Vivia Paulino, de seis años, es una de los miles de niños y niñas que han sido víctimas del cólera en Angola. Al verla jugar alegremente en la arena con su hermana gemela, cuesta creer que hace apenas unos meses estuvo al borde de la muerte.
El cólera se propaga a través del agua sucia. Y, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), casi 40 por ciento de los angoleños usan agua procedente de fuentes inseguras. Las enfermedades originadas en el agua son una causa clave de la diarrea, segundo motivo de muerte entre niños menores de cinco años en este país africano.
Entre enero y comienzos de mayo hubo 7.740 casos de cólera registrados en Angola, además de 198 muertes. Esto representa más de una víctima por día.
La pequeña Vivia reside en Boa Esperança, un tugurio en las afueras de Luanda. El asentamiento se expandió a comienzos de los años 90 para albergar a familias que huían de las luchas en las provincias. Hoy viven allí decenas de miles de personas, que habitan en casas hechas con bloques de cemento y en casuchas de metal, todas las cuales dependen del agua transportada por los camiones del gobierno a los tanques comunales.
La madre de las gemelas, Ingracia Domingos, de 47 años, hace cinco viajes al tanque comunal cada día, recolectando cubos de 20 litros cada vez. Los transporta sobre su cabeza de regreso a su pequeño hogar.
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Esta madre soltera de siete hijos, que también se ocupa de cuatro de sus nietos, se encoge de hombros y dice: "Los cubos son muy pesados, pero esto es lo que tenemos que hacer y estoy acostumbrada".
Cada cubo cuesta 30 kwanzas, lo que significa que Ingracia gasta alrededor de dos dólares por día en agua. Esto representa un serio problema para el presupuesto del hogar. La suma asciende a 730 dólares al año, más de lo que algunas familias pagan en países como Gran Bretaña. Y el agua que Ingracia recoge no es limpia, dado que los cubos sucios son sumergidos directamente en el tanque comunal por personas que recolectan su suministro diario.
Pero a apenas 16 kilómetros, en el centro de Luanda, las cosas son muy diferentes.
Aislados de la realidad más amplia en apartamentos lujosos, los nuevos ricos de Angola (y los adinerados trabajadores inmigrantes que llegaron al país para tener parte en el auge petrolero y de la construcción de la Angola de posguerra) disfrutan del agua filtrada que es bombeada directamente a sus hogares.
El 12 de este mes, la empresa petrolera estatal Sonangol abrió su nueva sede. Construida por un costo superior a los 196 millones de dólares, es una maravilla de la ingeniería moderna, con 22 pisos, dos gimnasios, un observatorio, un restaurante y, por supuesto, abundante agua corriente limpia en cada uno de sus cuartos de baño de mármol.
Es poco probable que Vivia y su hermana Edina alguna vez ingresen al edificio de Sonangol y disfruten de su copioso suministro hídrico. Nacieron en el lado equivocado de la ahora extinta vía férrea angoleña..
Pero aunque es improbable que Boa Esperança obtenga agua corriente pronto, el gobierno angoleño vuelca enormes sumas de efectivo en programas educativos comunitarios y productos para el tratamiento del agua.
Tras la enfermedad de Vivia, su familia fue visitada por un agente sanitario capacitado por Unicef que les enseñó cómo purificar su agua con un producto clorado. Las botellas usan tapas de cerveza como medidas —una tapa para cinco litros y dos para 20— y luego se deja reposar el agua durante 30 minutos y ya está pronta para usar.
Ahora, explicó Ines Damiao, que con 21 años es la hija mayor de Ingracia, toda el agua de la familia es purificada antes de ser usada.
"No queremos tomar ningún riesgo luego que Vivia estuvo tan enferma. Incluso limpiamos el agua con la que nos lavamos", dijo.
Estos agentes sanitarios trabajan desde el pueblo de Cacuaco, que tiene el principal centro de salud del área y el hospital de cólera, donde Vivia recibió su tratamiento. En el exterior del hospital —poco más que una serie de tiendas de campaña—, un grupo de estos agentes sanitarios se reunieron para llenar botellas con la solución clorada, prontos para una gira de distribución en el cercano barrio de Kikolo.
El director de educación sanitaria de la municipalidad, Mantondo Candi Matos, explicó que hubo algunos casos de cólera en Kikolo, así que el equipo quiso ir allí y asegurarse de que la gente estuviera tratando su agua de modo correcto.
También dijo que iría a la mayor cantidad posible de casas para someter a pruebas los suministros hídricos de las familias y asegurarse de que estuvieran usando la solución clorada.
Este producto y los agentes sanitarios que lo distribuyen son pagados por la autoridad local de salud, evidencia de que el dinero del petróleo de Angola finalmente está llegando a quienes lo necesitan.
Desafortunadamente, el mensaje sanitario en sí mismo no siempre alcanza a quienes deben oírlo.
"A veces la gente obtiene de nosotros las botellas con el líquido y luego lo vuelca en otra parte para poder usar las botellas para trasladar petróleo para vender", explicó.
"Y aunque la gente no haga esto, a veces es demasiado perezosa para limpiar el agua. Es por eso que tenemos que seguir diciéndoles cuán importante es esto", agregó.
La enfermera Berta Florença, quien trabaja con los pacientes enfermos de cólera en Cacuaco, cree que la distribución de la solución para el tratamiento del agua está logrando una diferencia real.
"Vemos muchos menos casos de cólera. Hace dos años había muchas personas (infectadas), pero ahora, por ejemplo, tenemos sólo dos aquí, recibiendo tratamiento. Parte de esto se debe a que ahora es la estación seca y hay menos agua sucia en las calles, pero pienso que más personas están limpiando su agua en sus hogares y que esto está marcando una diferencia", señaló.
"Los equipos sanitarios han hecho mucho trabajo en esta área, y pienso que esto tiene un impacto. Creo que Angola finalmente está ganando la guerra contra el cólera", opinó.
Ciertamente, mientras el país ingresa en su temporada seca, puede esperar una reducción en los casos de cólera, pero seguirá hasta que las lluvias vuelvan a comenzar, para ver si el cólera realmente puede ser abatido en Angola.