Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU expresaron el 22 de mayo pasado su preocupación sobre el impacto político de los recientes acontecimientos relacionados con Daw Aung San Suu Kyi, destacaron la importancia de la liberación de todos los prisioneros políticos y reiteraron la necesidad de que los dirigentes militares de Birmania creen las condiciones necesarias para un diálogo genuino con la organización política encabezada por Suu Kyi y otros grupos opositores minoritarios para alcanzar una completa reconciliación nacional.
Por el contrario, después de escuchar a los testigos de cargo en la prisión Insein y en la etapa inicial del juicio contra Daw Suu Kyi, el juez designado por la junta militar birmana, Thaung Nyunt, convalidó la imputación contra la líder opositora y Premio Nobel de la Paz 1991, a quien acusan de haber incumplido los términos de su arresto domiciliario. Daw Suu Kyi, de 63 años, ha estado bajo detención del régimen militar birmano sin juicio durante más de 13 de los últimos 19 años.
Los tribunales de Birmania operan bajo las órdenes de los militares en el poder y casi siempre tratan despiadadamente a los disidentes políticos. A mediados de mayo, el embajador británico, Mark Canning, reflejó la prevaleciente suposición de que Daw Suu Kyi será declarada culpable al describir el proceso judicial como una historia cuya conclusión ha sido ya escrita.
El símbolo de la democracia birmana, Daw Suu Kyi, proclamó su inocencia y dijo que el incidente en el que se basa la acusación de los militares ocurrió a causa de una falla de seguridad de las autoridades, de modo que la responsabilidad por haber permitido entrar a su casa a un ciudadano estadounidense fue de los servicios de seguridad.
Los críticos del régimen militar han acusado a la Junta de usar la visita de Yettaw como un pretexto para prolongar el encarcelamiento de Daw Suu Kyi hasta las elecciones del 2010, punto culminante de la hoja de ruta hacia la democracia de los militares en el poder, que ha sido calificada por los observadores como una estratagema para continuar con el régimen dictatorial.
Para los dictadores de Birmania la líder opositora Daw Suu Kyi es una amenaza para la paz y la estabilidad, mientras que para la amplia mayoría de la población del país es la representación del cambio. Su inaceptable encarcelamiento no es un mero asunto legal sino una indicación de como la autocracia está aniquilando las aspiraciones políticas del pueblo birmano, que abrumadoramente apoya el cambio.
Aunque la Liga Nacional por la Democracia (NLD) encabezada por Daw Suu Kyi arrasó en las elecciones de 1990, la Junta se ha rehusado a reconocer el resultado de las elecciones que ella misma había convocado.
En general, la situación de la Premio Nobel de la Paz está poniendo en evidencia la ausencia de ley y orden en el país y en particular los crímenes cometidos por las autoridades militares en los años recientes, uno los más atroces de los cuales fue la tentativa de asesinato a la dirigente opositora en Dapeyin, norte de Birmania, el 30 de mayo de 2003. En el caso de la emboscada de Dapeyin, el jefe de la Junta, Than Shwe, fue el criminal clave y Daw Suu Kyi la víctima. Pero el pueblo birmano conoce con claridad la verdad, no sólo sobre el intento de asesinato en Dapeyin sino también sobre el último proceso, que en realidad es una conspiración política.
En realidad, el juicio actual contra Daw Suu Kyi es sólo una herramienta utilizada por el general Than Swe para cumplir sus propósitos de eliminar a la líder opositora de la arena política de Birmania, ya que los militares piensan que ella es una amenaza para el prolongado dominio castrense.
En consecuencia, surge una pregunta para las Naciones Unidas: ¿Se decidirá la ONU a actuar con energía para detener el actual proceso unilateral contra la Premio Nobel de la Paz en esta Birmania fuera de la ley? ¿Y el organismo mundial ha programado ya como presionar a la dictadura militar para que se retire y deje lugar a elecciones democráticas? (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Zin Linn, ex detenido político en Birmania, actualmente exiliado en Bangkok, es el Director de Información de la coalición de partidos de oposición birmanos.