumas relativamente modestas, o vamos a invertir sumas enormes en el futuro?", planteó.
Los países en desarrollo requieren dinero para hacer frente a los impactos del cambio climático y a fin de prepararse para futuras tareas. "Estas inversiones ahorrarán costos enormes a futuro", explicó Chatterjee a IPS.
Un ejemplo es la pérdida mundial de biodiversidad. Se estima que cada año se pierden entre 1,5 y tres billones de euros (entre más de 2.000 millones y más de 4.000 millones de dólares), debido al daño causado a los servicios ecológicos del planeta, declaró el día 10 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Otro ejemplo son desastres naturales como los huracanes, cuya frecuencia y severidad se espera aumenten en los próximos años.
"Si ayudamos a los países a prepararse ahora para los impactos del cambio climático, entonces no tendremos que gastar tantos recursos en responder a desastres. Sabemos que es muy caro responder a desastres sobre una base ad hoc", dijo Chatterjee a IPS.
Se espera que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, anuncie en breve la integración completa del panel asesor. Entre otros jefes de Estado figurarán el presidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, y el primer ministro de Noruega, Jens Stoltenberg.
También se prevé que el panel incluya a altos funcionarios de ministerios y bancos centrales, así como a expertos en finanzas públicas, desarrollo y temas afines, dijo Ban a los periodistas durante el lanzamiento del panel, el día 12.
"Habrá una balanza equilibrada entre países en desarrollo e industrializados", señaló.
Chatterjee expresó a IPS que un aspecto crucial del panel será la transparencia dentro del sistema de la ONU, y que espera que la sociedad civil tenga una participación importante.
"Hay una real falta de confianza" debido a compromisos que han quedado sin cumplir en los últimos años, dijo, agregando que el nuevo grupo tiene la oportunidad de reconstruir esa confianza.
Consultado sobre si China recibirá parte del dinero que recabe el panel asesor, Ban declaró que "los chinos dijeron que verán que este dinero se use, apoyados por otros países en desarrollo".
Se espera que el primer informe del grupo sea presentado en la reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en mayo en Bonn. Luego presentará sus recomendaciones finales antes de la COP 16, que tendrá lugar en diciembre en México.
Para esa reunión, el objetivo sigue siendo lograr "un resultado legalmente vinculante", dijo Brown.
Hasta la fecha, el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, es el único acuerdo legalmente vinculante en materia de cambio climático. Requiere que 37 naciones ricas reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2012, pero no exige compromisos a los países pobres.
En contraste, el Acuerdo de Copenhague no menciona objetivos duros para los países industrializados. Los críticos consideran que esto vuelve más laxos los requisitos para las negociaciones climáticas, justo cuando los científicos advierten que el clima está cambiando más rápidamente de lo que se creía.