Indonesia dejó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), casi al mismo tiempo que la emblemática empresa trasnacional estadounidense General Motors decidió reducir la producción de camionetas y fabricar un auto eléctrico.
"Quizá estamos ante el principio del fin del reinado del petróleo y de la OPEP, porque se está modificando la matriz energética mundial", dijo a IPS el ex gobernador de Venezuela ante el grupo y profesor de postgrado en Economía Petrolera, Elie Habalián.
Indonesia se integró a la OPEP en 1962, dos años después de que ésta fuera creada, y era el único socio de Asia sudoriental, con una producción histórica superior a 1,5 millones de barriles (159 litros) por día, reducida esta década a menos de 900.000 unidades, mientras que su consumo supera 1,1 millones de barriles por jornada.
Deja en la OPEP a sus compañeros de ruta durante décadas, que son Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela, y a los dos socios incorporados en 2007, Angola y Ecuador. El grupo produce algo más de 30 millones de barriles diarios, que equivalen a 37 por ciento de la demanda mundial.
"En estas nuevas circunstancias no tiene sentido pertenecer a la organización", dijo el ministro indonesio de Energía, Purnomo Yusgiantoro, y agregó que su país seguirá la búsqueda de petróleo y, en caso de hallarlo, solicitará reingresar a la OPEP.
Aunque ha firmado cinco nuevos contratos con empresas extranjeras para exploración de petróleo y gas, y planea licitar otras 46 áreas, Indonesia es una muestra de las demoras en los acuerdos para nuevas inversiones mientras se agotan los viejos yacimientos.
Varias veces esta década, alrededor del mundo, "las empresas no han invertido sino cuando ya era muy tarde, los países consumidores se han comido el colchón (el exceso de oferta con respecto a la demanda) y el mercado petrolero ha sido asaltado por los especuladores y fondos de inversión", opinó el consultor venezolano Evanán Romero.
En ese contexto, los precios suben casi verticalmente —este viernes volvió a superar los 130 dólares por barril— mientras la búsqueda de nuevos yacimientos se hace cada vez más difícil y costosa. El mundo cuenta con 1.200 millones de barriles de reservas, según la firma trasnacional británica BP, 75 por ciento de los cuales están bajo el suelo de la OPEP. La edición de este mes de la revista estadounidense National Geographic plantea de nuevo la cuestión del agotamiento de la producción posible de petróleo, que era de un millón de barriles diarios hace un siglo y ya va por 85 millones. Mientras cada año la demanda crece 1,5 por ciento, el rendimiento de los yacimientos disminuye ocho por ciento.
Expertos como James Mulva, presidente de la empresa trasnacional estadounidense ConocoPhillips, calculan que en 2030, en un "escenario alentador", se podrán producir 100 millones de barriles por día, pero la demanda será de 116 millones de unidades.
La búsqueda de petróleo para llenar esa diferencia encuentra tropiezos como los de Indonesia, la declinación de la producción de México y del mar del Norte, y el estancamiento de Rusia, que habría alcanzado el año pasado su pico histórico, de poco más de nueve millones de barriles diarios.
"Incluso Arabia Saudita hace seis años hablaba de obtener un potencial de producción de 20 millones de barriles diarios. Si desde entonces elevó su capacidad de 10 a 12 millones de unidades, ¿cuánto tiempo le llevará llegar a 20 millones?", se preguntó Habalián. Por contraste, "un barril sobre 70 dólares permite el ingreso, como competitivas, de las demás fuentes de energía y hacia allí se dirigen cuantiosas inversiones", agregó.
Víctor Poleo, otro catedrático de Economía Petrolera, destacó a IPS que, precisamente, "con los ingresos provenientes de los actuales altos precios del petróleo es que las grandes corporaciones energéticas financian la mudanza de la matriz petrolera", que en su opinión se dirige a un nuevo aprovechamiento del carbón como combustible.
Las cuatro mayores corporaciones petroleras del mundo, Exxon Mobil, Shell, British Petroleum y Texaco, obtienen entre 18.000 y 42.000 millones de dólares anuales en ganancias.
Así, según Habalián, "petróleo habrá por unas cuantas décadas, pero su reinado lo va a ceder a una matriz energética diferente, sobre todo para el transporte, y allí es donde se inscriben los cambios dispuestos esta semana por la General Motors".
El consorcio gigante automotor, del que se hizo popular en el siglo XX el aforismo "lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos", decidió poco antes de su centésima asamblea anual de accionistas cerrar cuatro plantas (dos estadounidenses, una en Canadá y otra en México), lo cual implica despedir unos 10.000 empleados.
Las cuatro plantas fabricaban sobre todo camionetas, 4×4 o todoterreno. El presidente ejecutivo de GM, Rick Wagoner, justificó la medida porque "desde comienzos del año, la economía y el mercado automotor estadounidenses se hicieron sensiblemente más difíciles".
"Con precios del petróleo que van de récord en récord, las decisiones de los consumidores cambian rápidamente y son cambios que se convertirán en permanentes", explicó.
La corporación podría incluso vender su marca Hummer, gran consumidor de gasolina y remedo civil de los Humvee que GM fabricó para el ejército estadounidense.
GM producirá más autos pequeños y ahorradores, prometió para 2012 tener vehículos que empleen gasolina y electricidad y para fines de 2010 el lanzamiento del Chevrolet Volt, un auto compacto, con motor a baterías recargables 7.000 veces, es decir, con una vida útil de 10 años y una autonomía de 64 kilómetros, que puede extenderse a 600 si se usa el depósito de gasolina, y quizá también emplee etanol.
"Antes de que se materialicen esos cambios en el modo de vida del consumidor en países industrializados, por una gasolina que cuesta más de cuatro dólares por galón (3,791 litros), ya la OPEP ha perdido protagonismo, robado por la bolsa. Es la especulación bursátil la que mueve los precios", comentó Habalián.
"Más que hechos como el retiro de Indonesia, al fin y al cabo desde hace años un consumidor neto de petróleo, es la pérdida de su capacidad de garantizar la estabilidad del mercado lo que afecta a la OPEP. A pesar del chorro de dinero que ingresa a sus socios, el futuro del grupo luce más bien bastante sombrío", concluyó el experto.