SIDA-ASIA: El prejuicio como factor de riesgo

Una persona puede someterse a una terapia antirretroviral para hacer frente al VIH. Pero ¿cómo puede remediar las arraigadas desigualdades sociales que marginan a grupos como los homosexuales, los usuarios de drogas y las mujeres?

Esa pregunta, que remite a un factor que aleja a esos sectores de los esfuerzos contra la pandemia, estuvo en el centro de los debates de este martes en la sesión plenaria del Noveno Congreso Internacional sobre el Sida en Asia y el Pacífico, que se inició el domingo y continuará hasta este jueves en la isla indonesia de Bali.

Muchos consideran que abordar este aspecto será el próximo gran paso en la lucha contra el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

Los prejuicios violan los derechos de muchos grupos con comportamiento vulnerable a la hora de informarse sobre la prevención del VIH y el sida, y de recibir tratamiento y cuidados.

"Para esto no hay una píldora mágica", dijo Geeta Rao Gupta, presidenta del Centro Internacional para la Investigación sobre la Mujer, con sede en Washington.
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Casi tres décadas después de reportarse los primeros casos de VIH, la manera "tecnocrática y biomédica" de abordar la pandemia es el principal enfoque utilizado en todo el mundo, agregó.

Pero luego de trabajar sobre respuestas médicas y científicas, "la única manera de que tengan éxito los esfuerzos contra el VIH y el sida es que se realicen cambios estructurales", sostuvo Gupta.

Se necesita todo un cambio social para fortalecer los triunfos médicos logrados en el abordaje de la pandemia, coincidieron los expertos.

"Los déficit de derechos humanos y los abusos alimentan la epidemia", dijo Kyung-wha Kang, alta comisionada adjunta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Y esto ocurre pese a que hoy en día está ampliamente aceptado que los derechos humanos constituyen un punto central del abordaje del VIH, agregó.

Michael Tan, director del Departamento de Antropología de la Universidad de Filipinas y activista por la salud sexual y reproductiva, señaló que es tiempo de "combatir el virus y las condiciones que subyacen a él" en simultáneo, pero "hay muchas más ‘condiciones subyacentes’ que físicas", señaló.

Esto se debe a que los factores sociales determinan quién accede a tratamientos, atención, prevención y cuidados, quién se enferma más y quién muere antes, dependiendo de qué grupos queden fuera por su situación económica u orientación sexual, así como debido a un estigma social o, directamente, al abandono.

El activista social y ex senador tailandés Jon Ungpakorn destacó que es imperativo cubrir a un amplio espectro de la población más vulnerable al VIH o de quienes no sean abarcados por los programas de educación, prevención y tratamiento.

Entre ellos, listó a prisioneros, usuarios de drogas, trabajadores sexuales, hombres que tienen sexo con otros hombres, transgénero, minorías étnicas, trabajadores migrantes, refugiados, personas sin hogar y que viven en la calle.

"Estos grupos importan porque son seres humanos a los que les corresponden los mismos derechos que a todos los demás, y porque son clave para abordar la pandemia", explicó Ungpakorn.

A menos que se atiendan sus necesidades y que no se los margine, porque las sociedades creen que no vale la pena el esfuerzo, "no se verá una sostenibilidad a largo plazo en el abordaje del VIH y el sida", enfatizó.

A su lista de personas en desventaja agregó a las "mujeres que tienen sexo con hombres" y que trasladan los contagios al hogar. Se refirió así a mujeres casadas o que mantienen relaciones íntimas y que se infectan con VIH porque sus compañeros practican conductas de riesgo, como utilizar drogas intravenosas o tener relaciones sexuales con otras personas sin usar condones.

Actualmente, las infecciones entre las mujeres constituyen 35 por ciento de todas las nuevas que se producen en la población adulta de Asia, lo que supone un aumento en relación al 17 por ciento que representaban en 1990. Pero los críticos sostienen que este aspecto no es suficientemente abordado por los programas sobre el VIH.

"Se estima que más de 90 por ciento de las mujeres que viven con VIH adquirieron el virus a través de sus esposos o de sus novios, mientras se encontraban en relaciones prolongadas", señaló el informe "HIV Transmission in Intimate Partner Relationships in Asia" (Transmisión del VIH en relaciones íntimas de pareja en Asia), presentado este martes por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida).

Estos hombres que conforman la pareja mantienen relaciones sexuales pagas con otras mujeres sin usar preservativos, o comparten jeringas contaminadas con otros usuarios de drogas, o tienen sexo con otros hombres, y luego transmiten el VIH a sus esposas.

Aunque se ha prestado "una atención sin precedentes" al rol de la ecuación de género en los asuntos vinculados al desarrollo, "todavía no estamos haciendo lo suficiente para desarraigar el rol que juega el género en (el combate a) la pandemia", destacó Rao.

Los programas sobre VIH y sida diseñados para abordar los estereotipos de género asignados a las mujeres son poco sistemáticos, y muchos dejan afuera a los hombres.

Esto envía el mensaje erróneo de que "el comportamiento masculino es inevitable y está predeterminado, y de que solamente las mujeres pueden hacer algo (para cambiar su situación), lo que no les hace ningún favor ni a mujeres ni a hombres", explicó Rao.

Citando ejemplos de cómo los programas de salud reproductiva todavía no se han integrado de modo suficiente a las diferentes preocupaciones y roles de las mujeres en la actualidad, Tan dijo que es común que estos planes tomen por objetivo solamente a trabajadores sexuales, por ejemplo, pero no toquen temas como la salud materna.

Del mismo modo, los programas de salud materna se mantienen distantes del VIH. Es como si se olvidara que las trabajadoras sexuales también pueden ser madres, señaló Tan.

Además, los programas de protección laboral para los inmigrantes filipinos no abordan ni la salud reproductiva ni el VIH. "No queremos ver a los migrantes como seres sexuales", enfatizó Tan.

Los debates del Noveno Congreso Internacional sobre el Sida en Asia y el Pacífico vienen centrándose mucho en los grupos más vulnerables a raíz de temas como orientación sexual, leyes discriminatorias que les hacen difícil buscar tratamiento y luchar contra el estigma del VIH/sida, o el hecho de que la sociedad los percibe como un problema o una carga.

"Yo pensaba que los trabajadores sexuales eran pecadores, o ‘¿por qué deberíamos siquiera hablar sobre hombres que tienen sexo con hombres?’", dijo al plenario Maire Bopp Dupont, presidenta de la Fundación contra el Sida de las Islas del Pacífico.

Pero, finalmente, las respuestas al VIH y el sida deben tener como base la premisa de que a todos les corresponden los mismos derechos básicos.

Se estima que en Asia hay 16 millones de hombres que tienen sexo con hombres, según la Comisión sobre el Sida en Asia.

Un estudio realizado en Internet y encargado por la Alianza Internacional para el VIH/Sida mostró que por lo menos un tercio de los consultados había experimentado arresto, violación, chantaje o violencia de la policía o las autoridades, porque sabían que tenían sexo con otros hombres.

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