Dentro de apenas unos pocos veranos el mar Ártico perderá la cubierta helada que lo protege desde hace un millón de años, un escenario que no estaba previsto hasta dentro de 50 a 70 años en el peor de los casos, según expertos.
"Las cosas están ocurriendo mucho más rápidamente en el Ártico. Pienso que quedará sin hielo en verano para 2015", advirtió David Barber, climatólogo de la canadiense Universidad de Manitoba especializado en temas del Ártico.
"Una pérdida tan drástica de hielo afectará a todos en el planeta", dijo a IPS Barber, quien pasó buena parte del último invierno boreal en el mar Ártico a bordo del rompehielos canadiense Amundsen, liderando un proyecto de investigación que insumió 40 millones de dólares.
Los científicos esperaban que el Amundsen quedara atrapado en los hielo por muchos meses durante el duro invierno del Ártico, cuando no hay luz de sol y las temperaturas caen hasta 50 grados bajo cero. Sin embargo, el buque permaneció en movimiento mientras la capa de hielo, normalmente impenetrable, se presentaba delgada y débil.
"El mar retuvo mucho calor desde el verano (boreal) de 2007, cuando el hielo alcanzó su récord mínimo", explicó Barber.
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Ese calor adicional retrasó dos meses la formación de hielo invernal en algunos lugares. También causó más tormentas, vientos y mucha más nieve.
Todo esto supone condiciones enteramente nuevas para la región, indicó Barber, señalando que la nieve adicional actúa como aislante, manteniendo el hielo más cálido, lo cual le impide volverse más grueso.
Y si la capa de hielo es delgada en invierno, entonces se derretirá más rápidamente y sobre un área más grande en verano, dejando más agua expuesta al calor del sol, en lo que se llama "bucles de retroalimentación positiva".
En mayo pasado este fenómeno se verificó por muchas más semanas de lo normal, exponiendo el agua fría al calor del sol más temprano que nunca, afirmó Barber.
En el verano de 2007, la cobertura polar perdió entre 30 y 40 por ciento de su hielo, lo cual equivale a 2,6 millones de kilómetros cuadrados menos de hielo que el mínimo promedio en verano.
La pérdida de hielo en el verano de este año no desafió los registros de 2007, pero de todos modos fue mucho menor que el promedio. Los científicos creen que el hielo remanente fue más delgado que lo normal, estableciendo el escenario para otro importante derretimiento en 2009.
El hielo dominó el Ártico durante mucho tiempo, pero eso está cambiando con la apertura de áreas oceánicas que nunca fueron expuestas a la luz solar, dijo Kevin Arrigo, biólogo marino de la estadounidense Universidad de Stanford.
La luz del sol es sinónimo de vida, y Arrigo y sus colegas han medido un asombroso aumento de 300 por ciento en el crecimiento de fitoplancton en algunas partes del mar Ártico.
"Hubo un gran cambio en el ciclo de carbono, aunque la mayoría pensaba que el sistema del Ártico era demasiado limitado en materia de nutrientes", expresó Arrigo a Barber y a los demás participantes de la conferencia internacional Arctic Change (Cambio del Ártico), que se realizó del 9 al 12 de este mes en la sudoriental ciudad canadiense de Québec.
El fitoplancton son plantas microscópicas verdes que operan en los 100 a 200 metros superiores del océano y que necesitan nutrientes como fósforo, nitrógeno, hierro y silicio en la superficie. Ahora resulta que todo lo que el Ártico necesitaba era más luz solar para convertirse en un mar más productivo.
Este sistema de plantas también elimina grandes cantidades de carbono de la parte superior del océano. Arrigo estima que las mayores cantidades de estas formaciones pueden sacar anualmente 14 gigatoneladas de carbono adicional del Ártico.
"Si la tendencia se mantienen, veremos cambios enormes en el ecosistema del Ártico", dijo. Será de poco beneficio en cuanto a reducir los niveles de carbono atmosférico, dado que es menos de uno por ciento de las emisiones anuales derivadas de la quema de combustibles fósiles.
Los efectos de que el verano esté calentando grandes partes del mar Ártico, otrora permanentemente congelado, se sienten incluso 1.500 kilómetros tierra adentro, según un estudio encabezado por David Lawrence en el Centro Nacional para las Investigaciones Atmosféricas en Boulder, en el central estado estadounidense de Colorado.
Usando modelos informáticos, los científicos hallaron que la rápida pérdida de hielo en verano mostraba un aceleramiento 3,5 veces superior en las temperaturas de la superficie terrestre en el Ártico occidental, probablemente disparando una rápida degradación del permafrost.
El permafrost consiste en turberas permanentemente congeladas que cubren buena parte de las áreas septentrionales de Canadá, Alaska y Rusia, y contiene más del doble del carbono que hay actualmente en la atmósfera, según un estudio publicado en septiembre por Ted Schuur, ecólogo de la estadounidense Universidad de Florida.
La quema de combustibles fósiles contribuye con alrededor de 8.500 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, pero el permafrost retiene más de 1,67 billones de toneladas. "Es más grande de lo que pensábamos", dijo Schuur en un comunicado de prensa.
Este experto calcula que, al descongelarse, el permafrost podría agregar entre 800 millones y 1.100 millones de toneladas por año en el futuro, casi tanto como actualmente agrega la deforestación. De modo ominoso, el carbono procedente del derretimiento del permafrost no está incluido en los modelos climáticos.
Ahora hay una red de especialistas del Ártico que hacen un seguimiento cuidadoso de las temperaturas del permafrost, gracias al esfuerzo de investigación del llamado Año Polar Internacional (2007-2008), dijo en el foro Nikolay Shiklomanov, de la estadounidense Universidad de Delaware.
Cientos de agujeros son perforados en las regiones cubiertas por permafrost y en algunas se instalará equipamiento para medir la temperatura, lo que proporcionará una avalancha de datos.
Desafortunadamente, en países como Canadá hay pocos datos históricos, y tampoco hubo muchas estaciones de medición.
La información procedente de Alaska y de Siberia data de hace más de 20 años, y ambas han hallado grandes aumentos de temperatura en las partes meridionales de sus respectivas regiones de permafrost. Y el calentamiento fue medido a 30 o 40 kilómetros de profundidad, dijo Shiklomanov.
Es probable que el ecosistema del Ártico pase a un nuevo régimen, opinó el oceanógrafo Paul Wassmann, de la noruega Universidad de Tromsø.
"Los datos del pasado eran indicadores poco confiables de lo que pasaría en el futuro", enfatizó. El ecosistema del Ártico nunca volverá a ser lo que era. Y esto es verdad para todos los ecosistemas de la Tierra, agregó.
"La actividad humana está presionando al globo, y lo está haciendo con más fuerza sobre el Norte", sostuvo Wassmann.