La mirada de Dorothy Tembo revela años de trabajo duro. Ahora se dedica a sus nietos y disfruta hablando del pasado. Observadora atenta de la realidad que la rodea, narra con facilidad las tribulaciones de Zimbabwe, desde los años previos a la independencia hasta la actualidad.
Tembo dice que nunca vio tanta muerte y sufrimiento como ahora.
Esta abuela de 59 años vive en el rural Tsholotsho, unos 100 kilómetros al norte de la sudoccidental ciudad zimbabwense de Bulawayo, en la provincia de Matabeleland, donde cuida a sus nietos.
Quienes se hacen cargo de las necesidades financieras de su hogar son sus hijas e hijos, que viven y trabajan en la vecina Sudáfrica.
Las remesas que ellos le envían se han convertido en su salvavidas, dijo Tembo a IPS. Hace casi una década que le mandan dinero.
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Pero una nube negra parece cernirse sobre su horizonte. El presidente Robert Mugabe, líder de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF), es acusado de presionar a sus socios del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) en la coalición gobernante para regresar a la moneda nacional, argumentando que el uso de divisas afecta a la población de las áreas rurales.
El ministro de Finanzas, Tendai Biti, también secretario general del MDC, aseguró que esto no ocurrirá mientras se aplique el Programa de Recuperación de Emergencia a Corto Plazo, de estímulo a la producción industrial. El mes pasado, Biti amenazó con renunciar a su puesto si lo obligaban a reintroducir el dólar zimbabwense.
Matabeleland, que se beneficia especialmente de las divisas extranjeras, está controlada por el MDC, enemigo político de Mugabe durante la mayor parte de la década pasada.
Para muchos aldeanos del sur de Zimbabwe y de pueblos fronterizos como Beitbridge y Plumtree, las remesas sirven para sustentarse en un contexto con pocas oportunidades.
La parte rural de Matabeleland se extiende por las áreas más pobres y propensas a las sequías. Con el transcurso de los años, este escenario ha sido testigo del gran viaje que hombres y mujeres jóvenes desempleados emprendieron a Sudáfrica y Botswana.
El dinero que envían a sus familiares ha tenido un efecto positivo desde la formación del gobierno de unidad nacional entre el MDC y el ZANU-PF, dado que ha permitido el libre uso de múltiples divisas.
Los comercios, tanto en áreas rurales como urbanas, se han colmado nuevamente de materias primas básicas. También se ha vuelto común fijar precios en moneda extranjera.
"Para nosotros, que recibimos dinero de Sudáfrica, era difícil usar el dólar local", dijo Tembo a IPS, explicando que en los últimos años el dinero de las remesas perdió mucho valor al convertirse a la moneda de Zimbabwe.
"La moneda local se volvió obsoleta, dado que los precios de las materias primas básicas aumentaban todos los días", explicó.
Ahora, usar las remesas sin sentirse estafado es un gran logro.
Mavis Khumalo reside en Tsholotsho. Siempre le resultó difícil usar la moneda extranjera, dado que se veía obligada a cambiarla en el mercado negro, relató.
"La gente que cambiaba dinero en realidad hacía todo el trayecto desde Bulawayo (segunda ciudad más grande de Zimbabwe) para comprarnos divisas extranjeras, porque sabían que conseguíamos dinero del exterior y no tenían idea sobre el valor predominante del tipo de cambio", dijo Khumalo.
Sin embargo, hoy en día ella usa el dinero "tal como viene, sin tener que perderlo a manos de nadie", agregó.
"Por supuesto que quisiéramos usar nuestra propia moneda zimbabwense, pero sólo si no queda obsoleta al día siguiente. Aunque mis hijos envían provisiones, sienten que es mejor mandar dinero en efectivo", señaló.
Pobladores de aldeas rurales como Khumalo y Tembo ahora compran directamente en los comercios productos como aceite para cocinar y jabón, a diferencia de lo que ocurría en los últimos años, cuando eran obligados a adquirir costosos elementos básicos en el mercado negro, usando el dólar nacional.
Sin embargo, esto ha sido perjudicial para gente como el comerciante Johannes Banda. Al no haber disponibles materias primas, y con el colapso del dólar zimbabwense y la prohibición de usar moneda extranjera, Banda se dedicaba al trueque en las áreas rurales, obteniendo productos a cambio de maíz para los animales.
Su negocio se ha tambaleado desde la legalización de las múltiples divisas.
"Los habitantes de las zonas rurales que tienen moneda extranjera dicen que ésta ya no sirve para nuestros negocios, porque pueden o bien comprar en los negocios ellos mismos o contratar los servicios de operadores del transporte transfronterizo, conocido como omalayitsha, para comprar cualquier cosa que necesiten, sea de Botswana o de Sudáfrica", dijo.
El economista David Sibanda sostuvo que el enfrentamiento entre el ZANU-PF y el MDC en lo relativo al uso de monedas múltiples "no es en absoluto inesperado".
"En Matabeleland muchas personas tienen familiares trabajando en países vecinos, y es natural que no hayan sido afectados por el uso de monedas múltiples, como otras partes del país", declaró Sibanda a IPS.
"Cuando el presidente Mugabe habla, se dirige a un sector de la población que tal vez no tiene acceso a divisas extranjeras. Pero esto tiene que comprenderse en un contexto más amplio. El gobierno debe hacer todo lo que pueda para arreglar esta economía, que ha estado en caída libre durante alrededor de una década", enfatizó.
En un discurso pronunciado ante el parlamento a comienzos de este año, el ministro de Desarrollo Económico, Elton Mangoma, dijo que en 12 meses se volvería al dólar zimbabwense. Pero desde entonces ese periodo se extendió, mientras la coalición de gobierno se esfuerza por atraer a inversores internacionales.
Instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como los ex socios comerciales del país, no quieren comprometerse a ayudar a la reconstrucción económica nacional mientras Mugabe esté en el poder.