Karim pidió dinero prestado para ampliar su panadería. Cuando se le acabaron esos fondos, y ante el temor de ir a prisión por no poder pagar sus deudas, este egipcio de 36 años decidió vender su riñón.
Su caso, entre cientos documentados por la Coalición para Solución a las Fallas de Órganos (COFS, por sus siglas en inglés), organización no gubernamental con sede en Washington, confirmó la terrible tendencia: la pobreza lleva a cada vez más egipcios a vender partes de su cuerpo.
Expertos señalan que la ausencia de una legislación para regular los transplantes de órganos ha convertido a Egipto en un centro importante para el tráfico de riñones. Más de 95 por ciento de los 3.000 transplantes legales que se realizan por año y cientos de ilegales involucran una transacción comercial.
Una prohibición nacional a utilizar órganos de cadáveres implica que todos los transplantes deben hacerse de donantes vivos. La mayoría de estos son jóvenes indigentes, obligados a vender sus riñones para sobrevivir o pagar sus deudas.
"Les llaman donantes comerciales vivos, pero el nombre es engañoso, porque en realidad son más víctimas que donantes", dijo Kabir Karim, director de programas de COFS en Egipto.
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Un riñón puede comprarse a 15.000 dólares en el mercado negro de El Cairo, aunque el donante solamente recibe 2.500 dólares. El resto va para hospitales, laboratorios y agentes.
Los traficantes merodean los tugurios de El Cairo para encontrar personas pobres dispuestas a vender sus órganos. "Más de 90 por ciento de los donantes no tienen empleo regular, y están endeudados debido a sus circunstancias, o se han casado y no pueden pagar la renta", explicó Mar Mostafa, investigador de campo de COFS. "Los traficantes se acercan a ellos y les prometen una salida a sus deudas si aceptan donar su riñón".
A las víctimas no se les informa correctamente sobre los riesgos, y se les pide exámenes en hospitales y laboratorios privados. Los resultados son usados para contactar a los clientes, por lo general personas adineradas de los países del Golfo Pérsico o Arábigo, que usan documentos falsos para eludir una prohibición contra transplantes a personas no egipcias o no familiares de los donantes.
"Si un hospital tiene sus papeles en orden, incluyendo los formularios de consentimiento firmados por el donante, puede operar en impunidad", dijo un médico a IPS. Sólo si el donante muere, se convierte en un delito grave.
Alrededor de 80 por ciento de los donantes sufren deterioro de su salud tras la cirugía, según un estudio de COFS. "La mayor parte del tiempo, las personas se quejan de cansancio", explicó Karim, de COFS. "Muchos de esos donantes tienen un trabajo que requiere esfuerzo físico, pero (tras la operación) se cansan muy rápido y no pueden hacerlo. Eso, por supuesto, afecta su empleo, y pronto son despedidos".
"Es un círculo vicioso para ellos", indicó. "Venden un riñón porque tienen deudas y gastan el dinero en unos seis meses. Todavía están con deudas, pero ahora son menos capaces de trabajar que antes, así que están en una situación peor".
COFS ofrece asesoramiento, apoyo personal y servicios de salud post-operatorios a los donantes, pero Mostafa señala que los pacientes por lo general son renuentes a esta asistencia. "Están muy avergonzados de lo que han hecho, y no quieren que nadie más lo sepa", explicó.
Es frecuente que la policía intervenga por disputas sobre los pagos. A los donantes se les promete determinada suma, pero reciben menos.
Las historias de personas secuestradas o que despiertan luego de un examen médico de rutina para descubrir que no tienen uno de sus riñones son algo más que mitos urbanos.
"Hay un conocido traficante que trabaja con varios hospitales y alcanza a todas sus víctimas en cafés", dijo Mostafa. "Maneja un (automóvil) BMW, prometiéndole a hombres desempleados un trabajo en el Golfo o en Europa. Lo único que les pide es un examen médico de rutina para presentar la solicitud de empleo. (A la víctima le) hacen las pruebas, pero en el hospital dicen descubrir un problema, por lo general cálculos en los riñones".
El traficante acepta cubrir el costo del supuesto tratamiento, que le deducirá a la víctima del primer sueldo prometido. Pero cuando los médicos van a operar, le dicen que el riñón está "dañado" y debe ser extirpado. Desesperado por el trabajo, el paciente acepta. La víctima sólo descubre el engaño cuando el empleo nunca se concreta y el traficante deja de llamarlo. "En ese caso, ni siquiera recibe el dinero por su riñón", indicó Mostafa.
Un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2007 identificó a Egipto como uno de los principales centros de tráfico de órganos junto a China, Pakistán, Filipinas y Colombia. Las periódicas campañas del Ministerio de Salud contra hospitales y clínicas que operan ilegalmente ha hecho poco para frenar el llamado "turismo de transplantes".
Egipto necesita una clara legislación con penas severas para combatir el tráfico de órganos, sostuvo el prominente cirujano Mahmoud El-Meteini. "Hasta ahora, estos actos criminales han sido tratados por la ley como mala praxis".
Un proyecto de ley sobre este tema fue rechazado por el parlamento el mes pasado. El borrador proponía prohibir la venta de órganos y los transplantes a extranjeros, e imponía sentencias de hasta 15 años de prisión y multas por 180.000 dólares. También permitía los transplantes de órganos de cadáveres, para aliviar la presión sobre donantes vivos.
Los proponentes esperan que el texto sea aprobado cuando la legislatura vuelva a reunirse en el otoño boreal, pero reconocen que será difícil enjuiciar a los responsables.