FORO SOCIAL MUNDIAL TODO ESTA COMO ERA ENTONCES

Belén es una de las ciudades con menor superficie de área verde de Brasil pese a que es la puerta de ingreso a la Amazonia, poseedora de un tercio de los bosques tropicales del planeta. Las áreas verdes más extensas se hallan en los campus de las dos universidades federales que hospedaron durante una semana la novena edición del Foro Social Mundial, concluido el 1 de febrero.

Los prados de los campus están cercados por dos de los barrios más poblados y peligrosos de la ciudad, Gaumá y Terra Firme, que contienen el 10% de los 1.400.000 habitantes de Belém y el 14% de su criminalidad. Guamá se expandió por el arribo de migrantes del interior expulsados de sus tierras nativas debida a la irrupción de nuevos colonos que introdujeron la explotación ganadera y forestal, principales causantes de la mayor destrucción de bosques en la historia de la humanidad: una superficie equivalente a tres veces la extensión del Estado de San Pablo en apenas cuatro décadas, mientras Terra Firme se ensanchó mediante la instalación de miserables pensiones que albergan a los peones y braceros reclutados para talar los campos arrebatados a los indígenas.

En Terra Firme se realizaron reuniones preparatorias del Foro y se organizó un encuentro para dar participación a sus pobladores. Pero ese propósito fue desvirtuado por la falta de personal de apoyo y por la inalcanzable tasa de inscripción de 4 dólares.

En el Foro no se discutió ninguno de los problemas de las enormes y caóticas periferias de Belém, donde yace Paar, la mayor favela horizontal del país (140.000 habitantes) y que después de Recife es la capital estadual mas violenta de Brasil.

Aunque el encuentro temático internacional del Foro, realizado en Belém para dar relieve a la problemática amazónica, no sobrepasó la barrera policial que lo segregaba de los dos temidos barrios, en sentido contrario se desplazó una muchedumbre. No para intervenir en los centenares de encuentros programados o para alternar con los visitantes sino para venderles alguna cosa. Impulso explicable ya que Belém figura entre las ciudades brasileras donde mayordes son el desempleo y la economía informal.

Ya desde la fase preparatoria del Foro los vecinos atravesaron como pudieron los muros que aislan a los campus universitarios con mesas, platos, cubiertos y comidas para ofrecer al público. Después, con el aumento de la vigilancia, los interesados comenzaron a sustraer, principalmente a los dos mil voluntarios que prestaron sus servicios al Foro, las credenciales y las camisas. Las camisas eran otro elemento para el control de la entrada al Foro y en algunos casos fueron vendidas por voluntarios que no podían pagarse el autobús. Fue así que la periferia de la metrópolis amazónica obtuvo un beneficio del acontecimiento del año que habría reunido, según sus responsables, 90.000 personas, un número cuestionado por los millares de camisas sobrantes.

En virtud de las necesidades alimenticias de millares de asistentes hubo una ligazón entre el empeño de solidaridad con el mundo marginado por la globalización y la confianza en otro mundo mejor y aquellos que deberían ser la materialización de esas utopías.

El gobierno federal destinó 300 agentes policiales y 22 millones de dólares (de un presupuesto total para el Foro de 70 millones) a la seguridad, mientras el gobierno del Estado, que como el nacional pertenece al Partido de los Trabajadores concentró 7.000 policías en Belém y montó un cordón sanitario en torno a los dos barrios limítrofes para preservar a los asistentes al Foro de la rutina de los 200 actos criminales diarios que tienen lugar en la ciudad. Millares de pobladores fueron revisados todos los días por las patrullas móviles, los bares tuvieron que cerrar a las diez de la noche y reinó un clima de confinamiento.

Gracias a esas precauciones la violencia no se inmiscuyó en el ambiente del Foro Social Mundial durante sus sesiones. Recluidos de esa manera, los participantes del monumental encuentro pudieron intercambiar sin contratiempos sus ideas y propuestas sobre la construcción de un mundo mejor y de una Amazonia autosustentable. La realidad incómoda precedente al encuentro puede volver a instalarse ahora que profetas, gurúes, discípulos y demás asistentes de buena voluntad han regresado a sus hogares, acarreando consigo los mismos pensamientos e imágenes que trajeron a Belém. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Lúcio Flávio Pinto, director de Jornal Pessoal (Diario Personal), que denuncia la corrupción, la impunidad y las consecuencias económicas y ecológicas de la explotación de la Amazonia, ha enfrentado docenas de procesos judiciales y numerosas agresiones físicas y amenazas de muerte.

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