La crisis económica mundial creó una «emergencia» que hace peligrar el cumplimiento de algunos de los Objetivos de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Milenio en muchos países, advirtieron este jueves el Banco Mundial y el FMI.
Ambas instituciones divulgaron un informe al respecto en la víspera de su reunión semestral conjunta en Washington. Las metas, fijadas en 2000 para ser alcanzadas en 2015, están en grave riesgo especialmente en África subsahariana y Asia meridional, las regiones más pobres del mundo.
El Banco y el FMI (Fondo Monetario Internacional) calcularon un crecimiento económico de 1,5 por ciento para todo el mundo en desarrollo al cabo de este año, pero entre 55 millones y 90 millones de habitantes de esos países quedarán sumidos en la miseria.
El informe de casi 300 páginas, titulado "Informe sobre seguimiento mundial 2009: Una emergencia de desarrollo", prevé que el ingreso por habitante caerá en medio centenar de países, la mayoría de ellos africanos.
"Los números se elevarán si la crisis se profundiza y el crecimiento de los países en desarrollo flaquea aun más", advierte el estudio. En África subsahariana y en Asia meridonal, donde la pobreza es mayor, la desaceleración de la producción "elimina, esencialmente, las perspectivas anteriores a la crisis de una continuidad en la reducción de la pobreza para 2009".
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Eso tendría un impacto grave y duradero en los sectores de la educación y la salud, y sumaría entre 200.000 y 400.000 muertes anuales de menores de cinco años a las actuales entre este año y 2015, según el informe.
"Aunque la recesión se siente por ahora con más fuerza en las economías avanzadas, las condiciones en los países en desarrollo se están deteriorando dramáticamente, por desgracia", dijo el viernes a la prensa el vicedirector gerente del FMI, John Lipsky.
"Con recesiones simultáneas golpeando todas las grandes regiones, la posibilidad de una recuperación dolorosamente lenta es muy real, lo que hace de la lucha contra la pobreza un desafío más serio y más urgente", agregó.
El informe fue divulgado en el marco de la conferencia semestral conjunta del Banco Mundial y el FMI, que reunirá en Washington este fin de semana a los ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales de todo el mundo.
Se espera que las dos instituciones, muy cuestionadas por organizaciones internacionales de la sociedad civil, cumplan misiones de importancia en las acciones contra la crisis.
A comienzos de este mes, la cumbre del Grupo de los 20 (G-20), que reúne a economías industrializadas y emergentes, acordó suministrar al FMI 750.000 millones de dólares para que ayude con créditos a los países en desarrollo.
El G-20 también apoyó un aumento de los préstamos de los bancos multilaterales de desarrollo, incluido el Banco Mundial, de 100.000 millones de dólares por año en los próximos tres.
También apoyó los planes del Banco de elevar los préstamos para infraestructura, pequeñas y medianas empresas y mantenimiento de redes de seguridad social. La institución anunció este viernes que triplicará sus créditos dirigidos a los sistemas de salud, a 3.100 millones de dólares, y los destinados a la educación, a 4.100 millones.
Los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio incluyen reducir a la mitad para 2015 la proporción de la población pobre y hambrienta, lograr la educación primaria universal, reducir la mortalidad infantil en dos tercios, y la maternal en tres cuartos, promover la igualdad de género y revertir la propagación del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y otras enfermedades.
En la primera mitad de esta década se alcanzaron avances sustanciales hacia el logro de estas metas, pero el impulso se perdió por varios factores.
Los países ricos no cumplieron con sus compromisos de asistencia al desarrollo. Desde 2006, los países pobres no productores de petróleo fueron golpeados por el aumento de precios del combustible y de los alimentos. Luego, en septiembre pasado, se produjo la crisis financiera.
"Para los países pobres, esto ha sido crisis sobre crisis", según el informe. "El triple riesgo de las crisis de alimentos, de combustibles y de las finanzas empujan a muchos países pobres a una zona de peligros, imponiéndoles costos humanos cada vez peores y menguadas perspectivas de desarrollo."
Antes del estallido de la crisis alimentaria en 2007, las agencias internacionales calcularon los hambrientos crónicos del mundo en desarrollo en 850 millones. La cifra subió a 960 millones para 2008, y se prevé que el año próximo serán más de 1.000 millones.
La meta de la educación primaria universal está al alcance, pero la combinación de crisis hace improbable el cumplimiento de los objetivos de salud, como la reducción de las mortalidades materna e infantil.