El enfrentamiento entre Estados Unidos e Israel por los asentamientos judíos en territorio palestino se intensifica. Defensores de ese movimiento en Washington urgen al presidente Barack Obama a aliviar la presión sobre el gobierno de Benjamín Netanyahu.
La batalla por los asentamientos ha colocado a figuras e instituciones estadounidenses afines al gobierno israelí en una posición delicada, pues Obama mantiene su popularidad en la comunidad judía de su país, la mayor parte de la cual se oponen a la ampliación de esas colonias.
El congelamiento de los asentamientos ha sido una demanda central de Estados Unidos durante décadas, tanto bajo gobiernos demócratas como republicanos.
Por lo tanto, en vez de oponerse directamente al gobierno, la mayoría de los analistas y organizaciones de derecha que simpatizan con los colonos judíos intentan persuadir a Obama de que minimice sus exigencias y procure un acuerdo.
También le proponen que ubique en su agenda la campaña contra el programa de desarrollo nuclear de Irán por encima de la búsqueda de una solución negociada a la cuestión palestina, y que permita construir más bloques de asentamientos en Cisjordania, cerca de la "línea verde" que separa ese territorio de Israel.
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Algunos "halcones" también han lanzado lo que muchos ven como una campaña mediática concertada para mostrar que la presión que ejerce Obama en torno a las colonias israelíes está al borde del fracaso.
Sin embargo, pese a informes en contrario, hasta ahora el gobierno no ha dado señales de aflojar su posición en torno de los asentamientos israelíes.
Esto sugiere que es probable que el enfrentamiento entre Obama y Netanyahu se caliente a rojo vivo.
La negativa del primer ministro israelí a detener un proyecto de construcción en Jerusalén oriental intensificó el conflicto diplomático.
"Los asentamientos eran un tema difícil de defender. Así que el ala conservadora de la comunidad (judía de Estados Unidos) argumentó que las discrepancias no deberían expresarse en público, y que se debería presionar a los árabes para que hagan más", dijo a IPS el ex negociador de paz israelí Daniel Levy, ahora miembro de The New America Foundation y de The Century Foundation.
"Ahora habrá un tercer componente de su resistencia, que es Jerusalén, pero no creo que esto cobre fuerza, ni que desvíe al gobierno estadounidense de su curso", agregó.
Unas pocas organizaciones de línea dura se han manifestado expresamente a favor de los colonos y en contra de la política de Obama.
Por ejemplo, la Organización Sionista de Estados Unidos, consideró en un comunicado que es "completamente racista y antisemita sugerir que los judíos no pueden construir ( ) en Judea y Samaria", nombres bíblicos que emplea el movimiento de los colonos para referirse a Cisjordania.
El pastor John Hagee, líder de Cristianos Unidos por Israel, defendió el martes "el derecho soberano" del Estado judío a desarrollar los asentamientos como mejor le parezca, "sin ceder a la presión del gobierno de Estados Unidos".
Pero la mayoría de las organizaciones judías dominantes han sido cautas. La Organización Sionista fue notoriamente excluida de una reunión entre Obama y representantes de las principales instituciones de la comunidad el día 13 en la Casa Blanca.
Los asentamientos "no son la causa subyacente de la disputa israelí-palestina", comentó esta semana David Harris, presidente del Comité Judío Estadounidense, ante senadores del gobernante Partido Demócrata, según la versión electrónica del diario The Jerusalem Post.
"Deberían ser abordados en el contexto de las negociaciones, no tratados como condición sine qua non para el diálogo, como hacen los líderes palestinos", agregó. "Israel no puede volver, y no volverá, a las frágiles líneas del armisticio de 1967."
Muchos de los que critican la posición de Obama sobre los asentamientos sostienen que se debería permitir que Israel continúe construyéndolos para abrir espacio al "crecimiento natural" de los bloques ya existentes.
Señalan acuerdos presuntamente alcanzados entre los gobiernos del estadounidense George W. Bush (2001-2009) y el israelí Ariel Sharon (2001-2006). Y, en particular, una carta de 2004 enviada por Bush a Sharon, en la que reconoce el derecho de Israel a la actividad de los colonos.
El propio Elliot Abrams, principal colaborador de Bush en las relaciones con Medio Oriente y principal negociador de esos acuerdos, sostuvo que Obama debería reconocerlos y desistir de su reclamo de congelamiento total de los asentamientos.
Sin embargo, el ex jefe del equipo de Sharon, Dov Weissglass, dijo el miércoles a The Washington Times que ninguno de esos tratos se dio por finalizado jamás porque los dos países nunca se pusieron de acuerdo sobre dónde se permitiría construir.
El lunes, Abrams creó más controversia cuando sostuvo, en un artículo que publicó en el National Review Online, que Estados Unidos hizo a un lado sus demandas de un congelamiento total de las colonias y que ahora solicita un acuerdo que permita que se completen todos los proyectos de construcción en curso.
Abrams también citó, sin identificarlos, informes según los cuales el enviado de Obama para Medio Oriente, George Mitchell, planea abandonar el gobierno a fin de año.
Mitchell respondió que los informes sobre su renuncia eran "un invento total", señaló The Cable, un blog especializado de la versión electrónica de la revista Foreign Policy.
Sin embargo, "confiamos bastante en que el gobierno de Obama mantenga su reclamo de que el de Israel cumpla con su compromiso de congelar toda la actividad de asentamientos y desmantele los puestos de avanzada ilegales en Cisjordania", dijo a IPS Ori Nir, portavoz de la organización Estadounidenses por Paz Ahora.
A comienzos de este mes, un alto funcionario del gobierno dijo, según el diario The Washington Post: "No hemos cambiado nuestra posición en absoluto ni el presidente ha autorizado ninguna negociación".
La reunión del día 13 en la Casa Blanca de Obama con los líderes de la comunidad judía tuvo, en parte, el objetivo de reafirmar su campaña sobre los asentamientos.
Según la mayoría de las versiones, la instancia fue exitosa. El presidente reiteró su compromiso con la seguridad de Israel y los concurrentes expresaron apoyo a su gobierno.
Sin embargo, las tensiones volvieron a aumentar luego de que Netanyahu confirmara, el domingo, un proyecto para construir viviendas israelíes en Jerusalén oriental, a pesar de las protestas estadounidenses.
Y también a pesar de su desafiante proclamación de que la soberanía israelí sobre "una Jerusalén unida no puede ser desafiada".
Como todos los planes hacia una solución de dos estados implican conferir a los palestinos el control de Jerusalén oriental como su capital, las declaraciones de Netanyahu cuestionan directamente la política de Obama y encienden el debate sobre los colonos judíos en Cisjordania.