Mientras fuma una pipa de arcilla sentado frente a su casa de barro en la aldea camerunesa de Pangar, Alain Selembe tiene la mirada perdida en el bosque, sin prestar atención al ruido que hacen sus dos hijas al jugar.
Todo lo que oye es el estruendo de las palas mecánicas que abren una carretera de 30 kilómetros, desde la aldea de Deng Deng hasta la confluencia de los ríos Lom y Pangar, donde el gobierno planea construir una nueva represa.
«Esta es una mala noticia para nosotros. Una represa significa que perderemos nuestros hogares, nuestra tierra y nuestra propiedad», dice Selembe a IPS.
A varios kilómetros de allí, en la aldea de Lom, Gilbert Gwanpel, un pigmeo del pueblo baka que acaba de volver de una expedición de caza, deja salir su ira ante la construcción del embalse.
«La represa sumergirá nuestro bosque, y los animales escaparán. Vivimos de la caza. ¿A dónde quieren que vayamos ahora?», plantea.
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Las preocupaciones de estos dos hombres reflejan el estado de ánimo general en la región de Lom-Pangar, oriente de Camerún, a 410 kilómetros de Yaounde. Se teme que la construcción desplace a 28.000 personas, inunde selvas protegidas y perjudique la agricultura, la pesca y la caza.
En enero de 2004, funcionarios del gobierno se reunieron con jefes tribales del área y les anunciaron que partes de sus comunidades serían desplazadas.
La experiencia pasada con proyectos similares en Camerún sugiere que las promesas de compensación y reasentamiento terminarán en frustración.
«Los habitantes de esa área todavía recuerdan las promesas incumplidas durante la construcción del oleoducto Chad-Camerún», dice para este artículo Dieudonne Thang, secretario ejecutivo de la organización no gubernamental Global Village Cameroon (Aldea Global Camerún).
«Al principio, el gobierno presentó el proyecto como una iniciativa de desarrollo, con promesas de servicios sociales, unidades de salud y escuelas, además de una adecuada compensación para aquellos cuyas propiedades serían destruidas. La mayor parte de esos compromisos nunca se cumplieron, y hay muy pocas garantías de que se cumplan ahora», agrega.
Thang señala otros proyectos, como la represa de Bamenjim, diciendo: «La gente sigue siendo pobre y está infeliz por esas represas».
A los lugareños también les preocupa que el embalse desplace población a Lom-Pangar, aumentando la demanda de caza y recursos pesqueros de la región. La población autóctona duda de que pueda beneficiarse del proyecto en materia laboral o energética.
SED DE ENERGÍA
El gobierno de Camerún está determinado a construir la nueva represa para aliviar la escasez energética y estimular el crecimiento económico. El país depende de la energía hidroeléctrica, y en los últimos tiempos sufrió reducciones significativas en el suministro debido a la sequía.
El gobierno espera también usar el embalse de Lom-Pangar para regular el flujo estacional de agua hacia el río Sanaga, el más importante de Camerún y eje de una importante cuenca.
Fondos de la Agencia Francesa para el Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Islámico se destinarán a la construcción de la represa, así como de una planta hidroeléctrica de 24 megavatios para abastecer a la población local y de una línea de transmisión que se extenderá a lo largo de 120 kilómetros, desde Lom-Pangar hasta la principal ciudad de la zona, Bertoua.
La portavoz de la Corporación para el Desarrollo de la Electricidad, Claudia Djoho, dice que será a través de esta entidad que el dinero se canalizará hacia Camerún. Luego la empresa venderá agua de la represa a la compañía generadora de electricidad AES-Sonel y a Alucam, propiedad del gigante minero Río Tinto, utilizando las ganancias para pagar la deuda.
UN VIRAJE HACIA EL DESARROLLO
El gobierno apuesta a la represa para movilizar la economía camerunesa. Cuando se iniciaron los trabajos de la carretera de Deng Deng, el 15 de mayo, el director de la Corporación, Celestin N’Donga, dijo a los periodistas: «Éste es uno de los proyectos que abrirán el tercer ciclo de la industrialización en Camerún».
Pero el plan tiene sus críticos. Además de las preocupaciones porque podría agravar la vulnerabilidad a las sequías y la escasez de la cuenca del Sanaga —que genera 95 por ciento de la electricidad de Camerún—, algunos estiman que el proyecto beneficia sobre todo a la minera Alucam.
La empresa eléctrica estatal abastece a menos de 53.000 personas en una población de casi 20 millones de habitantes. Pero Alucam consume hasta un tercio de la generación eléctrica nacional y paga una fracción de los precios impuestos a los hogares.
También preocupa el daño potencial al ambiente. Organizaciones no gubernamentales dedicadas a la conservación advierten sobre las consecuencias de la represa, aunque admiten que se trata de un proyecto importante que puede estimular el crecimiento económico.
«En los años 70, Camerún convirtió la zona en una reserva selvática, lo que significa que no debería realizarse ningún proyecto grande. Algunas zonas estaban reservadas para la investigación de la Universidad de Dchang. Sin embargo, su destrucción comenzó con la vía férrea», explica Thang.
«El proyecto del oleoducto Chad-Camerún, patrocinado por el Banco Mundial, también atraviesa el área, aunque se tomaron precauciones para evitar destruir uno de los ratos bosques de maderas nobles de África: la Reserva Forestal de Deng Deng. Sin embargo, la represa de Lom-Pangar inundará alrededor de 318 kilómetros cuadrados» de la misma, agrega.
Se perderán muchos ejemplares de muy preciadas especies de árboles, como iroko, bubinga y sapele, y especies como los chimpancés y los gorilas serán desplazadas.
Thang también observa que «esta represa permitirá la apertura de carreteras, lo que agravará la tala ilegal y de la caza furtiva, que ya son enormes problemas en la región».
Se espera que la represa genere unos 1.500 puestos de trabajo a lo largo de cuatro años. También hará que más población se asiente en la zona.
Los críticos creen que sería más sabio para Camerún permitirse fuentes energéticas alternativas.
«Si tuviera que aconsejar al gobierno, le diría que volviera a las fuentes renovables», dijo por teléfono desde Douala para este artículo Gilbert Achiri, de la Compañía de Servicios de Energía Renovable.
«Camerún tiene abundante luz solar. Necesitamos apenas un poco de voluntad política para convertir esta luz en energía, y no olvidemos que puede ser accesible incluso a ciudadanos de las áreas más remotas», agrega.
Por ahora, las palas mecánicas continúan abriéndose paso hacia Lom-Pangar, llevando un desarrollo dudosa a una comunidad angustiada.
* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org).