La enseñanza primaria gratuita y universal forma parte de las políticas del gobierno de Angola, pero no significa que todas las niñas y niños reciban educación.
Una tercera parte de los niños y las niñas de este país no asisten a clase, según la organización no gubernamental internacional Save the Children. Décadas de guerra civil destruyeron muchas de las escuelas angoleñas, y se interrumpieron las inversiones para formar personal docente.
Tras el fin de la guerra, en 2002, la situación comenzó a cambiar lentamente, junto con el auge económico aupado en los elevados precios internacionales del petróleo, en esta nación rica en hidrocarburos. Algunas de las ganancias se están invirtiendo en la educación.
El gobierno afirma haber reclutado y formado a más de 70.000 maestras y maestros. Atractivas cuñas publicitarias de la televisión estatal hablan de un ambicioso programa para reconstruir cientos de escuelas destruidas durante la guerra y formar más profesores para que trabajen en todo el país.
Sin embargo, la demanda de educación no se ve satisfecha, y maestros poco calificados terminan haciéndose cargo de clases de 60 alumnos.
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Aunque las escuelas sean gratuitas, se sabe que hay maestros que aceptan dinero u otros obsequios para inscribir a los niños en sus centros educativos. Ya que la familia angoleña promedio tiene cinco o más hijos, pocas pueden darse el lujo de que todos estudien.
Las niñas parecen ser las mayores víctimas. La escuela es más inalcanzable para ellas, cuando deben permanecer en el hogar para encargarse de las tareas domésticas y cuidar a sus hermanos.
"Cuando falleció mi padre mi vida se detuvo. Tuve que dejar de ir a la escuela para ayudar a mi madre. Ahora estoy estudiando de nuevo, y realmente me gusta, porque he aprendido a hacer muchas cosas, como canastos y croché", dijo Aminosa Miranda, de 15 años.
Cargar a las niñas con responsabilidades domésticas está empeorando la alfabetización femenina con respecto de la masculina. Según cifras de 2007 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 84 por ciento de los niños y apenas 63 por ciento de las niñas saben leer y escribir en este país.
Además, la alta proporción de embarazos adolescentes perpetúa el problema, atrapando a muchas jóvenes en una vida de pobreza. Más de la mitad de las adolescentes angoleñas de entre 15 y 19 años tienen por lo menos un hijo, señaló este año el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
"Hay desigualdad de género" en la educación, expresó a IPS Douglas Steinberg, director nacional de Save the Children en Angola.
"En los primeros grados escolares, la proporción de niños y niñas es bastante pareja. Pero ya en el cuarto grado vemos que muchas más niñas desertan, a menudo por presiones familiares, y se dedican a las tareas hogareñas", continuó.
"Y muchas niñas que llegan hasta la enseñanza media quedan embarazadas y abandonan de todos modos", agregó.
Las niñas que dejan la escuela cuando apenas saben leer, escribir y hacer cuentas, tienen pocas oportunidades de mejorar su situación económica, y la mayoría terminan trabajando como vendedoras ambulantes.
Dominga Carla Consumala, maestra en Cazenga, uno de los barrios más pobres y superpoblados de Luanda, trabaja en el Proyecto de Educación de Niñas Adolescentes, que brinda una segunda oportunidad a las muchachas que desertaron de sus estudios.
Consumala insiste en que es necesario romper el círculo de abandono escolar y embarazo. "Estamos luchando para cambiar esto. Ahora nuestro país está en paz. Hay muchas oportunidades de trabajar, y si las niñas no estudian no tendrán un futuro", enfatizó.
Las clases del Proyecto, destinadas a niñas de entre 10 y 18 años, ofrecen un programa de aprendizaje intensivo y gratuito que cubre dos grados en un solo año. También hay cursos adicionales nocturnos de lectura y escritura, para quienes no tienen tiempo de asistir durante el día.
Estructurado por Save the Children, el Proyecto es apoyado por la misión católica brasileña Congregación de las Hermanas Catequistas Franciscanas, por la angoleña y no gubernamental Organización de Niños de Santa Isabela y por el gigante petrolero estadounidense ExxonMobil.
Además de nociones básicas de lectoescritura, entre las prioridades del programa figuran temas de salud sexual y personal, así como nutrición. Las adolescentes que tienen hijos pueden llevarlos a las clases, donde hay personal para cuidarlos mientras sus madres estudian.
Aparte de la educación escolar, las niñas aprenden a hacer bolsos y ropa blanca para el hogar. "La idea es darles herramientas para el futuro, así pueden tener un ingreso cuando dejen la escuela", explicó Consumala.
Para estas niñas, las clases son una segunda oportunidad en la vida.
"Tuve sarampión y eso afectó mi memoria, así que dejé de ir a la escuela. Pero luego me enteré de estas clases que me están ayudando a leer y a escribir de nuevo", relató Maria de Fatima Manuel Antonio, una estudiante de 16 años.
Junto con Aminosa, ella es una de las 490 jóvenes que participan en el programa, una cifra ínfima. Con nueve millones de habitantes menores de 18 años y tres millones menores de cinco, las presiones sobre el sistema escolar de Angola crecerán.
El desafío fue reconocido por el gobierno, que comprometió un tercio de su presupuesto de este año, de 33.300 millones de dólares, para gasto social, incluida la educación.
Pero Steinberg se mostró cauto. "Hubo una enorme mejora e inversión. Pero el problema es que la calidad de la educación todavía es bastante mala. Muchos de los maestros no tienen buena educación ni formación", dijo.
Angola no podrá reformar su sistema educativo en los próximos dos años, como promete el gobierno, opinó.
"Dos o tres años es muy poco tiempo para ver una mejora importante", sostuvo.