LAS CUATRO PRIORIDADES DE LA CULTURA DE PAZ

En ocasión del 50º aniversario de laDeclaración Universal de los Derechos del Hombre en diciembre de 1998, ungrupo de organizaciones de la sociedad civil lanzó una campaña mundialpara el reconocimiento del derecho humano a la paz. Esas organizacioneshicieron un llamamiento «para prevenir la violencia, la intoleranciay la injusticia en nuestros países y sociedades a fin de superar el cultoa la guerra y construir una cultura de paz.»

Sin embargo, esas dos aspiraciones siguen siendo aún difíciles deconvertir en realidad.

En el mundo actual la cultura de la paz debería ser vista como la esenciade una nueva civilización global basada en la identidad interior y en ladiversidad exterior. El florecimiento de la cultura de paz generará ennosotros la actitud que es un prerrequisito para la transición de lafuerza a la razón, del conflicto y la violencia al diálogo y la paz. Lacultura de paz proveerá las bases de apoyo para un mundo estable,progresista y próspero para todos.

La adopción por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas en1999 de la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz fueun acontecimiento clave. Las negociaciones de nueve meses de duración queyo tuve el honor de presidir condujeron a la adopción de este históricodocumento normativo que es considerado como uno de los legados mássignificativos de la ONU para las futuras generaciones.

El trabajo de la ONU fue particularmente reforzado por el amplio apoyo delas organizaciones no gubernamentales. Estamos ahora en el tramo final dela Década Internacional de una Cultura de Paz y No Violencia para losNiños del Mundo proclamada por la ONU. Esta Década que cubre el período2001-2010 está encabezando un movimiento mundial por la cultura depaz.

Cuando entremos en los próximos 10 años para la verdadera instrumentacióndel programa de acción de la ONU para la cultura de paz, la comunidadinternacional debería confirmar que ninguna responsabilidad social esmayor y que ninguna tarea debe ser tan intensa como la de edificar la pazen nuestro planeta sobre cimientos sustentables. Los esfuerzos globaleshacia la paz y la reconciliación sólo podrán tener éxito con un enfoquecolectivo construido sobre la base de la confianza, el diálogo y lacolaboración. A tal efecto, hemos construido una gran alianza para lacultura de paz entre todos, particularmente con la participaciónproactiva de los jóvenes. Ésta es la primera área que debemos atenderpreferentemente de aquí en adelante.

La segunda área consiste en dar un largamente postergado reconocimientoal hecho de que las mujeres tienen un gran papel a jugar en la promociónde la cultura de paz, particularmente en sociedades desgarradas por losconflictos, pues ellas pueden llevar allí una paz y reconciliaciónduraderas. A menos que la cultura de paz coloque a las mujeres en eltimón las soluciones a largo plazo serán difíciles de lograr. Las mujereshan demostrado una y otra vez que son ellas quienes a menudo promueven lacultura de paz al tender las manos a través de las divisiones y al animara otros a hacer lo mismo.

La tercera área -la educación para la paz- debe ser considerada en todaslas regiones y países del mundo como un elemento esencial. Para enfrentareficazmente los desafíos planteados por la presente complejidad denuestro tiempo, los jóvenes de hoy en día merecen una enseñanzaradicalmente diferente, «que no glorifique la guerra sino que eduquepara la paz, la no violencia y la cooperación internacional.» Todaslas instituciones de la educación deben ofrecer oportunidades parapreparar a los estudiantes a fin de que sean ciudadanos del mundoresponsables y productivos.

Un reconocimiento explícito del derecho humano a la paz por el Consejo deDerechos Humanos y por la Asamblea General de la ONU debería ser lacuarta área en la que concentrarse.

Un papel más importante en la total y eficaz aplicaciön del Programa deAcción de la Cultura de Paz debe ser asumido por la sociedad civil, enparticular al hacer responsable del cumplimiento de sus compromisos a losgobiernos nacionales y a las organizaciones internacionales másrelevantes.

El trabajo por la paz es un proceso continuo y cada uno de nosotros puededar su aporte para hacerlo avanzar. Sólo entonces el mundo podrá ser unmejor lugar para vivir. La semilla de la paz existe en todos los sereshumanos. Pero debe ser nutrida, cuidada y promovida por todos nosotros,ya sea individual como colectivamente, a fin de que florezca. La paz nopuede ser impuesta desde fuera sino que debe ser realizada desde dentro.(FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Anwarul Chowdhury, ex-Subsecretario General y AltoRepresentante de Naciones Unidas, fue embajador de Bangladesh ante las Naciones Unidas entre 1996 y 2001.

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