Activistas en la lucha contra el sida recibieron con entusiasmo la media sanción otorgada por el Senado de Estados Unidos a un proyecto de ley que destina 48.000 millones de dólares, en un período de cinco años, al combate de esa enfermedad, el paludismo y la tuberculosis, especialmente en África.
El texto aprobado el miércoles también deja de lado la prohibición de ingresar u obtener residencia permanente en Estados Unidos a extranjeros portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida), y que había estado en vigencia durante 21 años.
El proyecto, que es el resultado de varios meses de negociaciones, recibió en el Senado 80 votos a favor y sólo 16 en contra. Se espera que la Cámara de Representantes lo convierta en ley la semana próxima para que el presidente George W. Bush, quien apoya la iniciativa, la promulgue.
Los senadores que se opusieron pertenecen al ala más derechista del oficialista Partido Republicano. Objetaron la suma contemplada para combatir esas enfermedades y la eliminación de algunos condicionamientos sobre la forma en que podría gastarse ese dinero.
Pero sus intentos de modificar el texto y reducir los fondos en 15.000 millones de dólares fueron rechazados por un margen de dos a uno.
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"Se trata de un tremendo logro", dijo Paul Zeitz, director ejecutivo de la Alianza Mundial contra el Sida, una de las organizaciones no gubernamentales que realizaron una intensa campaña a favor del proyecto.
"Esta ley expandirá el liderazgo estadounidense en materia de salud y aumentará la esperanza alrededor del mundo. Los fondos no sólo ayudarán a los países pobres sino que también servirán a los intereses de nuestra nación", agregó.
Pero Zeitz y otros activistas advirtieron que el proyecto sólo autoriza el gasto de los 48.000 millones de dólares. Cada año, durante los próximos cinco, el Congreso legislativo tendrá que asignar los fondos, en lo que constituye un proceso separado.
La iniciativa amplía los alcances del Plan Presidencial de Emergencia para Alivio del Sida (Pepfar, por sus siglas en inglés), aprobado por Bush en 2003 y que destinó 15.000 millones de dólares en cinco años para combatir esta enfermedad.
El senador del opositor Partido Demócrata Joseph Biden, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, señaló durante el debate del miércoles que el Pepfar, cuya vigencia expirará el 30 de septiembre, fue "lo más significativo que ha hecho el presidente".
Se estima que ese plan, lanzado en vísperas de la invasión a Iraq, sirvió para otorgar tratamientos que salvaron la vida de 1,5 millones de personas enfermas de sida, prevenir siete millones de nuevos contagios y brindar asistencia a otros 10 millones de personas, incluyendo a varios millones de niños que perdieron a su padre o madre, o ambos, a causa del sida.
El programa, que ha estado centrado en una docena de países de África subsahariana, naciones del Caribe y Vietnam, también ofreció a alrededor de 33 millones de personas asesoramiento y la realización de los estudios para detectar la presencia del VIH.
La Iniciativa del Presidente sobre la Malaria (paludismo), aprobada por Bush en 2005, tiene el objetivo de reducir en 50 por ciento para 2009, en 15 naciones africanas, las muertes por esa enfermedad. Ha distribuido alrededor de cuatro millones de mosquiteros tratados con insecticida, más de siete millones de tratamientos contra el paludismo y financió la fumigación de varios millones de hogares.
Esa iniciativa será incorporada en el nuevo programa aprobado por el Senado, llamado Ley Lantos-Hyde en homenaje al diputado demócrata Tom Lantos, ex presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y su colega republicano Henry Hyde, quienes fallecieron el año pasado. Ambos fueron férreos partidarios de los programas globales de salud.
Bush había pedido el legislativo que autorizara 30.000 millones de dólares para la continuación del Pepfar durante otros cinco años, pero los diputados decidieron en abril elevar esa suma a 50.000 millones. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado aprobó esa nueva versión del texto en mayo, por 18 votos a favor y sólo tres en contra.
El proyecto representó un compromiso entre los demócratas, generalmente favorables a grandes incrementos en el financiamiento, y republicanos opuestos al aborto, quienes insistieron en agregar restricciones sobre cómo puede ser gastado el dinero, algo que ya habían hecho con el Pepfar.
Según el texto aprobado el miércoles, no se podrá otorgar fondos a clínicas de planificación familiar ni a grupos que realizan abortos o piden la modificación de las leyes que los castigan en sus países, o que se niegan a denunciar explícitamente la prostitución como "tráfico humano".
También requiere que los administradores del programa promuevan la abstinencia y la fidelidad como forma de reducir la expansión del sida, una estrategia que muchos expertos en salud consideran menos efectiva que la distribución de condones. Pero se dejó de lado la exigencia incluida en el Pepfar de destinar al menos un tercio de los fondos dedicados a la prevención a ese fin.
Los senadores también incorporaron el requerimiento de que más de la mitad del dinero destinado a ayuda bilateral para combatir el sida, alrededor de 30.000 millones de dólares, se destine a tratamiento de la enfermedad. La intención fue ganar el apoyo de un senador republicano clave, Tom Coburn, líder del grupo de legisladores derechistas que habían amenazado bloquear el proyecto.
El Senado, por otra parte, acordó reducir los fondos de 50.000 a 48.000 millones de dólares. Esa diferencia se destinará a programas de salud para los grupos indígenas estadounidenses.
Según el proyecto, los 30.000 millones de dólares destinados a programas bilaterales permitirán prolongar la vida de tres millones de enfermos de sida, prevenir 12 millones de nuevos contagios y asistir a 12 millones de víctimas, entre ellas cinco millones de huérfanos.
Además, se contempla otorgar 10.000 millones de dólares en cinco años al Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que opera en muchos más países que los cubiertos por el Pepfar y con menos restricciones sobre cómo puede ser gastado el dinero.
El gobierno de Bush y muchos legisladores republicanos se habían opuesto en el pasado a los intentos de los demócratas de incrementar las contribuciones al Fondo, por su imposibilidad de controlar el empleo del dinero.
Alrededor de 4.000 millones de dólares se destinarán a la lucha contra la tuberculosis, la principal causa de muerte de las personas infectadas con el VIH y otros 5.000 millones de dólares al combate del paludismo. Los fondos restantes servirán para financiar investigaciones sobre el sida y fortalecer los sistemas de salud en los países que reciben la ayuda.
"Nosotros, y nuestros miembros en todo el mundo, aplaudimos al Senado estadounidense por haber resuelto sus diferencias internas y aprobar este proyecto", dijo Nils Daulaire, presidente del no gubernamental Consejo Global de la Salud, cercano a los líderes de la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, coincidió con Zeitz y otros, como el Centro Internacional de Estudios sobre la Mujer, en lamentar las restricciones en el uso de los fondos, particularmente la imposibilidad de otorgarlos a clínicas de planificación familiar y grupos que realizan o promueven el aborto.
Asimismo, Daularie dijo que la posibilidad de dejar de lado en algunos casos la prohibición de ingreso a Estados Unidos de personas infectadas con el VIH "nos da la esperanza de que el gobierno de ese país adopte una política integral que responda a la realidad de la epidemia y el conocimiento científico sobre la prevención y el tratamiento".