KENIA: Expectativas por biocombustibles suben y bajan

El gobierno de Kenia elogió al biodiésel como una innovación que combina política verde con reducción de la pobreza. Pero recientes caídas en los precios de los biocombustibles causaron preocupación en torno a la sostenibilidad de la producción de carburantes alternativos.

Los agricultores que invirtieron todos sus ahorros en cultivar semillas para producir biocombustibles ahora temen haber seguido la opción equivocada.

En los últimos años, el gobierno keniata, así como las organizaciones no gubernamentales y la industria, han impulsado la producción de biodiésel, económicamente sostenible porque emite menos contaminantes y gases de efecto invernadero que los combustibles con petróleo.

Así, muchos cultivadores a pequeña escala depositaron sus esperanzas en las semillas destinadas a la elaboración de biocombustible como una nueva manera de ganar dinero. Inicialmente, los proyectos de biocarburantes parecieron un éxito, y los agricultores más que duplicaron sus ingresos habituales.

En Ngurumani, un pequeño pueblo en el valle de Rift, por ejemplo, los cultivadores comenzaron a vender las semillas del árbol de jatrofa para la producción de biodiésel, lo que tuvo un impacto positivo inmediato sobre la reducción de la pobreza y el hambre en la región.
[related_articles]
Los agricultores que antes sembraban sólo con fines de consumo alimentario en los hogares empezaron a vender semillas incluso a 10 dólares el kilogramo.

Esther Siteyia, una mujer de la etnia maasai de 28 años que vive en Ngurumani, dijo a IPS que compró y vendió unas cinco toneladas de semillas durante el último año.

"Los primeros 10 meses que vendí semillas de jatrofa, mis ingresos se triplicaron. Les compré semillas a los cultivadores y las vendí al mejor postor a un precio excelente", relató.

Los pequeños agricultores que le vendieron las semillas también obtuvieron buenas ganancias, aumentando sus ingresos a más de un dólar diario.

Originario de América Central, el árbol de jatrofa, resistente a las sequías, crece en Ngurumani desde hace décadas. Pero hasta hace poco, los maasai —que tradicionalmente usan la jatrofa para vallar sus predios, señalar tumbas o tratar cortes— no eran conscientes de que las semillas negras de esos árboles eran valiosas fuentes de biocombustibles.

En Naromoru, otro central pueblo keniata, la organización no gubernamental Help Self Help, la Universidad Jomo Kenyatta de Agricultura y Tecnología en Nairobi y el fabricante holandés de biocombustibles Solarix lanzaron el plan Kenia Eco-Energy.

Este proyecto alienta a los productores rurales a usar semillas de ricino para una producción de biodiésel que sea amigable con el ambiente.

Antes, los pequeños cultivadores ganaban 0,15 dólares por kilogramo de semillas. Ahora, "cada día gano alrededor de 200 chelines (2,5 dólares) a partir de las semillas", dijo Ann Njeri, trabajadora en el hogar y madre de tres hijos que vive en un pequeño establecimiento agrícola fuera de Naromoru.

Sin embargo, la suerte de los agricultores se terminó en abril, cuando los precios de los biocombustibles se desplomaron repentinamente, pasando de un promedio de 10 dólares por kilogramo a menos de 0,5 dólares por kilo.

Las compañías de investigación sobre biocombustibles, los productores y las organizaciones no gubernamentales que apoyan la producción de biodiésel habían creado una demanda artificialmente alta de semillas, lo cual derivó en una elevada estructura de precios que no pudo mantenerse a largo plazo en un mercado abierto.

Además, el desarrollo de marcos políticos regulatorios y la infraestructura local necesarios para hacer biodiésel insumieron más tiempo del esperado. Como resultado, Kenia sólo tiene pocas plantas de procesamiento de biocarburantes que se esfuerzan por hacer que la producción acompase el suministro de semillas, y muchos agricultores no pueden afrontar los costos de transportar sus semillas hasta la fábrica más cercana.

El depósito de Siteyia en Ngurumani, por ejemplo, ahora está repleto de jatrofa, pero ésta no tiene compradores.

El proyecto Kenya Eco-Energy, al que inicialmente vendió las semillas, se quedó sin capacidad. Y la planta más cercana de procesamiento de semillas en Kenia central está a más de 200 kilómetros de su aldea, demasiado lejos para que ella transporte las semillas por sí misma.

Aunque la producción de biocombustibles asegura sostenibilidad ambiental, los cultivadores no podrán continuar invirtiendo en ellos si no tienen un mercado al que vender. Numerosos agricultores keniatas que usaron sus pocos ahorros para plantar árboles que produzcan semillas ahora han perdido sus inversiones.

Linet Kanini, una cultivadora de pequeña escala de la oriental localidad de Tala, ahora está peor económicamente que antes de invertir en las semillas para biocombustible. Más de un año después de plantar jatrofa en su establecimiento de dos hectáreas, cosechó unos pocos kilogramos de semillas —mucho menos de lo que esperaba— y no tiene clientes.

Kanini lamenta haberse decidido a plantar el cultivo para las semillas. "Aunque coseché unos pocos kilogramos, no tengo nadie a quien vendérselos", dijo.

Sin embargo, los expertos en energía siguen siendo optimistas, y pronostican que la demanda de biocombustibles se incrementará en el futuro cercano.

Según el Panorama Internacional de Energía de 2007, el consumo mundial de petróleo aumentará alrededor de 36 por ciento para 2030. En África, se prevé que el consumo de petróleo se duplique en ese tiempo.

La producción mundial de biocombustibles ya está en aumento. Pasó de 1.000 millones de litros en 2000 a 6.000 millones de litros en 2006. Si esta tendencia continúa, los cultivadores de semillas para biocarburantes pueden cosechar ganancias sustanciales en los próximos años.

Ahora los productores rurales depositan sus esperanzas en el Ministerio de Energía, que prometió apoyar la producción de biocombustibles como estrategia de reducción de la pobreza. Recientemente aprobó políticas para alentar la construcción de refinerías de biocombustibles en áreas rurales y dijo que espera que la industria del biodiésel en el país aumente 30 por ciento los ingresos de los hogares para 2012.

John Kioli, director de la Fundación África Verde, una organización no gubernamental con sede en Nairobi, concuerda en que se necesita invertir más dinero en la producción de biocombustibles a pequeña escala para revertir la tendencia a la baja en los precios.

"Para que se concreten los mercados redituables y sostenibles, las comunidades locales necesitan sus propias plantas de procesamiento que absorban las semillas disponibles en el lugar. El principio guía debería ser usar materia prima local para la producción local y para el consumo local", explicó.

El biodiésel no sólo es apoyado por los gobiernos con el fin de aliviar la pobreza y por razones ambientales, sino también porque es más barato que el diésel común.

En una estación de servicio en Naromoru, una larga fila de motociclistas cargan sus vehículos con biodiésel. A 1,1 dólares por litro, este combustible es 10 centavos más barato que la gasolina común, diferencia que al acumularse genera ahorros sustanciales para los conductores.

"Cada día recorro 300 kilómetros con mi minibus público. Ahora ahorro aproximadamente 90 dólares al mes por usar biodiésel", dijo a IPS Maina Kamau.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe