El Banco Mundial defendió orgulloso este martes en la capital danesa el mercado mundial de carbono y su «contribución» a los esfuerzos contra el cambio climático, a pesar de las críticas de la sociedad civil.
El organismo multilateral presentó el informe titulado «Diez años de experiencia en finanzas del carbono: Miradas al trabajo con mercados de carbono para el desarrollo y la mitigación mundial de gases invernadero», en el marco de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se desarrolla desde el lunes y hasta el 18 de este mes en Copenhague.
El estudio hace un resumen de las experiencias de la institución con los instrumentos de flexibilidad del Protocolo de Kyoto, como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y el programa de Aplicación Conjunta (AC).
La AC es un sistema por el cual los países industrializados pueden cumplir parte de sus obligaciones de recortar las emisiones de gases invernadero pagando proyectos que reduzcan la contaminación de otras naciones del Norte.
En la práctica, esto supone la construcción de instalaciones en países de Europa oriental y de la ex Unión Soviética financiadas por naciones de Europa occidental y América del Norte.
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Mientras, el MDL habilita a las naciones ricas obligadas a reducir su contaminación climática a compensar parte de sus emisiones de gases de efecto invernadero financiando proyectos para abatirlas en los países del Sur en desarrollo.
La nación que reduce dióxido de carbono en el país pobre «vende» a quien paga por ese proyecto desde el país rico permisos (créditos de carbono) para emitir en la misma proporción.
El Banco Mundial considera este mercado, ya que calcula que las naciones del Sur necesitaran entre 75.000 millones y 100.000 millones de dólares al año de aquí a 2050 para afrontar los efectos del recalentamiento planetario.
La especialista del Banco Mundial en Financiamiento del Carbono, Martina Bosi, destacó en conferencia de prensa este martes en Copenhague que el organismo multilateral creó en 2000, cinco años antes de la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto, el Fondo Prototipo del Carbono, por 160 millones de dólares.
Hoy, el organismo multilateral maneja 2.500 millones de dólares en diversos fondos, de los cuales los países más beneficiados son China, India, Brasil, México y Colombia.
Algunos de los fondos más importantes son BioCarbon, concentrado en proyectos de forestación y uso de la tierra, y el Fondo de Carbono para el Desarrollo Comunitario, dedicado a proyectos en los países menos desarrollados, «que han obtenido enormes beneficios sociales además de reducir los gases invernadero».
Según el informe, 26 por ciento de los proyectos financiados por estos fondos del Banco Mundial fueron ejecutados en América Latina y el Caribe, 21 por ciento en Asia, otro 21 por ciento en África oriental, 18 por ciento en Europa y 13 por ciento en el sudeste asiático.
Por su parte, Bosi destacó que la mayor parte de los fondos que financian los proyectos del Banco Mundial bajo este sistema provienen del sector privado, lo que demuestra que es una importante herramienta para incluirlo en los esfuerzos contra el recalentamiento planetario.
Cuarenta y nueve por ciento de los recursos para los proyectos llevados a cabo hasta ahora provienen de capital privado, 21 por ciento de los mercados del carbono, 17 por ciento de la inversión extranjera pública y 13 por ciento de fondos públicos locales.
Organizaciones no gubernamentales critican el MDL por considerarlo un sistema «corrupto» y «barato» para el Norte, que permite a los países industrializados no adoptar verdaderas medidas para reducir sus emisiones de gases invernadero y, por el contrario, favorece a empresas trasnacionales.
La organización no gubernamental Amigos de la Tierra señaló que los MDL «deben ser abolidos ya que no impulsan los cambios estructurales (necesarios) para cambiar hacia una economía sostenible», y denuncio que la mayoría «tienen incluso efectos ambientales perjudiciales».
En un comunicado divulgado en la conferencia Copenhague, el grupo exigió «un compromiso de reducción de por lo menos 40 por ciento de las emisiones internas respecto de 1990, sin mercados de carbono y sin Mecanismos de Desarrollo Limpio».
Es que entiende que «la mayoría de esos proyectos no permiten una reducción real y además tienen consecuencias catastróficas en el medio ambiente y la sociedad del Sur global».
También demandó «la financiación de la parte que justamente les corresponde (a las naciones del Norte) para la mitigación y adaptación de los más pobres, sin contar con los fondos destinados a ayuda para el desarrollo y administrado por (la Organización de las) Naciones Unidas».
«Cualquier otra financiación externa, como los fondos del Banco Mundial, tampoco deben contar para el cumplimiento de los compromisos», exigió.