Ambientalistas elogiaron las primeras medidas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para reducir las emisiones de gases invernadero, estableciendo nuevos criterios sobre contaminación y uso eficiente del combustible para automóviles y camiones, medidas que su predecesor, George W. Bush, rechazó o ignoró.
En el sexto día de su administración, Obama ordenó a la Agencia de Protección Ambiental que reconsiderara la negativa de Bush en 2007 a un pedido de California (oeste) y de otros 13 estados para implementar estrictos nuevos límites a las liberaciones de gases hechas por los caños de escape de los vehículos, que contribuyen al recalentamiento planetario.
También ordenó al Departamento de Transporte que acompañara una nueva ley en el Congreso para crear automóviles y camiones con un consumo de combustible más eficiente a partir de 2011.
Ambas directivas, una vez que se complete el proceso administrativo para implementarlas, tendrán un importante impacto en la industria automotriz que, junto a las principales compañías petroleras, se han resistido a la imposición de reglas sobre contaminación y eficiencia de combustible.
"Durante ocho años, el presidente Bush bloqueó el progreso del país hacia soluciones al recalentamiento planetario", dijo el director de la campaña sobre calentamiento global de Greenpeace, Steven Beil. "Por fin, la era de la obstrucción y de la negación ha terminado. Las directivas del presidente Obama reconocen que Estados Unidos está dispuesto a enfrentar el cambio climático".
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El anuncio de Obama coincidió con el nombramiento por parte de la secretaria de Estado (canciller), Hillary Clinton, del enviado especial para cambio climático, Todd Stern, quien se desempeñó como asesor durante la administración de Bill Clinton (1993-2001) y como negociador internacional del Protocolo de Kyoto de 1997, el acuerdo internacional que requiere a los países ricos reducir sus emisiones de gases invernadero para 2012 respecto de los niveles de 1990.
El presidente Clinton firmó el Protocolo, pero nunca lo envió al Senado para su ratificación, mientras que Bush (2001-2009), poco después de asumir, rechazó el acuerdo arguyendo que su implementación podría dañar la economía estadounidense.
"El tiempo de negativas, demoras y disputas terminó", afirmó Stern el lunes en una ceremonia en el Departamento de Estado. "El tiempo de que Estados Unidos asuma su legítimo lugar en la mesa de negociaciones ha llegado. Necesitaremos involucrarnos en una vigorosa y drástica diplomacia".
Las directivas de Obama fueron las últimas en una serie de acciones tomadas desde que asumió el 20 de este mes, entre ellas ordenar el cierre de la prisión en la base militar de Guantánamo, Cuba, en el plazo de un año, prohibir la tortura a sospechosos de terrorismo detenidos en cárceles de la CIA (Agencia Central de Inteligencia), levantar el bloqueo a fondos estadounidenses para clínicas y otras organizaciones en el exterior que podrían apoyar o realizar abortos.
Todas estas medidas fueron aplicadas tanto para cumplir sus promesas de campaña como para subrayar sus diferencias con la administración de Bush.
"Éste constituye un claro quiebre con el enfoque de la pasada administración, de no hacer nada sobre el recalentamiento planetario y de depender del petróleo", dijo Kevin Knobloch, presidente de la Unión de Científicos Comprometidos, al comentar los anuncios del lunes.
La decisión de permitir que los estados adopten estándares más estrictos de emisión es un "claro indicio de que la nueva administración está dispuesta a liderar en temas de energía y recalentamiento planetario", añadió. "Con este anuncio, el presidente Obama comienza a cumplir su promesa de campaña de volver a colocar a la ciencia en su legítimo lugar en la toma de decisiones federales".
En su anuncio, Obama subrayó que ambas medidas tenían el objetivo de reducir la dependencia estadounidense del petróleo. Esta dependencia constituye "una de las más serias amenazas que afronta nuestra nación. Favorece a dictadores, paga la proliferación nuclear y financia ambas partes de la lucha contra el terrorismo", afirmó.
El mandatario estadounidense también se refirió a una "amenaza a largo plazo del cambio climático" usando palabras que Bush había reservado sólo para su "guerra mundial contra el terrorismo".