Fue necesario el estallido de una crisis en el mercado mundial de alimentos para que la ONU rescatara una categoría ignorada de derechos humanos, como son en conjunto los económicos, sociales y culturales, hasta ahora relegados a segundo plano en favor de las garantías civiles y políticas.
Por primera vez un máximo organismo especializado del foro mundial, en este caso el Consejo de Derechos Humanos, dedicó este jueves una sesión especial al examen de una situación de urgencia que atañe a los derechos económicos, sociales y culturales.
El Consejo manifiesta su grave preocupación por el empeoramiento de la crisis que amenaza aún más la consecución de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, dijo la resolución adoptada.
En particular, el organismo aludió a la primera de las ocho grandes metas fijadas en 2000 por los gobiernos en la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que propone reducir a la mitad para 2015 la proporción de personas con hambre e indigentes, respecto de los indicadores de 1990.
En su núcleo y en sus efectos punitivos, la crisis presente se reduce a una falta de acceso a alimentos adecuados, expuso Louis Arbour, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Y ese acceso es un derecho protegido por el ordenamiento jurídico internacional, recordó Arbour a los representantes de los 47 estados que integran el Consejo y del resto de países miembro de la ONU que participan como observadores.
El Consejo, que reemplazó en 2006 a la Comisión de Derechos Humanos, sostuvo una sesión especial solicitada por Cuba, en representación del Movimiento de Países No Alineados, y por otras naciones.
El texto aprobado solicita a los estados que se abstengan de implantar políticas que puedan tener un efecto negativo en el goce del derecho a la alimentación.
También invita a todos los países que integran la ONU a participar de manera activa en la conferencia de alto nivel sobre la seguridad alimentaria mundial y los retos del cambio climático y de la bioenergía. Esa reunión, que se realizará en Roma del 3 al 5 de junio, ha sido convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El documento adoptado por el Consejo de Derechos Humanos pone el acento en el derecho a la alimentación como un objetivo de los derechos humanos y soslaya algunos aspectos del tema que han causado últimamente divergencias en el plano internacional.
En una breve referencia a la combinación de distintos factores causantes de la crisis, la resolución omite toda mención al asunto de los bicombustibles, origen de una polémica protagonizada indistintamente por países del Norte y del Sur.
El propio autor de la iniciativa, el jefe de la misión cubana, Juan Antonio Fernández, solo aludió a que "ciertamente hay un grupo de factores agravantes de la situación que estamos viviendo en estos momentos".
Sin embargo, la esencia de la crisis actual no radica en estos fenómenos recientes, aclaró. La desigual e injusta distribución de la riqueza a nivel global y el insostenible modelo económico neoliberal son los verdaderos causantes de esta situación, dijo Fernández.
El líder cubano Fidel Castro ha sido uno de los protagonistas de esta controversia que tuvo entre sus principales partícipes al académico suizo Jean Ziegler, ex relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación.
Ziegler llegó a afirmar que destinar tierras a la producción de biocombustibles es "un crimen contra la humanidad".
El representante de Brasil, Sergio Florencio, replicó en la sesión de este jueves al declarar que "repudiamos las últimas manifestaciones totalmente infundadas del ex relator especial sobre los presuntos efectos de la producción de biocombustibles".
Brasil considera simplistas los enfoques que subestiman las diversas causas complejas de la crisis actual como también las infundadas aseveraciones de que el aumento de precios de los alimentos es algo relacionado con la producción de biocombustibles, insistió Florencio.
Pero el nuevo relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, el belga Olivier de Schutter, adhirió a los puntos de vista de Ziegler, a quien remplazó a comienzos de este mes.
De Schutter declaró en el Consejo que los biocombustibles han sido uno de los principales factores que elevaron los precios de los productos básicos alimentarios a causa de la competencia "entre alimentos, forrajes y combustibles por la escasa tierra cultivable", dijo.
El relator aludió a los programas de producción de bioetanol, "con metas irreales", en Estados Unidos y en Europa, aunque omitió mencionar las políticas que sigue Brasil en la materia.
Mediante el abandono de esos planes "enviaremos a los mercados una fuerte señal de que los precios de las cosechas para alimentos no subirán infinitamente". De esa manera, desalentaremos la especulación en los mercados de futuro de los productos básicos, aseguró.
El experto de la ONU dedicó también un párrafo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), al exponer que la agricultura de los países en desarrollo, en especial los de África subsahariana, han sufrido por la competencia distorsionada de los productores agrícolas de los países del Norte.
Esa "competencia enmascarada ha sido legitimada por los acuerdos de la OMC y por el desestímulo de las inversiones en infraestructura", sostuvo.