Está a la vista de los lectores, en todo el mundo. Los medios de información han dedicado amplio espacio al Foro Económico Mundial (FEM) celebrado en la ciudad suiza de Davos al que asisten desde 1971 los mismos políticos y empresarios que aseveraron durante décadas que el capitalismo marchaba hacia una segura y cada vez más generosa prosperidad y que hoy prometen regenerarlo sin ofrecer una explicación plausible de la catastrófica recesión actual.
Los mismos medios han dedicado una escasa cobertura al antagónico y paralelo Foro Social Mundial (ambos concluyeron el 1 de febrero) que tuvo lugar en la ciudad amazónica de Belém, cuyos concurrentes sostuvieron desde su fundación en 2001 que el sistema capitalista neoliberal, empeorado con la desregulación emprendida desde los años 80, se estaba encaminando a un desastre que bastante se asemeja al que hoy padecemos.
En el FSM participan exponentes de un vasto espectro de posiciones de izquierda y progresistas y, aunque la miríada de propuestas que lanzaron para reformar el sistema económico y crear «otro mundo posible» pueden ser en parte contradictorias y utópicas, es innegable que sus críticas dieron en el blanco. Esto hacía razonable la suposición de una mayor curiosidad de los medios de prensa internacionales hacia los diagnósticos y prescripciones que se formularían en Belém.
Sobre todo porque este año el FSM, que se consideraba sólo una tribuna para el debate y la denuncia, adoptó un programa de objetivos y movilizaciones que producirá noticias en el futuro inmediato. Una conclusión compartida por los observadores es que en Belém se han puesto las bases para un Foro de propuesta y no solo «de resistencia». De hecho, el primer Foro Temático Global de este año enfocó la problematica de la Amazonia en esa dirección.
El Foro de Belém mantuvo una fuerte presencia cuantitativa (más de 100.000 personas) y cualitativa, ya que por primera vez participaron simultaneamente cinco presidentes: Evo Morales, de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, Rafael Correa, de Ecuador, Fernando Lugo, de Paraguay, y Hugo Chávez, de Venezuela. Latinoamérica es hoy la región más a la izquierda en el mundo y esto, según estos mandatarios, se debe en parte a la influencia del FSM.
¿Cuál es la razón de esta tendencia a disminuir la cobertura del FSM que se ha notado en los últimos años? Reducir la respuesta «a decisiones ideológicas» de grandes medios de comunicaciones que inciden en la definición de la agenda informativa internacional, sólo podría referirse a algunos casos. Y no explica porqué aquellos mismos medios le otorgaron amplia cobertura al Foro en los primeros años.
Un factor que ha contado es que el FSM aún no se ha dado los instrumentos adecuados para promover sus actividades con mayor impacto a nivel internacional. Esto fue tratado en el Foro de los Medios Libres, y es una de las materias pendientes de respuesta del propio FSM. También hay que considerar las reales insuficiencias de atención a los periodistas presentes y las limitaciones tecnológicas.
Aunque algunos sostienen que no se debería haber prestado tanta atención a los asistentes al WEF ya que son corresponsables del cataclismo financiero («no voy para no escuchar una letanía de autocríticas», dijo con razón Lula acerca de su ausencia en Davos) quizás ese sea el contradictorio motivo: la expectativa de conocer de que manera los pilotos del naufragio tratarán de poner la nave a salvo y cómo los desrreguladores van a regular el descarriado sistema financiero.
Porque es un hecho que a lo largo y ancho del mundo occidental, capitalista y neoliberal siguen firmes en sus puestos los políticos y financieros que despojaron de controles al sistema financiero -salvo contadísimas excepciones- y que se aprestan, como denuncia el FSM, a salvarse a sí mismos con el dinero de los contribuyentes.
El mejor ejemplo lo ofrece el equipo económico de Obama cuyo triunfo significó, en lo político y social, un desplazamiento del electorado estadounidense hacia posiciones menos conservadoras. Pero las dos figuras dominantes del sector económico son el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, y el jefe de asesores económicos presidenciales, Lawrence Summers, hasta ayer nomás dos fogosos desreguladores; el primero como presidente del Banco Federal de Nueva York y el segundo como secretario del Tesoro del último gobierno de Clinton.
Los seleccionados asistentes a Davos representan el establishment económico y su perdurable instinto de conservación del poder, que recuerda el célebre lema del Gatopardo: «cambiar para que todo quede igual».
En cuanto al FSM sabemos que mientras este año se pondrán en marcha el programa y las movilizaciones decididas en Belém, en el 2010 no se reunirá un Foro Central sino diversas iniciativas descentralizadas. De modo que la sordina volverá sobre el Foro a menos que para las iniciativas del 2009 y 2010 se logre programar una acción fuerte y articulada de difusión informativa y sobre todo con vistas a enero del 2011 cuando se realice en África el proximo FSM internacional. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Mario Lubetkin, Director General de la agencia informativa IPS.