La seguridad alimentaria es uno de los grandes retos que afrontamos en el marco de la crisis económica mundial. Ahora más que nunca es necesario no relegar a un segundo plano los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), sino afianzar ese compromiso en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema suscrito por todos los países miembros de la ONU en 2000. Según el último informe de Naciones Unidas, la subida del precio de los alimentos ha arrojado a cien millones de personas más a la pobreza extrema que se agregan a los casi mil millones de seres humanos que pasan hambre en el mundo. Más de 2.000 millones padecen hambre oculta, es decir, sobreviven a base de una dieta que carece de las vitaminas y minerales esenciales.
La reunión internacional de alto nivel sobre seguridad alimentaria que se celebrará en Madrid los próximos 26 y 27 de enero, con el respaldo y presencia del secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, pretende impulsar una respuesta coordinada en la lucha contra el hambre y recabar más esfuerzos financieros, porque es inaceptable que las víctimas de la crisis mundial sean los más pobres. La iniciativa se enmarca en el compromiso de España de proseguir en la tarea de incrementar la asistencia a los países menos favorecidos. Esta reunión, que es seguimiento a la que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) organizó en 2008 en Roma, debe servir para establecer una hoja de ruta con mecanismos concretos que faciliten las metas de los ODM en 2015..
España sigue firme en su compromiso de alcanzar el 0,7% del PIB en la Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD) en 2012. Esa meta debería ser compartida por todos los países desarrollados en sintonía con el espíritu de lo que fue fijado en las pautas de los ODM. Desgraciadamente, desde el 2005 se ha producido un descenso notable en la aportación de varios países donantes significativos. En la Cumbre de Doha sobre financiación al desarrollo celebrada en diciembre pasado, el gobierno español sostuvo la tesis de que no hay falta de recursos, sino carencia de voluntad política. Consideramos importante vincular Naciones Unidas al debate sobre la crisis económica y la reforma de la arquitectura financiera internacional, porque la grave situación abre paradójicamente oportunidades: la reducción de la pobreza y el logro de los ODM es también una política contra la crisis, puesto que generará un panorama más justo, solidario, pacífico y seguro.
La crisis alimentaria mundial no ha desaparecido. El índice de la FAO para los precios de los cereales de octubre de 2008 sigue estando un 80% por encima de los niveles de 2005. El encarecimiento golpea especialmente a los pequeños agricultores, obligados a pagar más por la compra de fertilizantes y semillas, pero también a la población que destina una mayor proporción de sus gastos a los alimentos. La carestía de los alimentos perjudica la capacidad para obtener bienes y servicios básicos como la educación o la salud. La inseguridad alimentaria acentúa las desigualdades en el acceso al empleo, las migraciones masivas de población rural y la presión sobre los recursos naturales. Muchos países han eliminado las ayudas a la agricultura desmantelando las instituciones públicas en el sector con la expectativa de que el sector privado se desarrolle.
Somos conscientes del apoyo que necesitan los pequeños agricultores de países donantes y países receptores en todas las facetas del proceso de producción desde el acceso a semillas y abonos hasta la comercialización de los productos. La ayuda a la agricultura ha disminuido desde un 18% del total de AOD en los años 80 hasta apenas un 4% en la actualidad. Es evidente que los donantes tenemos que asumir un compromiso para concentrar más ayuda en el primer objetivo de los ODM: la erradicación del hambre y la pobreza extrema. Sabemos también que la coherencia de políticas para el desarrollo es clave para abordar la integración de los países empobrecidos en el comercio mundial y regional. De ahí la urgencia en que finalmente se logre cerrar la Ronda Doha de negociaciones sobre el comercio mundial.
Durante los últimos cuatro años el gobierno español está realizando una labor creciente en cooperación al desarrollo para situarse en primera línea de compromiso con los ODM. La AOD española es la que más aumentó entre todos los países donantes de la OCDE en 2007. En 2008 nuestra contribución ha ascendido a 260 millones de euros. Hemos trabajado estrechamente con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y a nuestra aportación voluntaria para 2008 de 10,5 millones de euros se suman otras contribuciones voluntarias de emergencia. En Naciones Unidas, abrimos una ventana temática para la Infancia, la Seguridad Alimentaria y la Nutrición dotada con 50 millones de euros en el Fondo España-Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para los ODM.
En la reunión internacional sobre seguridad alimentaria que se celebrará en Madrid se pretende no sólo diseñar una hoja de ruta que garantice el cumplimiento de los objetivos y compromisos adquiridos el año pasado en Roma. También, centrar la discusión en la coordinación de las políticas agrarias en cada país, apoyar la investigación agraria, y contar con el sector privado incluyendo a la sociedad civil. Es momento, además, de dar un impulso al Partenariado Global para la Agricultura y la Alimentación. En Madrid, los países desarrollados tendrán una oportunidad de oro para demostrar hasta dónde llega su compromiso en la lucha contra el hambre y la pobreza y la ayuda a los menos favorecidos. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Soraya Rodríguez, Secretaria de Estado de Cooperación Internacional de España.