RD CONGO: Pequeños productores sólo quieren tierras

Los más de 800 pequeños agricultores en los alrededores de la capital de la República Democrática del Congo (RDC) podrían producir suficiente arroz y verduras para los ocho millones de habitantes de esta ciudad, según el Ministerio de Agricultura.

Sin embargo, los agricultores se quejan de no poder trabajar con perspectivas de estabilidad a largo plazo, ya que están perdiendo en forma sistemática sus tierras, que son usadas para proyectos de construcción, especialmente en Mimoza, Maluku, Mpasa, Bandalungwa, N'Sele y Kingabwa, áreas rurales en torno a la capital.

La situación es especialmente triste para la agricultora Françoise Makulu. "Durante más de cinco años produje más de 200 kilos de verduras cada temporada en apenas 100 metros cuadrados de tierra, en el vivero que está justo enfrente al Instituto Superior de Comercio de Kinshasa", afirmó.

"Pero, hace un año, el vivero fue vendido a comerciantes libaneses quienes, en cuestión de semanas, instalaron cuatro edificios allí", contó a IPS.

"Mi cosecha anual me permitía cubrir todas las necesidades de alimento de mi familia, pagar la renta de la casa en que vivimos y todas las cuotas del colegio de mis hijos", contó Makulu.
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Para sobrevivir, ahora vende pescado que compra a los mayoristas en el mercado de Selembao, un distrito de Kinshasha.

No obstante, el ministro de Agricultura, Pesca y Ganadería, Norbert Bashengezi, aseguró que "el gobierno está abocado a ayudar a estos pequeños agricultores a producir más cosechas a menores costos, sobre todo considerando que más de 80 por ciento son mujeres".

Éstas "son las primeras en reconocer la necesidad de alimentar a los hijos y pagar las cuotas escolares, mientras los hombres, cuando dejan su trabajo en los campos se dan el gusto de leer el periódico y ver televisión", destacó el ministro.

Pero estas declaraciones poco sirvieron de consuelo a Laurentine Vakoko, otra ex agricultora que perdió su tierra junto a la Avenida Kasa Vubu, que lleva a Bandalungwa. "¿Cómo puede un gobierno que dice ayudar a los pequeños agricultores quitarle lo que es tan esencial para su trabajo?", dijo a IPS.

Por su parte, Génie Kamanda, quien plantó arroz en N’Sele durante más de cinco años, también se quejó de las autoridades.

"Sacarle la tierra a los pequeños productores, que juegan su parte en la lucha contra el hambre, simplemente lleva a una mayor inseguridad alimentaria en nuestro país. La única ayuda que ahora esperamos del gobierno es una garantía al uso estable de la tierra", afirmó.

No obstante, reconoció haberse beneficiado de las azadas, las palas, las semillas y los fertilizantes que las autoridades distribuyeron gratuitamente entre agricultores en los alrededores de la capital en mayo pasado.

"Los inversores en la agricultura deben entender que a través de su programa para combatir la inseguridad alimentaria, el gobierno quiere asegurarles la estabilidad del uso de la tierra. Es por esto que desde enero de 2009 ya ha invertido más de 500 millones de dólares para ayudar a algunos de ellos con materiales y otros insumos", dijo a IPS el ministro Bashengezi.

Pero John Mbaka se mostró escéptico. "¡Otra declaración como tantas otras! El ministro habría tranquilizado a nuestros colegas que perdieron sus campos si nos hubiera dicho que hay o habrá políticas coordinadas entre su cartera y la persona responsable de la administración de las tierras".

Mbaka es miembro de la cooperativa de productores de verduras en el distrito de Changu.

Por su parte, el agrónomo congoleño Pascal Mavungu sostuvo que debería haber un debate que incluya a todos los actores del sector.

"La búsqueda de una solución para el desplazamiento forzado de las tierras cultivadas no debería estar limitada a intercambios entre el gobierno y los pequeños productores", sostuvo.

"La sociedad civil debe encontrar su lugar y jugar su papel, sin el cual un ya poderoso gobierno no podrá ser influenciado por un grupo de granjeros vulnerables", añadió.

Pero, como dijo furioso el ministro ante una audiencia de periodistas y agricultores, "¿cómo puedes confiar en una sociedad civil que gasta 60 por ciento de sus fondos en reuniones o en asociaciones que no tienen dirección?".

"Es cierto que la sociedad civil congoleña está desorganizada y tiene muchas debilidades", dijo Fernandez Murhola, presidente de la Sociedad Civil de Kinshasa. No obstante, sostuvo que no se debía "generalizar los defectos de cierta organización en toda la estructura".

"También es cierto que las asociaciones agrícolas no están aún suficientemente estructuradas. Esto se debe a que la agricultura aún no es un gran tema de debate en nuestro país", dijo Murhola a IPS.

"Pero otras asociaciones en varios sectores de la sociedad, que han existido por años, sin embargo, ayudaron a que el gobierno re-enfocara sus esfuerzos a través de acciones concertadas, presión y apoyo", añadió

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