EGIPTO: Energía limpia en vecindarios pobres

En uno de los vecindarios más pobres y poblados de El Cairo, Hussein Soliman y su familia viven en un pequeño apartamento que es un modelo de convivencia con la energía limpia.

Paneles solares en los techos de El Cairo. Crédito: Cam McGrath/IPS
Paneles solares en los techos de El Cairo. Crédito: Cam McGrath/IPS
Los dos paneles solares y la unidad de biogás en el techo del edificio de Soliman, en Darb El-Ahmar, proporcionan agua caliente y gas a su apartamento de dos dormitorios, lo cual reduce la huella de carbono y los costos energéticos de su familia.

Los aparatos de energía limpia, hechos en gran parte de material reciclado, hicieron que "mis cuentas de gas y electricidad sean mucho menores que antes", dijo Soliman. De hecho, casi 50 por ciento menos.

Soliman probó suerte con la energía limpia en 2008 cuando se sumó a la iniciativa Solar CITIES (sigla de Connecting Community Catalysts and Integrating Technologies for Industrial Ecology Systems), un proyecto de desarrollo dirigido por el planificador urbano estadounidense Thomas Culhane.

El proyecto aprovecha la experiencia y la innovación local para desarrollar tecnologías energéticas baratas, adaptadas al riguroso ambiente de los vecindarios más pobres de la capital de Egipto.
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"En el desarrollo no existe una solución única, y parte del problema es precisamente que los llamados ‘expertos’ vienen y pretenden promover productos y diseños que son inadecuados para la comunidad local", explicó Culhane a IPS.

Culhane y su esposa alemana, Sybille, incorporaron como innovadores a los habitantes de los vecindarios de bajos ingresos donde esperan tener un mayor impacto. Sus diseños para los calentadores solares de agua y los digestores de biogás se desarrollaron a través de la experimentación, la búsqueda colectiva de ideas y el registro de "tarros de basura para encontrar materiales que pudieran funcionar".

Con los materiales reciclados, el equipo de Culhane logró armar un sistema solar de calentamiento de agua por menos de 500 dólares. Los paneles solares están hechos de restos de aluminio, vidrio, caños de cobre y aislamiento de poliestireno.

El sistema utiliza dos barriles reciclados de champú, con capacidad de 200 litros, uno para almacenar el agua calentada por los paneles y el otro como reserva.

Solar CITIES fabricó 35 calentadores solares de agua en Egipto desde 2007. La mayoría, incluso 35 unidades realizadas con fondos de USAID (sigla en inglés de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), están instaladas en los techos de zonas subdesarrolladas donde los frecuentes recortes de energía y agua provocan el colapso de los sistemas comerciales.

Los tanques, puestos uno sobre el otro, y una válvula de flotación – similar a las utilizadas en los inodoros – permiten que los calentadores de agua resistan las fluctuaciones en la presión del agua que provoca las fallas.

"Tuvimos que experimentar mucho para encontrar dónde colocar las entradas y salidas para el agua fría y caliente que equilibraran el flujo cambiante, y abrieran las válvulas de flotación en el momento justo", comentó Culhane.

Tras un año en funcionamiento, Soliman explica que el único mantenimiento que el calentador requiere es el lavado dos veces a la semana de los paneles para remover la acumulación de polvo.

"Los paneles calientan el agua, que los caños llevan a la cocina y a la ducha", contó. "Sólo necesitamos la electricidad para calentar el agua en el invierno, y únicamente si la utilizamos después de medianoche".

El digestor de biogás que Soliman instaló en el techo – uno de los ocho fabricados por el proyecto Solar CITIES – convierte los residuos orgánicos en gas de cocina. Pan viejo y restos de comida son dejados en agua durante la noche y luego arrojados a un tanque de plástico de mil litros de capacidad para su descomposición.

Un caño lleva el gas a un quemador en la cocina, mientras una llave drena el vertido, que Soliman vende como fertilizante orgánico a las tiendas de jardinería.

"Puedo utilizar todos los residuos orgánicos de la cocina para crear gas", explicó Soliman, mientras vaciaba un balde de compuesto orgánico al caño de ingreso del tanque. "El digestor proporciona una hora de gas al día en invierno, y dos horas en verano".

La capacidad de la unidad de biogás para procesar los residuos orgánicos adquirió un valor agregado desde que el gobierno egipcio decidió el año pasado sacrificar la población porcina del país, como medida de precaución ante un brote de la influenza A/H1N1. La acumulación de residuos de cocina en putrefacción, que antes se daban como alimento a los cerdos, crearon una amenaza sanitaria.

"El basurero me besa porque tengo la basura más limpia de la cuadra", se jacta Soliman.

Moustafa Hussein, consejero vocacional, se incorporó al proyecto de Solar CITIES en 2007 luego de que un encuentro fortuito con Culhane lo convenció de la idea. El calentador solar que instaló en el techo de su apartamento en Darb El-Ahmar proporcionó agua caliente a su familia hasta que el edificio en ruinas se derrumbó hace tres meses.

Hussein está fabricando otro calentador solar de agua, que espera instalar en el techo de la vivienda provisional pública donde reside ahora. También quiere colocar una unidad de biogás.

"Pretendo recoger los residuos orgánicos de los restaurantes del vecindario para aumentar mi producción de gas", dijo. "Les doy bolsas de plástico, ellos separan los residuos orgánicos, y al final del día recojo las bolsas".

El mayor obstáculo para un proyecto de desarrollo en los vecindarios empobrecidos es la economía, señaló Hussein. La mayoría de los habitantes de la zona subsisten con menos de dos dólares diarios, y no es fácil conseguir crédito.

"Es difícil convencer a la gente aquí de invertir en energía limpia", indicó Hussein. "¿Por qué una familia habría de invertir mil libras egipcias (182 dólares) en biogás, cuando un cilindro de gas butano le cuesta sólo seis o siete libras, dura dos semanas y es más fácil de manejar?"

Debido a los fuertes subsidios que Egipto otorga al gas y la electricidad, a una familia promedio le llevaría 15 años recuperar los costos de instalación de un calentador de agua solar o digestor de biogás de Solar CITIES.

No obstante, se calcula que el tiempo de recuperación disminuirá a medida que el gobierno proceda con los planes de eliminar gradualmente los subsidios a la energía en los próximos cuatro a siete años.

Hussein destacó que la participación de la comunidad en Solar CITIES le otorga más credibilidad a la iniciativa. Pero el éxito del proyecto dependerá, en definitiva, de la producción de un modelo energético barato, duradero y eficiente.

"Si la gente ve en esto un buen ejemplo, le contarán a los demás. Si tiene éxito o fracasa, todos se enterarán ese mismo día", sostuvo.

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