CRISIS MUNDIAL: EL TRABAJO FEMENINO SERÁ EL MÁS AFECTADO

A medida que la crisis económica global se va extendiendo, más severos son los efectos negativos sobre el comercio internacional. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que las exportaciones de los países en desarrollo podrían declinar en 15,5% este año. A escala regional, se prevé un retroceso de 16,8% en Asia, 12,5% en África y 10% en América Latina.

Ello seguramente tendrá también un impacto significativo en el empleo. Cerca de 51 millones de personas perderán sus puestos este año, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y 22 millones de ellas serán mujeres. En los sectores que inicialmente fueron más golpeados, como el financiero, el de seguros, el inmobiliario, el de la construcción y el manufacturero, la mayor parte del personal estaba constituido por hombres. Pero la crisis se está extendiendo ahora al sector de servicios, que en muchos países está dominado por mujeres.

La marginación de las mujeres en las esferas social, económica y política significa que son ellas quienes usualmente soportan lo más duro de las situaciones críticas. Las mujeres tienen menor acceso a la educación y a otros servicios sociales, reciben salarios más bajos y tienen insuficiente representación política. Esta situación no es sólo moralmente inaceptable sino que también significa un obstáculo para el desarrollo económico. Porque las mujeres hacen una importante contribución a la economía, a un mejor ejercicio del gobierno y a sus comunidades y hogares.

Hay amplias pruebas de que el aumento de las oportunidades para las mujeres lleva a mejoramientos en la reducción de la pobreza y a una aceleración del crecimiento económico. De hecho, las mujeres tienden a gastar una mayor parte de sus ingresos en la educación de los niños y en otros objetivos de desarrollo humano que la que gastan los hombres. Es, por lo tanto, hora de que la igualdad de género sea incorporada más ampliamente en las decisiones de política de desarrollo, incluyendo la política comercial. Esta última afecta la igualdad de género de dos modos principales: tiende a favorecer a algunos sectores y grupos sociales y a desfavorecer a otros; y desde que las actividades económicas y sociales difieren según el género, esos efectos redistributivos afectarán a los géneros de manera diferente.

Las costumbres socioculturales pueden restringir la movilidad de las mujeres y pueden también dictaminar qué tipos de trabajos se suponen apropiados para ellas. Es así que en la industria textil en muchos países desarrollados, más del 80% de los trabajadores son mujeres. Las medidas de política comercial que hacen que esta industria se expanda o se contraiga tendrán un fuerte impacto en el empleo femenino.

Se estima que, en términos generales, el comercio ha beneficiado a las mujeres. En algunas economías de rápido crecimiento en países en desarrollo las mujeres han sido muy activas en algunos de los sectores de exportación como el textil y el electrónico, mientras que la liberalización comercial y la integración internacional han llevado a un incremento del empleo femenino.

Pero también se han documentado situaciones en las que las mujeres se han visto penalizadas. La liberalización de la agricultura ha significado a menudo que los pequeños agricultores (mujeres en la mayoría de los casos) hallan imposible competir con los mercados internacionales. Lo mismo sucede a las trabajadoras que producen bienes que compiten con los de importación y en empresas pequeñas.

La política comercial puede provocar otras desventajas para las mujeres. La teoría que respalda la liberalización comercial sostiene que los trabajadores desplazados de los sectores nacionales que compiten con los productos importados pueden ser empleados en los sectores exportadores en expansión o sacar ventajas de otras oportunidades. Pero en la práctica, los que no logran adaptarse pueden terminar peor que antes. Desafortunadamente, la adaptación con frecuencia genera problemas particulares para las mujeres debido a sus desventajas relativas. Este problema a menudo es más relevante en los países en desarrollo, donde las diferencias entre los géneros pueden ser mayores y donde la falta de eficientes instituciones de gobierno, redes de seguridad social y políticas compensatorias pueden dificultar más aún los ajustes.

Dados los complicados vínculos entre la política comercial y la igualdad de género, es necesario que los gobiernos consideren incluir valoraciones sobre la igualdad de género cuando elaboren políticas comerciales y medidas complementarias que ayuden a reducir el impacto negativo de las políticas comerciales sobre las mujeres. Tales evaluaciones pueden también ser necesarias en el contexto de la actual crisis mundial y de los paquetes elaborados para enfrentarla. El trabajo femenino alimentó gran parte del crecimiento precedente a la crisis. Por esta razón, las mujeres están entre los primeros a sufrir por la caída del comercio, los despidos y la repatriación de trabajadores migrantes.

Esto no significa que no existan respuestas. Podemos tener en cuenta consideraciones de género a la hora de tomar decisiones sobre la adopción de paquetes nacionales de estímulo y de medidas de protección social. Debería, asimismo, extenderse el otorgamiento de microcréditos, que influyen en el funcionamiento de pequeñas empresas que en la mayoría de los países en desarrollo son dirigidas por mujeres, junto con conformar un mejor ambiente para sostener el comercio, incluyendo una mejor financiación comercial. (FIN/COPPYRIGHT IPS)

(*) Supachai Panitchpakdi, Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y ex Director-General de la Organización Mundial del Comercio.

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