DIPLOMACIA CULTURAL PARA RESTAURAR LA IMAGEN INTERNACIONAL DE ESTADOS UNIDOS

La favorable respuesta en todo el mundo a la elección de Barack Obama señala el amplio deseo, en Estados Unidos y en el extranjero, de que se inicie una nueva era en la política exterior estadounidense. Pero la esperanza no es suficiente y sigue pendiente la incógnita de cómo satisfará el presidente Obama las grandes expectativas que hay sobre su gestión.

En una encuesta encargada por el British Council nos encontramos con que casi 2/3 de los estadounidenses estaban preocupados por la reputación de su país en el exterior, que 8 de cada 10 pensaba que es importante para Estados Unidos construir mejores relaciones con otros países y que el 79% dijo que mejorar la reputación del país y el entendimiento con el resto del mundo debería ser una importante prioridad para el nuevo gobierno.

Cuando a los encuestados se les preguntó por la mayor amenaza que está enfrentando actualmente el mundo, 2/3 indicaron la situación económica mundial. Algo más de la mitad dijo que veía al terrorismo como la segunda mayor amenaza, mientras que la intolerancia cultural y religiosa fue señalada como la principal causa de conflictos y de inestabilidad en el mundo.

Quizás no sea sorprendente que los estadounidenses ubiquen a la economía como su principal preocupación en estos momentos, pero también es claro que desean ver más que sólo soluciones financieras y programas domésticos de parte de su nuevo presidente.

Durante su campaña electoral, el presidente Obama prometió “renovar la diplomacia estadounidense para enfrentar los desafíos del siglo XXI, reconstruir nuestras alianzas, reunirnos con todas las naciones, amigas y enemigas, para hacer progresar los intereses estadounidenses.” Pero también admitió que “los recursos para la diplomacia cultural están en su más bajo nivel en una década.”.

Según mi punto de vista, la respuesta en la cuestión de la reconstrucción de las alianzas está precisamente en que Obama se preocupe por el mejoramiento de la diplomacia cultural, o sea lo que nosotros llamamos relaciones culturales, como un invalorable instrumento en su arsenal de política exterior, y por revigorizar los recursos agotados durante la década pasada.

La Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), que durante casi un siglo se ocupó, entre otras cosas, de los intercambios educacionales, cerró en 1999, cuando fue incorporada al Departamento de Estado. El candidato presidencial republicano, John McCain, abogó por su resurrección durante su campaña electoral. Y el mes pasado el grupo de expertos de Brookings Institution recomendó la creación de un nuevo cuerpo de diplomacia pública.

Pero restaurar la confianza y el entendimiento con Estados Unidos en el exterior no será una cuestión rápida. El presidente Obama necesita el coraje y la perseverancia para invertir mucho en el negocio a largo plazo de las relaciones culturales si es que quiere reconstruir relaciones duraderas con otros países, en un pie de igualdad y mutuamente respetuosas y beneficiosas.

Las relaciones culturales no son una cuestión comercial o gubernamental o institucional sino que tienen que ver concretamente con los pueblos. Ellas favorecen la cooperación, que contribuye a su vez a crear un mundo más seguro y más próspero. Asimismo, estimulan la coexistencia al promover la confianza, al construir comprensión y al permitir que las personas exploren y descubran que tienen en común y cuales son sus diferencias con los demás.

El poder compartir los conocimientos, las ideas, la creatividad, las habilidades y las experiencias transforma las vidas. Mediante la ampliación de los horizontes y el otorgamiento de oportunidades a la gente para que se conecte internacionalmente se logran beneficios para todos los países.

Pero para que las relaciones culturales funcionen hace falta que haya una clara distancia entre las organizaciones encargadas de esta actividad y los gobiernos del momento. No se trata de intercambiar mensajes directos entre uno y otro gobierno. Las relaciones culturales son efectivas solamente cuando son emprendidas en sociedad con otros y se basan en el respeto mutuo por otras culturas.

Las relaciones culturales son diferentes de otras áreas de la diplomacia pública porque están construidas a y para largo plazo.

En 2009 el British Council entra en su 75º año de vida. Actualmente enlaza a 900 escuelas en el Reino Unido y en el extranjero como parte de nuestro programa global de vinculación entre escuelas; ayudamos a generar más de 8 billones de libras esterlinas para la economía del Reino Unido al promover oportunidades educacionales para posibles estudiantes en el extranjero; atendemos a más 350.000 estudiantes a través de nuestros centros de enseñanza y sólo en India entrenamos a 750.000 maestros de idioma inglés; presentamos la primera exhibición de artes en Teherán después de la revolución y actualmente estamos mostrando la más grande exhibición jamás realizada de Turner en Rusia y estamos trabajando con la Premier League del fútbol inglés para enseñar liderazgo y el dominio del idioma inglés a jóvenes en el extranjero por medio de la práctica futbolística.

Pero no somos los únicos en estas tareas. Otros países tienen organizaciones similares y nosotros las estimulamos, trabajamos con ellas y las apoyamos. El mundo necesita más relaciones culturales. Esta es la oportunidad del presidente Obama. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Martin Davidson es Presidente del British Council.

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