Es posible que los dos océanos polares sean los lugares más inhóspitos del planeta, pero el «Censo de vida marina antártica» realizado por medio millar de científicos de 25 países registró allí de más de 12.000 especies animales.
Al menos 235 de estas especies viven tanto en el océano Ártico como en el Antártico, y en ningún otro sitio más, a pesar de que entre uno y otro media una distancia de 11.000 kilómetros.
"Hace 100 años, exploradores del Antártico como Scott y Rutherford vieron, más que nada, hielo. Ahora, en 2009, vemos vida por doquier", dijo Victoria Wadley, de la División Antártica Australiana.
Las especies polares se censaron en 18 expediciones realizadas durante el Año Polar Internacional (2007-2008) que acaba de concluir.
Hasta ahora, los científicos identificaron 7.500 animales en el océano Antártico y 5.500 en el Ártico. El total de especies marinas del planeta se estima entre 230.000 y 250.000. Los investigadores tomaron muestras en casi un millón de sitios.
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Entre esos lugares figuraron suelos marinos vistos por primera vez en 100.000 años, pues las ancestrales plataformas heladas se derritieron y desintegraron en los últimos años.
El informe preliminar de la investigación se presentó en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, realizada del 12 al 16 de este mes en Chicago.
Aunque todavía no está completo el análisis de todas las muestras, se espera que las especies censadas en el océano Antártico sean más que las del Ártico, indicó Bodil Bluhm, investigador en la Universidad de Alaska.
Ambas regiones son muy frías, de hielo y nieve, y en ambas las aguas son más cálidas en las profundidades que en la superficie, pero también son muy diferentes.
"La Antártida es un continente con un océano alrededor, mientras que el Ártico es un océano rodeado de tierra, como el mar Mediterráneo", dijo Bluhm en una entrevista.
El Antártico es mucho más vasto y abierto al resto de los océanos que el Ártico, lo cual tal vez explique su mayor biodiversidad, sugirió.
La gran sorpresa para los investigadores fueron las 235 especies —entre ellas cinco de ballenas, seis de aves marinas y casi 100 de crustáceos— que se encuentran exclusivamente en regiones polares.
Bluhm se ha concentrado en el estudio de una de esas especies, una diminuta "mariposa de mar": un pterópodo que nada y tiene el tamaño de una lenteja. "¿Cómo llegaron a ambos polos?", se preguntó.
También se desconoce durante cuánto tiempo estas especies estuvieron separadas, y si las 235 se distanciaron genéticamente. "Esto abre muchas preguntas interesantes de tipo evolutivo", dijo.
El primer estudio exhaustivo de la vida en los mares polares llega 200 años después del primer impacto de la pesca comercial y la caza de ballenas, que continúa y que ha sido especialmente fuerte en el océano Antártico, señaló Julian Gutt, del alemán Instituto Alfred Wegener de Investigaciones Polares y Marinas.
"La región estaba llena de ballenas, focas y pingüinos", dijo Gutt a IPS. Y aunque estas dos últimas especies se han recuperado en las últimas décadas, las grandes ballenas, como la azul y los cachalotes, tuvieron menos suerte.
"Ése es un cambio significativo, pero no sabemos qué significa para la ecología de la región", señaló.
Menos ballenas pueden significar más krill, criatura similar al camarón que constituye el principal alimento de la mayoría de las ballenas. En las últimas décadas, la mayor presencia de krill puede haber contribuido con la recuperación de las poblaciones de focas y pingüinos, especuló.
Sin embargo, la explotación comercial del krill está teniendo un gran impacto, y en muchos sitios reina la sobrepesca.
"El manejo estricto es necesario para prevenir impactos sobre los pingüinos y las focas", dijo Gutt.
Nueva evidencia muestra que el cambio climático ha elevado la temperatura en el sudoccidente del océano Atlántico, lo que redujo 40 por ciento sus poblaciones de krill.
"Todavía no hay evidencia directa de que pingüinos o focas estén pasando hambre por esta causa", expresó Gutt.
Lo que sí se sabe que afecta a los pingüinos es la reducción de la cubierta de hielo del mar en la península Antártica, que se calienta rápidamente, agregó.
La pérdida de esa capa está reduciendo la concentración de krill y de especies de peces que se alimentan del crustáceo. Ambos sirven de alimento a los pingüinos emperador y Adelie.
En el océano Ártico, los impactos del cambio climático son más pronunciados, en parte porque la mitad de esa masa marina tiene menos de 50 metros de profundidad.
La pérdida de hielo permanente aumenta la exposición del océano al sol, lo cual ocasionó grandes florecimientos de algas. La región también se ha vuelto hospitalaria para otras especies, dijo Bluhm.
"Variedades de cangrejo que antes se hallaban sólo 500 kilómetros al sur en el Pacífico norte comienzan a acercarse" al océano Ártico, añadió.