AMBIENTE-CONGO: En defensa de los gorilas desde la infancia

«¿Por qué matan a los gorilas o los atrapan y los enjaulan? Un día, si soy presidenta, detendré a todos los que maten gorilas, chimpancés y bonobos», dice Judicaëlle, una escolar de 11 años que asistió a un curso sobre la protección de los grandes simios, en peligro de extinción en Congo.

Judicaëlle, alumna de la escuela Espíritu Santo de Moungali, forma parte del centenar de estudiantes que asistieron al curso en Brazzaville. En grupos de cinco, el alumnado aprende a proteger a los gorilas y otros grandes simios como los chimpancés y los bonobos, también conocidos como chimpancés pigmeos.

Laetitia, de 10 años, recitó lo aprendido: «Está prohibido matar, comer, vender, transportar o poseer un gorila».

La posesión de un gorila se castiga con cinco años de prisión y multas de 10.000 dólares en Congo.

El curso es realizado por organizaciones no gubernamentales (ONG) de este país de África central que alberga a una población importante de los gorilas y chimpancés. El tercero de los grandes simios, el bonobo, solo habita en las montañas orientales de la vecina República Democrática del Congo.
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«Les enseñamos estas cosas a los niños porque mañana ellos van a estar a cargo de la humanidad. Deben ser conscientes de estas cuestiones ahora», sostuvo Virgile Safoula, uno de los directores del curso y secretario ejecutivo de Desarrollo Ambiental de Iniciativas Comunitarias, una organización ecologista de la capital congoleña.

«Debemos comenzar por las raíces. No podemos permitir que los padres impongan a sus hijos una idea distinta, de aceptación de la captura o el consumo de los gorilas», señaló Laurent Loufoua, otro director del curso e integrante de la Asociación por la Protección de los Primates en Congo.

«Además, los niños que asisten a las clases exhiben un gran interés», añadió.

En cada rincón del aula hay fotografías de gorilas y afiches que desalientan las acciones que agreden a estos animales. Los niños escuchan historias sobre el bosque, con títeres con forma de ranas y tigres que les cuentan del sufrimiento que padecen los gorilas. Al final, se les pregunta acerca de lo que vieron y oyeron.

«Aquí hay un niño amenazado por un gorila. Eso quiere decir que el gorila no es una mascota, no es un animal doméstico», dijo Safoula, otra alumna, frente al retrato de uno de los simios en amenaza de extinción.

En este país se ubica una décima parte de la selva tropical de la cuenca del Congo. Se trata de la segunda zona boscosa del mundo por su tamaño, detrás de la Amazonía sudamericana, y es el hábitat natural de los gorilas y los chimpancés.

Pero los cazadores furtivos y las comunidades que viven cerca de las zonas protegidas masacran a estos primates, denuncian las ONG y los guardabosques. Para acabar con esta práctica, el gobierno promulgó en noviembre de 2008 una ley que regula la vida silvestre y las zonas protegidas.

«Si la gente comete esas infracciones es porque no conoce la ley. A través de un programa especial, tendremos que sensibilizar a la población sobre la norma. Paso a paso, llegaremos al punto en que casi no se maten a los gorilas», sostuvo Safoula.

Al mismo tiempo, Congo desarrolla un proyecto de reintroducción de los gorilas a la reserva de Lésio-Louna, 170 kilómetros al norte de Brazzaville. El refugio de 170.000 hectáreas alberga a cien de estos simios.

Inaugurado en 1994, este refugio es parte del Proyecto de Protección de los Gorilas, financiado por la británica Fundación John Aspinall.

Algunos de los gorilas fueron rescatados de manos de cazadores furtivos. Muchos, de ellos fueron salvados cuando eran muy pequeños, por lo que no lograron sobrevivir a su liberación.

«Un tercio del total, unos 60, lograron sobrevivir después de que los incorporamos nuevamente a la naturaleza», explicó Luc Mathot, coordinador de este proyecto.

La Fundación Jonh Aspinall desarrolla desde 1990 un proyecto similar en el vecino Gabón. Se calcula que los dos países tenían una población conjunta de 100.000 gorilas en las llanuras occidentales, antes de la aparición del virus del Ébola, que resulta mortífero para todos los primates.

En la actualidad esta población es muy inferior, agregó Mathot, aunque no logró dar una cifra exacta.

Para Roch Euloge N’zobo, del Observatorio Congoleño de los Derechos Humanos, la protección de los gorilas debe ir de la mano de la protección del derecho de las personas.

«A menudo, los conservacionistas se olvidan de que en los confines de las reservas forestales viven seres humanos. Los expulsan, les prohíben tocar a los animales para ganarse la vida. Hay que tomar en cuenta las necesidades de la gente», planteó.

Jacques Ibara, de la organización Protección del Medio Ambiente, considera que los gorilas han estado en vías de extinción no solo por la caza, sino también por la explotación forestal.

«La destrucción de los bosques también es un factor de destrucción del hábitat de los gorilas. Ya no pueden reproducirse porque están obligados a pasar todo su tiempo huyendo», explicó.

Pero el director Loufoua destacó que «la supervivencia de los gorilas en el territorio demuestra que se están aprendiendo las lecciones, no solo por los niños, sino también por sus padres que viven cerca de las reservas forestales». «No hace mucho, era común encontrar gorilas bebés en las calles de las ciudades, pero ahora todos temen hacer eso. El gobierno está tomando medidas enérgicas al respecto», explicó.

Las autoridades colocaron carteles en los aeropuertos, las estaciones ferroviarias, las carreteras, las escuelas y los mercados que anuncian los castigos de cinco años de prisión y multas de 10.000 dólares para quienes son capturados con un gorila.

* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org).

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