EUROPA: Despega el comercio justo

El comercio justo se populariza en Europa central y oriental, a medida que organizaciones de activistas crean conciencia sobre la responsabilidad de ayudar al Sur en desarrollo y abren cada vez más negocios y cafeterías que adhieren a esta práctica.

"Europa central y oriental no se consideraba a sí misma perteneciente a ‘la parte industrializada del mundo’. Ser países cerrados durante tanto tiempo (en el periodo comunista) también contribuyó con la limitada conciencia sobre los problemas que enfrenta el Sur", señaló Justyna Szambelan, coordinadora de la Coalición para el Comercio Justo en Polonia.

"Así que es importante crear conciencia de que nuestra región ahora figura entre los ricos y debería asumir la responsabilidad por otras regiones del mundo", dijo Szambelan a IPS.

"La generación joven tiene más confianza en sí misma y comprende mejor su poder como consumidora. Está ansiosa por lograr un cambio, y el comercio justo es una herramienta eficiente para ese fin", agregó.

El comercio justo es una forma alternativa de comercio impulsada por organizaciones sociales y que promueve una relación voluntaria y justa entre los consumidores y los productores, organizados en cooperativas.
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La organización coordinada por Justyna Szambelan reúne a varios tipos de entidades locales en diferentes pueblos de Polonia. Se trata de organizaciones no gubernamentales (ONG) de origen religioso (como la Organización Polaca de Comercio Justo, de Gdansk), otras vinculados al movimiento contra la globalización (la Fundación Alan Turing, de Breslavia), ecologistas (Polska Zielona Sie, de Cracovia) y grupos estudiantiles (Grupo eFTe, de Varsovia).

Las entidades reunidas en la Coalición Polaca para el Comercio Justo siguen dos líneas de acción: promueven esta práctica y comercializan productos que adhieren a ella. Sin embargo, como explica Szambelan, por el momento los productos no son importados directamente de países del Sur en desarrollo. En cambio, son comprados a empresas de Europa occidental dedicadas al comercio justo, como la alemana GEPA y la británica Divine Chocolate.

La situación en Polonia es representativa de toda Europa oriental y central. Cada vez más personas están interesadas en el comercio justo, y varias organizaciones logran educar al público sobre su importancia.

Pero, de todos modos, la actividad recién comienza, y todavía son muy pocos los contactos directos con los productores del Sur en desarrollo.

La Sociedad para el Comercio Justo en la República Checa, la más activa de las organizaciones que trabajan en este campo, actualmente administra dos "comercios mundiales" y cuatro puntos de venta especializada.

Un tercio de los productos que venden proceden de la organización italiana Commercio Alternativo, y el resto son importados de varias empresas de comercio justo de Europa occidental, igual que en Polonia.

Sin embargo, los activistas trabajan para establecer contactos directos con los productores. Según Tomas Bily, presidente de la Sociedad para el Comercio Justo, el grupo ordenó hace poco artesanías directamente de la asociación india MESH, integrada por organizaciones de pequeños productores e integrante de la Organización Mundial del Comercio Justo.

En el pasado importó brazaletes de la cooperativa Hazomanga, de Madagascar, y muñecas pequeñas de la empresa brasileña Etica, en tanto miembros de la Sociedad para el Comercio Justo establecieron contactos directos con cooperativas de productores africanos.

Bily se declara satisfecho con la actividad de la Sociedad para el Comercio Justo desde sus inicios en 2003. "Experimentamos toda clase de cuestiones relacionadas al comercio justo, desarrollamos materiales y programas educativos muy buenos, y somos reconocidos como una institución de capacitación en el área de la educación para el desarrollo mundial", dijo.

Dirigida principalmente por voluntarios, la organización ha jugado un papel importante para volver a la República Checa cada vez más propensa a apoyar el comercio justo.

Actualmente, la entidad tiene la mira puesta fuera de las fronteras checas. "En estos meses estamos trabajando en la iniciación de una nueva plataforma para la reunión y la cooperación de organizaciones de comercio justo de Europa central, oriental y meridional", dijo Bily a IPS.

Esta cooperación se identificará con las siglas en inglés de la Asociación de Comercio Justo de Europa Central y Oriental: CEEFTA, señaló.

"Muchas organizaciones de Europa han mostrado interés" en ella, destacó.

Los promotores húngaros del comercio justo también trabajan para crear redes en toda la región. Así se han conectado con grupos de activistas de Europa oriental, de países como Rumania y Bulgaria, donde el movimiento es incipiente.

Según Gyorgyi Ujszaszi, de la organización no gubernamental húngara Vedegylet (Proteger el futuro), las entidades que promueven el comercio justo en Hungría han cooperado muy estrechamente entre sí desde el inicio del movimiento en ese país, en 2000.

En 2006 se creó la Asociación por un Mundo Justo, que actualmente reúne a 11 grupos de la sociedad civil húngaros. Sus integrantes han organizado acontecimientos de consumo ético, llevando a cabo programas educativos sobre este tema en varias ciudades del país.

El movimiento por el comercio justo se jacta de abastecer de café a la oficina del presidente de Hungría y a la del Defensor del Pueblo sobre cuestiones ambientales.

Quien suministra ese café al presidente es Dan Swartz, propietario de la Librería y Café Treehugger Dan, en Budapest.

Swartz, que se describe a sí mismo como "activista ambiental primero y empresario después", administra varias librerías con cafeterías en la capital húngara, donde vende libros usados en inglés y cafés y tés obtenidos mediante el comercio justo.

Swartz dijo vender dos tipos de cafés mezclados, uno procedente de Guatemala, Colombia, Perú y México, y otro de Perú y Tanzania. Ambos son importados por Hungría, que los compra a la empresa italiana Caffè Agust.

A diferencia de algunas de las cafeterías y comercios que surgieron en la región y que son populares en Europa occidental, que no tienen fines de lucro y son manejados por voluntarios, Swartz usa un modelo que sí arroja ganancias, y tiene empleados de tiempo completo.

Sus locales constituyen una parte importante de las crecientes redes húngaras y regionales que promueven los productos del comercio justo.

La popularidad de sus negocios ayuda a crear conciencia sobre esta práctica y sobre las actividades de las ONG que se dedican a ella. Y, lo que es crucial, contribuye a cambiar los patrones de consumo en el país.

Swartz abastece a varios bares y cafés de Budapest con té y chocolate caliente resultantes del comercio justo. Y está asociado con tres restaurantes capitalinos que venden exclusivamente su café.

Esto constituye un compromiso particularmente fuerte, dado que "los restaurantes compraron sus propias máquinas de café, a fin de poder ser suficientemente independientes como para vender sólo el derivado del comercio justo", dijo.

"Las máquinas de café son muy caras y a menudo el café se queda atrapado en acuerdos de máquinas ‘gratuitas’ con las empresas que venden café", explicó Swartz. La trampa es que las cafeterías son obligadas a seguir comprando café caro a la gran compañía que le suministró la máquina.

El éxito del establecimiento de Swartz es una señal de que en los mercados de Europa central y oriental hay mucho espacio para el comercio justo.

"En Hungría hay 1.500 granjas orgánicas, 150 ONG ambientales y 80 comercios orgánicos, así que es obvio que hay suficientes clientes y suficiente conciencia para apoyar a estas organizaciones y empresas", sostuvo Swartz.

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