CAMBIO CLIMÁTICO-AUSTRALIA: Sudeste en llamas

El cambio climático jugó su papel en los incendios que han arrasado en este mes vastas áreas del sudoriental estado australiano de Victoria, los peores que hayan registrado este país.

Los expertos no atribuyen estos fenómenos directamente al recalentamiento planetario, pero sí creen que agravó la severidad de las llamas.

"En lo que a la temperatura respecta, cuando comenzó el fuego el día 7, se puede decir que el aumento de los gases invernadero son, en parte, responsables" de los incendios, señaló el especialista en clima Kevin Hennessy.

Pero otros factores que favorecen los incendios, como los vientos y la falta de humedad en el ambiente, no son atribuibles al cambio climático, aclaró.

Hennessy es el investigador principal del equipo de políticas y adaptación al riesgo del cambio climático de la Organización de Investigación Industrial y Científica de la Confederación (Csiro), la agencia nacional de ciencias de Australia.
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El experto dijo a IPS que los incendios se debieron a las temperaturas extremadamente altas, los intensos vientos y la sequía que hubo a comienzos de mes.

"La ocurrencia de temperaturas inusualmente altas son parte de una tendencia mundial al recalentamiento, observada al menos desde 1950. El consenso internacional es que hay altas probabilidades de que el fenómeno se deba al aumento de los gases invernadero" emitidos por la actividad humana, señaló Hennessy,

El científico fue el coordinador del equipo que redactó el capítulo sobre Australia y Nueva Zelanda del informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (conocido por su sigla en inglés IPCC) sobre consecuencias, adaptación y vulnerabilidad a ese fenómeno.

Las temperaturas registradas en muchas partes del estado de Victoria superaron los 40 grados el 7 de este mes. Melbourne tuvo el día más caliente desde 1855, cuando comenzaron a llevarse registros allí, con 46,4 grados.

Esa máxima fue precedida por varios días de temperaturas altas, en el orden de los 40 grados a fines de enero.

Los incendios caracterizan a este territorio desde hace millones de años y son muy comunes en la sabana del norte, pero también el sudeste del país, donde se concentra la mayoría la población.

En el siglo XX hubo muchos incendios en el sudeste, entre ellos el "viernes negro", que en 1939 causó la muerte de 71 personas en Victoria. Hubo varios en Tasmania en 1967, con un saldo de 62 muertos, y el "miércoles de ceniza", en 1983, en el que perdieron la vida 76 personas en todo el sur de Australia.

Pero, por tremendos que hayan sido aquellos incendios, las llamaradas de este mes, algunas de las cuales siguen encendidas, fueron mucho peores en términos de pérdida de vidas humanas y de destrucción.

Por ahora hay 200 muertos. Se prevé que la cifra aumente a medida que los bomberos recorran las localidades arrasadas por el fuego.

Se estima que unas 7.000 personas perdieron sus viviendas por la destrucción de 450.000 hectáreas de vegetación, haciendas y hasta pueblos enteros al norte y este de esta gran ciudad.

Los incendios de este mes fueron devastadores porque fuertes vientos calurosos se combinaron con temperaturas extremadamente altas que, al consumir la humedad del ambiente, hicieron más inflamable la vegetación.

Hennessy no atribuye esa combinación de factores directamente al recalentamiento global en Australia, pero sí consideró que hay un vínculo.

"El viento excesivo no está directamente vinculado con el cambio climático, pero sí obedece a lo caluroso que está el continente en comparación con lo frío que está el océano. Ese gradiente de temperatura fue muy, muy fuerte el 7 de este mes", explicó.

La sequía que desde hace 12 años aqueja al sudeste australiano tuvo que ver con la pérdida de humedad de la vegetación en la región, aunque Hennessy advirtió que aún se desconoce si el cambio climático es un factor vinculado a esa situación.

"Existe una amplia variedad en los patrones de lluvias por causas naturales, pero existe la posibilidad de que los gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana desempeñen un papel. Pero por ahora eso no ha sido cuantificado", señaló.

Las llamaradas de febrero pueden asustar por su poder destructor, pero forman parte de una tendencia que se ha pronunciado en las últimas décadas.

El clima de incendios se define como una combinación de temperatura, humedad relativa y velocidad de los vientos.

La mayoría de las intensas temporadas de fuego se registraron a partir de fines de los años 90, según el estudio "Clima de incendios en el sudeste australiano", realizado por el Csiro en 2007.

El documento concluyó que es probable que el alto riesgo de incendios obedezca a una variabilidad natural del clima y al cambio climático acentuado por la actividad humana, cuya importancia relativa aun debe determinarse.

También advierte que esta tendencia al alza en la frecuencia del clima de incendios se mantendrá.

La ocurrencia del clima de incendios aumentará anualmente, según los pronósticos, de cero a 10 por ciento para 2020, respecto de 1990, y de cero a 30 por ciento en 2050, pero lo más alarmante son, quizá, los cambios anticipados en la cantidad de días con condiciones "extremas" y "muy altas".

Las condiciones extremas indican un contexto en el que los incendios se vuelven rápidamente incontrolables antes de que cambien las características del clima.

Las variables que definen el clima de incendios aumentarán entre dos y 30 por ciento para 2020 y entre cinco y 100 por ciento, respecto de las cifras de 1990. Asimismo, la cantidad de días con condiciones extremas aumentarán de cinco a 65 por ciento para 2020 y de 10 a 300 por ciento para 2050.

El secretario nacional del Sindicato Unido de Bomberos de Australia, Peter Marshall, atacó el 12 de este mes el objetivo fijado por el gobierno de bajar las emisiones de gases invernadero en apenas cinco por ciento para 2020, respecto de las cifras de 2000, en una carta abierta al primer ministro Kevin Rudd y al gobernador de Victoria, John Brumby.

Si son correctos los últimos comentarios del profesor Chris Field, integrante del IPCC, acerca de que las últimas investigaciones sobre el cambio climático subestimaron notoriamente la severidad del recalentamiento global, entonces hasta los más graves pronósticos respecto de los peligros de incendios forestales en el sudeste de Australia pueden ser superados.

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