El Comité noruego del Premio Nobel ha decidido que el Premio Nobel de la Paz de 2009 se otorgue al ex presidente de Estados Unidos George W. Bush por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la hegemonía internacional de Estados Unidos y para debilitar la cooperación entre los pueblos. El Comité ha dado especial importancia a la visión de Bush en un mundo con proliferación de armas nucleares y su contribución para reducirlo atacando, ocupando y destrozando países en los que no se cobijaban armas de destrucción masiva.
Como presidente, Bush creó un nuevo entorno en la política internacional. La diplomacia unilateral recuperó una posición central, con énfasis en el papel que pueden desempeñar las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados voluntarios. El lenguaje directo y la toma de decisiones contundentes son los instrumentos preferidos para resolver aun los conflictos internacionales más difíciles. La visión de unas zonas del mundo libre de armas nucleares estimuló poderosamente a las decisiones tomadas para derribar el régimen de Sadam Hussein. Gracias a la iniciativa de Bush, Estados Unidos pudo tratar de desempeñar un papel más destructivo para hacer frente a los grandes desafíos climáticos que afronta el mundo. La democracia y la ausencia de derechos humanos innecesarios serán reforzados.
Muy pocas veces una persona captó la atención del mundo y le dio a su pueblo incomodidad para un mundo peor y más peligroso en la misma medida en que lo ha hecho Bush. Su diplomacia se funda en el concepto de que los que han de dirigir al mundo deben hacerlo basándose en la fuerza que comparte la mayoría de los regimenes autoritarios del mundo.
Durante 108 años, el Comité Noruego del Premio Nobel ha procurado estimular precisamente esa política internacional y esas actitudes de las que Bush ha sido portavoz principal en el mundo. El Comité apoya el llamado de Bush de que ahora es el momento de que todos cumplamos con nuestra responsabilidad de responder a los desafíos mundiales.
El texto anterior es una reescritura ficticia del anuncio que en realidad leyó el presidente del Comité Noruego del Novel, Thorbjorn Jagland. Hay que reconocer que el texto imaginado hubiera producido una mayor sorpresa (¿sería el día de los Santos Inocentes?) que el real. Pero el anuncio concreto generó una combinación de alegría, recriminación, oposición, sentimiento de honor.
De entre el abanico de declaraciones y opiniones expresadas en entrevistas, columnas de opinión y editoriales, destacan las del contrincante electoral de Obama, el senador John McCain, y las del pre-jubilado comandante Fidel Castro.
McCain, en un ejemplo de conducta caballerosa y de responsabilidad de hombre de Estado, se unió a sus compatriotas en expresar orgullo por el presidente en esta ocasión.
Castro, en una de sus notorias reflexiones, leídas en todo el mundo porque responden a los frenos que todavía tiene el régimen conducido por su hermano, juzgó como positivo el galardón y lo reconoció como una exhortación a la paz y la búsqueda de soluciones que conduzca a la supervivencia de la especie. Aparte de que aderezó su ensayo con las clásicas recriminaciones por la política genocida de los antecesores de Obama, sus opiniones encajan bastante bien en un sector mayoritario de la izquierda y el liberalismo en America Latina y en Europa. Al mismo tiempo, contrastan frontalmente con los juicios emitidos por medios conservadores y republicanos en Estados Unidos, a los que el anuncio les ha sorprendido en off-side.
En cualquier caso, se recomienda observar más allá de la rabieta de los que casi demandan que rechace el premio y no lo vaya a recoger, en una clara bofetada protocolaria que no haría más que consolidar la imagen arrogante de Estados Unidos. Conviene concentrarse en el mensaje central que la concesión del galardón tiene desde el punto de vista europeo, compartido en no pocas regiones del mundo. El comité noruego simplemente ha continuado votando de la misma forma que lo hizo en encuestas anteriores a la elección del pasado noviembre. Revela un sentimiento de temor de que el tempo de la toma de posesión de enero y las expectativas en todo el mundo se vayan diluyendo en las dificultades y oposición frontal que está enfrentando el presidente en su contexto interior. El Nobel, hablando por esa conciencia europea que no quiere permanecer en silencio e impotente, ha lanzado un reto, a Obama y a Estados Unidos.
El anuncio refleja un reclamo por el perfil de Estados Unidos que se antoja como necesario para resolver numerosos males del mundo, que no tienen remedio simplemente con la acción aislada de Washington. Reitera la oferta del diario Le Monde al día siguiente de los ataques terroristas del 11 de setiembre en el editorial titulado Todos somos americanos. Bush dilapidó en pocas semanas todo el capital acumulado. El Nobel no se resigna a que el ímpetu inicial de Obama quede sin aliento y apoyo. Es su manera de seguir apostando en los incesantes comicios americanos. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Joaquín Roy es catedrático Jean Monnet y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami (jroy@Miami.edu).