Los guantes de látex son parte de los elementos esenciales que escasean en el hospital del distrito de Yala, en el occidente de Kenia, donde se atienden unas 96.000 personas.
"¿Acaso uno va a enviar a una madre comprar guantes en la mitad de la noche? Tenemos que asistirla, pero no podemos reciclar los guantes. Y tampoco podemos tocar la sangre", dijo Eric Achira, enfermero a cargo de la maternidad del hospital.
Quien acompaña a la mujer es enviado a comprar guantes, pero a menudo no tiene suficiente dinero, por lo que, en muchas ocasiones, Achira se ve obligado a pagarlo de su propio bolsillo.
El hospital del distrito de Kitale, más populoso que Yala, está a casi 180 kilómetros de allí y también padece una escasez de suministros básicos.
"El abastecimiento de productos no farmacéuticos es un problema. De vez en cuando nos faltan guantes, y esto puede ser un desafío al atender un parto seguro y limpio", dijo el obstetra y ginecólogo Geoffrey Wasembeli, que trabaja en Kitale.
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OTRAS SOLUCIONES
Al quedar pocos guantes y tener que ir a comprarlos, algunas mujeres pueden sentirse desalentadas de dar a luz en hospitales, observó Mónica Oguttu, directora ejecutiva de la Fundación Médica y Educativa de Kisumu (KMET, por sus siglas en inglés), una organización que promueve la salud reproductiva y que trabaja con comunidades del occidente de Kenia.
En Kenia, apenas alrededor de 41 por ciento de los nacimientos tienen lugar en hospitales y asistidos por personal calificado, según cifras del gobierno.
Un gran porcentaje de los partos, especialmente en las áreas rurales, son atendidos por parteras tradicionales que, además de no poder lidiar con las complicaciones del embarazo, pueden carecer del equipamiento que permita las condiciones de higiene necesarias.
"Cuando los centros de salud no pueden brindar suministros básicos como guantes, e incluso jeringas en algunos casos, simplemente les decimos a las mujeres que busquen servicios en otras partes. Ellas terminan atendiéndose con asistentes no calificados, y pueden morir, sumándose a las ya elevadas cifras de la mortalidad materna", dijo Oguttu a IPS.
La mortalidad materna nacional es de 414 por cada 100.000 nacimientos. Algunas zonas del occidente del país, como Siaya, registran entre 800 y 900 por cada 100.000, según la KMET.
TRAIGA SUS PROPIOS SUMINISTROS
Pero se llevan a cabo esfuerzos para satisfacer la necesidad de suministros médicos básicos. Por ejemplo, la KMET se ha embarcado en un proyecto piloto para distribuir equipos de parto a las embarazadas de Siaya.
Cada uno de ellos, popularmente conocidos como "mama kits", contiene, entre otros elementos, un par de guantes, hilo quirúrgico para atar el cordón umbilical del bebé, una afeitadora esterilizada, jabón para lavarse las manos y un paño de polietileno.
A las mujeres se les aconseja tener listo este equipo a partir del octavo mes de gestación, para evitar retrasos a la hora de buscar elementos básicos cuando ingresan a un centro de salud.
El equipo es útil porque, en caso de que la mujer tenga que parir en su casa o camino al hospital lo hará en condiciones más seguras. Alrededor de 2.000 de estos "kits" fueron distribuidos en Siaya, que tiene la mayor mortalidad materna debido a las infecciones, según los últimos datos gubernamentales disponibles.
SERIA ESCASEZ DE PERSONAL
Otro problema que pone en riesgo a las embarazadas es la falta de personal de la salud en los centros de salud del gobierno.
Resulta ilustrativo el caso del hospital del subdistrito de Ambira, que presta servicios a una población de 50.000 habitantes. Allí hay apenas dos funcionarios que también trabajan en la unidad de salud reproductiva.
"La escasez de personal es crítica. No es posible asistir a una madre que da a luz y al mismo tiempo revisar a otros pacientes. Existe el riesgo de retrasar casos médicos serios", destacó Okado Ochieng, funcionario de una clínica que viene trabajando más de 16 horas por día.
Según Ochieng, Ambira debería tener por lo menos ocho funcionarios médicos para operar de modo efectivo.
Aunque en los últimos tiempos se empleó a más personal de la salud, todavía persiste una amplia brecha.
"Deberíamos haber colocado a 4.000 trabajadores de la salud en los últimos tres años, pero todo indica que necesitamos alrededor de 15.000 en un periodo similar", dijo a IPS Josephine Kibaru, directora del Departamento de Salud en el ministerio homónimo.
La recarga es evidente. El médico Geoffrey Kasembeli, del hospital del distrito de Kitale, se tomó vacaciones a fines de agosto, un beneficio que no usufructuaba desde que comenzó a trabajar, en 1997.