Las comunidades de la zona de la sudoriental selva marfileña de Tanoé trabajan para obtener el estatus de Reserva Natural Voluntaria, la primera en este país de África occidental.
Autoridades mantienen una serie de reuniones con jefes de aldeas locales, profesionales y otros involucrados a fin de fijar los pasos a seguir para lograr la autogestión.
Ecologistas y activistas de esta sudoriental localidad marfileña frenaron la instalación de una gran empresa agroindustrial en la selva pantanosa de Tanoé, de gran diversidad biológica.
El comienzo de los trabajos de limpieza para cultivar palma aceitera encendió la voz de alarma. Activistas de distintas partes del mundo se unieron a la población local, entre quienes había profesionales que mandaron varias cartas de protesta a las autoridades de Costa de Marfil.
«El proyecto pudo llevar a la desaparición de varias especies de animales y plantas típicas de la selva de Tanoé», señaló Inza Koné, coordinador del programa de Investigación y Acción para Salvaguardar los Primates de Costa de Marfil (Rasap-CI, por sus siglas en francés), del Centro Suizo de Investigaciones Científicas en Costa de Marfil.
[related_articles]
La selva se ubica entre la laguna Ehy y el río Tanoé, frontera natural entre este país y Ghana.
Tres especies de primates de África occidental amenazadas se encuentran en la selva de Tanoé: colobo bayo de Miss Waldron, el cercopiteco diana roloway y el mangabey gris. Además integran una lista mundial de 25 simios en peligro de extinción, explicó Koné.
La selva también alberga a 179 especies de pájaros, alrededor de 60 de las cuales requieren protección, y 279 de plantas, incluidas 33 que preocupan a los conservacionistas, según el Rasap-CI.
«Nos sorprendió que comenzará un proyecto que iba a destruir la selva sin que se hiciera un estudio de impacto ambiental y social porque las normas vigentes en Costa de Marfil son muy claras al respecto», precisó Koné, quien encabezó la oposición al proyecto de palma aceitera.
A fines de 2007 se supo que Palmeraies de Côte dIvoire (PALM-CI), una gran compañía marfileña de palma aceitera y asociada con el Grupo Unilever, llevaría adelante un proyecto agroindustrial de 40 millones de dólares en la selva de más de 6.000 hectáreas.
La empresa prometía crear 1.000 puestos de trabajo en el sector agrícola y 300 en el industrial. Pero el proyecto fue rechazado por unanimidad por ecologistas y comunidades locales.
Las autoridades habían determinado en abril de ese año que la selva de Tanoé era una reserva natural, señaló un funcionario del Ministerio de Conservación que pidió reserva de su identidad.
El gobierno se opuso al proyecto, pero antes los inversores trataron de forjar un acuerdo con las autoridades de Adiaké, el distrito donde se ubica la selva de Tanoé.
«Nunca podremos compensar la pérdida de la selva. El costo del daño será mil veces superior a los beneficios del emprendimiento», explicó Koné.
Rasap-CI no se opone al desarrollo económico sino que pretende preservar la naturaleza, indicó. Además de las especies que alberga es el último territorio intacto en la zona sudoriental de este país y es importante para contener el cambio climático.
«El hecho de que la selva se ubique en un terreno anegadizo le da el doble de importancia porque permite que se fije el dióxido de carbono, lo que frena el recalentamiento global, y atenúa las consecuencias de la disminución de lluvias y la consiguiente mengua en la producción de los pequeños agricultores de la zona», añadió Koné.
«Es un símbolo para nosotros y estamos felices de haber contribuido a su protección», indicó Patrice Abwa, pescador de 45 años de la aldea vecina de Kadjakro. «También hay lugares donde pescar. La selva tiene una enormidad de recursos gracias a su preservación».
«Los incentivos financieros ofrecidos por los inversionistas eran significativos, pero cambiamos de opinión tras conocer los pormenores de los beneficios obtenidos de la preservación de la selva y ante la posibilidad de conflictos por la propiedad y uso de la tierra», añadió Abwa.
El productor de palma aceitera Mathieu Yao, de 48 años, coincidió con Abwa. «Nuestra oposición al proyecto obedeció a nuestro propio interés. Dependemos de la agricultura de pequeña escala y de la pesca y todos somos conscientes de que la producción debe contribuir a mantener la selva».
«Optamos por defenderla», subrayó. «Perdimos desde el punto de vista económico, pero ganamos ecológicamente».
«Los habitantes de la zona comprendieron el valor de la selva y creo que su interés en protegerla no se desvanecerá», señaló Yao.
A la espera de recibir el estatus de Reserva Natural Voluntaria se realizan diversas actividades de capacitación, prospecciones antropológicas, socioeconómicas y biológicas, actividades de sensibilización e iniciativas de respaldo al desarrollo de las comunidades locales.
* Excluida su publicación en Italia. Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible. (http://www.complusalliance.org)