Las temperaturas registradas este año fueron en promedio las más altas desde 1850, cuando los científicos comenzaron a registrarlas, evaluó la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en su último estudio sobre cambio climático.
La ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones devastadoras, sequías severas y persistentes, tormentas de nieve y olas de calor se registraron en varios países, según esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El estudio de la OMM mostró que este año, la temperatura promedio de la tierra y del mar fue 0,31 grados superior a las registradas entre 1961 y 1990.
La información preliminar de 2008 se basa sobre datos tomados por estaciones meteorológicas en tierra, barcos, boyas, y también desde satélites.
"En 2008 se volvieron a registrar temperaturas superiores al promedio en Europa", indicó Carine Richard-Van Maele, de la OMM. "Una vasta zona geográfica, incluida Siberia y partes de Escandinavia, tuvo un invierno notoriamente más suave".
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En la mayor parte de Europa, enero y febrero fueron "muy suaves", con temperaturas promedio siete grados más altas que en Escandinavia. De hecho, para los habitantes de esa región fue el invierno más templado en más de 100 años.
Sin embargo, el invierno pasado fue inusualmente frío en la mayor parte de Eurasia. En algunas partes de Turquía, en la misma temporada se dieron las temperaturas más bajas en casi 50 años.
"Este invierno extremadamente frío se cobró cientos de víctimas en Afganistán y China", señaló Maele.
Los datos muestran que febrero también fue un mes muy frío en Estados Unidos. La región centro-occidental del país, por ejemplo, registró temperaturas promedio entre cuatro y cinco grados por debajo de lo normal en algunas zonas.
En cuanto a los cambios abruptos de las condiciones climáticas, los investigadores de la OMM señalaron que algunas zonas de América Central fueron golpeadas en medio del verano por una ola de frío con temperaturas por debajo de los seis grados.
A la inversa, en julio, en algunas zonas de América del Sur hubo una ola de calor con temperaturas tres por ciento por encima del promedio, por lo que fue el mes de invierno más cálido de los últimos 50 años.
Lo mismo sucedió en el sur de Australia, dónde hubo una ola de calor sin precedentes con altas temperaturas. Adelaida tuvo el verano más largo y caluroso de su historia.
Las variaciones en los patrones climáticos causaron las sequías y las inundaciones más prolongadas y las tormentas más devastadoras en muchas partes del mundo, según los especialistas de la OMM.
El sur de la provincia canadiense de Columbia Británica, por ejemplo, sufrió su quinto periodo más seco en medio siglo.
En Europa, España y Portugal se registraron el invierno más seco en décadas. En América del Sur, una gran parte de Argentina, Paraguay y Uruguay sufrieron una situación similar.
El estudio también se extiende en las consecuencias devastadoras de inundaciones y ciclones en numerosos países.
Bangladesh, India, Pakistán y Vietnam fueron considerados los países más perjudicados y donde decenas de miles de personas perdieron sus hogares y más de 10 millones debieron ser reubicadas.
Los investigadores de la OMM señalaron que la capa de ozono se amplió este año sobre la Antártida respecto de 2007. Asimismo, el hielo del mar Ártico alcanzó su segundo nivel más bajo desde que comenzaron las mediciones satelitales en 1979.
Teniendo en cuenta los cambios dramáticos de las condiciones climáticas y su impacto en el ambiente y la economía mundiales, la ONU divulgó el martes unas pautas nuevas para ayudar a los países a recabar información importante que permitirá hacer frente a los desastres naturales.
"Para evitar que los desastres naturales sean responsabilidad de la actividad humana, necesitamos sistemas efectivos para identificar necesidades, gestionar datos y ayudar a disminuir las respuestas calibradas", señaló John Holmes, subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios.
Esos sistemas pueden resultar provechosos para la coordinación de la distribución de suministros en tiempo y forma, señala Holmes en el prólogo del informe "Datos contra desastres naturales", presentado el martes.
"La eficiencia de la respuesta es especialmente importante porque, como ahora queda claro, la vulnerabilidad ante los desastres naturales y la ineficiencia en la distribución de asistencia conlleva pérdidas económicas innecesarias, mayor sufrimiento y profundización de la pobreza", añade.
Basándose sobre estudios de caso como el tsunami del océano Índico que en 2004 golpeó a Indonesia y Sri Lanka, los últimos huracanas en Guatemala, Haití y Mozambique y el terremoto de 2005 en Pakistán, el libro subraya la necesidad de crear sistemas de gestión de información para lograr una respuesta efectiva a los desastres.
"Deben reunirse datos básicos por adelantado como parte de la preparación para responder a los desastres", señala el libro. "Las operaciones de búsqueda y rescate, las evacuaciones y la atención a las víctimas de traumas deben estar coordinadas".